La playa de Madrid, y el irrenunciable hidroducto de Macron
La capital no tiene costa, pero eso no es tan importante la mayor parte del año
No ha acabado abril, y empieza ya el verano meteorológico, así que arrecia el temor ante las temperaturas que se alcanzarán en verano: eso en Madrid es aún más insoportable, con los parques cerrados a menudo para evitar que los árboles caigan sobre los paseantes, con plazas duras (con vegetación escasa) ... y sin playa. Pero no es óbice para que en esa estación, y sobre todo el resto del año, la capital de España sea un destino cada vez más deseado por los turistas, y sobre todo, por los inversores; en parte, porque Barcelona y Baleares prohíben la construcción, y limitan la reforma. Eso, a cambio, está dando excelentes beneficios a los propietarios actuales, que aprovechan la recuperación del sector.
A diferencia de los alojamientos turísticos, cuyo control sigue dejando que desear, los hoteles están estrictamente regulados y tienen un impacto relativamente pequeño en los servicios urbanos; más pequeño aún es de los de lujo, que además trae más rentabilidad a las empresas. Los visitantes saben que no hay playa, pero sí Retiro, Casa de Campo y Ateneo / mil cines, mil teatros, mil museos / corrala, organillos y chulapas; y, a veces, el Real Madrid gana la Champions.
La paradoja de que el Gobierno recurra a los fondos atacados por UP
Filiales de Blackstone y KKR serán clave en la venta a autonomías y municipios de las viviendas sociales de la Sareb que ha anunciado el Gobierno. Es un caso más de colaboración público-privada, que pretende suplir la falta de estructura estatal para estas lides, y que aprovecha la experiencia de las empresas especializadas. Resulta paradójico que estas mismas empresas hayan sido objeto de los ataques de Unidas Podemos (tolerados por la parte socialista del Ejecutivo) a unos fondos que tienen una presencia relativamente pequeña en el atomizado mercado inmobiliario español.
Quejarse del tiempo es tan fácil como inútil: hay que invertir en agua
Cuando marzo mayea, mayo marcea; a la espera de que se cumpla el refranero, los embalses están vacíos y España, seca. Pero, más allá del calentamiento global, los episodios de sequía pertinaz son cíclicos, y las autoridades deberían ponerse de acuerdo entre ellas para invertir en algo tan básico como los sistemas de canalización y de depuración de agua, para aumentar el ahora escaso reciclaje de este oro transparente.
Israel es el ejemplo por antonomasia de que la tecnología humana puede combatir hasta a los desiertos más feroces, si se está cerca del mar. Pero es tan fácil como inútil quejarse del tiempo o de lo malvadas que son las petroleras, mientras quien más, quien menos, sigue llenando el depósito de su vehículo.
El hidroducto de Macron, demasiado ambicioso para renunciar a él
Para extirpar definitivamente del debate público el asunto del gran gasoducto que conectara España con Centroeuropa, Emmanuel Macron se sacó de la manga un hidroducto, o tubería de hidrógeno verde, que iría por el Mediterráneo. Pedro Sánchez se sumó entusiasta a la propuesta, demasiado ambiciosa como para renunciar a ella. Al hacer los números, los expertos calculan que hará falta duplicar el objetivo actual para 2030 de producción de energía renovable, que a su vez se utiliza para catalizar el hidrógeno cuando es verde (si es gris, o tinto, o de otro color, ya es otra historia). La inversión necesaria será grande, también para construir el gasoducto. Que los plazos previstos sean suficientes, está por ver.
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