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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Tesla ya no es única, pero mantiene su ventaja

Por el momento, las marcas tradicionales europeas están aplicando al vehículo eléctrico el mismo manual que al de combustión

CINCO DÍAS
El modelo X Plaid de Tesla.
El modelo X Plaid de Tesla.LIU RANYANG (China News Service via Getty Ima)

El omnipresente magnate Elon Musk ha sido protagonista de la semana por partida triple. La modificación de los términos de uso de Twitter ha derivado, como casi todo en esa red social, en situaciones de lo más insospechadas. Más fuste tiene la primera prueba de despegue del cohete Star­ship, que promete bajar (aún más) el coste de enviar material a la órbita terrestre y abrir la puerta a nuevas misiones de exploración en el espacio profundo. En un éxito a medias (se trataba de la primera prueba), la nave despegó con éxito, pero estalló poco después.

Los cohetes Falcon de SpaceX también fallaron en sus primeros test. Hoy dominan con mano de hierro los lanzamientos de satélites, con una cuota de mercado cercana al 50% gracias a unos costes muy por debajo del mercado. Musk, en cierto modo, inventó su propio mercado con SpaceX.

No es la primera vez; antes de Tesla, el mercado de vehículos eléctricos no existía (los prototipos no cuentan como mercado). Años después, Tesla ya tiene competencia efectiva, particularmente dura en un mercado chino donde los fabricantes locales están tumbando los precios, obligando a la compañía a elegir entre seguir sus pasos o exponerse a perder cuota de mercado. Ha optado por sacrificar margen bajando precios y, así, los beneficios han caído un 24% según las cuentas publicadas esta semana (la tercera vía de protagonismo de Musk).

La situación deja en un brete a las marcas tradicionales europeas precisamente cuando han apostado fuerte por la electrificación. Por el momento, están aplicando al vehículo eléctrico el mismo manual que con los coches de combustión y, pese a la caída del mercado, están manteniendo márgenes y embolsándose jugosos beneficios. Es en parte hacer de la necesidad virtud: no tiene mucho sentido que luche por volumen y cuota de mercado una empresa que tiene menos capacidad productiva y menos experiencia en la manufactura que sus competidores.

La historia de Tesla es una excepción, operando en régimen de cuasi monopolio en un mercado donde la competencia es brutal desde hace décadas. Pero, al igual que ha sucedido con los cohetes espaciales, el visionario sudafricano está cobrándose los dividendos de ir varios años por delante del resto. Ha perdido el poder de fijar precios de forma casi unilateral, pero aún juega con ventaja, tanto operativa como comercial. Al menos hasta que los fabricantes tradicionales avancen en su curva de aprendizaje.

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