Feijóo hace terapia con las ‘Big Four’ tras el rejón a las empresas de Escrivá
El presidente del PP corteja con decisión al ‘establishment’ empresarial, que ve en las cargas de la reforma de las pensiones un auténtico “impuesto al trabajo”
Miércoles, 15 de marzo, temprano. Han pasado dos días desde la debacle bursátil del sector bancario tras el colapso del Silicon Valley Bank (SVB). Faltan minutos para que el Credit Suisse alimente los fantasmas de una crisis financiera global. A casi ocho kilómetros en línea recta de la madrileña Plaza de la Lealtad, la sede de la Bolsa donde empieza a cundir la desconfianza por las noticias que llegan desde diferentes partes de Europa, los socios de PwC aguardan en la planta noble de su rascacielos a un séquito muy especial. El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, clausura, a puerta cerrada, la habitual reunión de la cúpula de la auditora. Llega acompañado de Juan Bravo, el responsable de economía. Más cercano que en sus actos públicos, expresa su confianza en la banca española y europea, pese a reconocer sin ambages que no es un experto en materia financiera. Su acercamiento al establishment contrasta con la ola de críticas vertidas en los últimos tiempos por el Gobierno contra el sector empresarial, que se siente vapuleado por impuestos, prestaciones varias y cargas laborales. Los ejecutivos de PwC no dudan en hacérselo saber a su interlocutor.
“Una de las cuestiones que se trató más en profundidad y que más preocupa a las empresas es la reforma de las pensiones impulsada por Escrivá”, exponen fuentes conocedoras del contenido de la reunión. En efecto, las compañías ya han comenzado a hacer cálculos y deslizan entre bambalinas que el nuevo modelo -que incrementa sustancialmente los ingresos con cargo a empresarios y, en menor medida, a trabajadores- tendrá un coste millonario e introducirá sin remedio restricciones a la contratación y al mantenimiento de los puestos de trabajo. “Es un impuesto al empleo”, se llega a plantear. Feijóo no solo se mostró crítico con los cambios introducidos en el sistema de pensiones, sino que insistió en la necesidad de garantizar la seguridad jurídica y así evitar el temido éxodo de empresas tras el caso Ferrovial. “Dejó claro que las empresas no pueden ser siempre los villanos de la película”, remachan estas fuentes. Música para los oídos de los presentes, predispuestos a comprarle el discurso tras la visita de la Inspección de Trabajo al conjunto del sector en noviembre a resultas de sus presuntos abusos en la jornada laboral. ¿Por qué se rompió el idilio con los empresarios de aquel Ejecutivo que vendía ufano la marca España junto a los Galán o Pallete, unidos todos por la música de James Rhodes?
Los tiempos importan. Fuentes al más alto nivel de una de las principales empresas del Ibex mencionan una fecha, en concreto el 19 de junio de 2022. Esa noche el PSOE sufrió una auténtica debacle en los comicios andaluces en los que Juan Espada -la apuesta personal de Pedro Sánchez- debía comprometer el cetro de Juan Manuel Moreno Bonilla. El PP no solo obtuvo la mayoría absoluta con 58 escaños, sino que el PSOE cayó hasta los 30 -tres menos-, golpeado por los casos de corrupción en la región. “Las críticas a los empresarios empiezan entonces, al punto que dejan de convocarnos a La Moncloa. Se entiende que debió haber alguna reflexión de coste-beneficio electoral”, exponen estas fuentes. En efecto, el 12 de julio, en el debate sobre el estado de nación, Sánchez aprovechó para lanzar un impuesto “temporal y extraordinario” a los grandes bancos -que se sumaba al ya anunciado a las compañías eléctricas-, con la intención de recaudar hasta 7.000 millones de euros en dos años. Apenas días después, el día 29, el presidente del Gobierno marcó la hoja de ruta al ser preguntado por las nuevas tasas y referirse por su nombre a los presidentes de Iberdrola y Santander. “He escuchado a algunos dirigentes de bancos, a la señora Botín, al señor Galán, en fin, creo que si protestan es que vamos en la buena dirección”, personalizó. El mensaje caló en sus filas pero, sobre todo, activó a los socios de Gobierno del PSOE, que para marcar territorio han ido un paso mas allá. La deriva culminó cuando Ione Belarra, secretaria general de Podemos, tildó de “capitalista despiadado” a Juan Roig. La salida de Ferrovial, mal gestionada también por la empresa, terminó por aunar las voluntades y el nivel de los vituperios.
Altos cargos del PSOE piensan que se ha llegado demasiado lejos. “En ministerios del área económica están espantados con las declaraciones de Podemos y lo reconocen abiertamente en círculos reducidos. Especialmente en cuestiones sociales y en lo que tiene que ver con la ley del sí es sí, pero también con el tratamiento a las empresas. Luego tienen que tratar con nosotras para un montón de cuestiones, desde la gestión de los fondos europeos a temas regulatorios. Así ha sido siempre y así será cuando pase el año electoral”, asegura un alto cargo de una firma no cotizada, pero con notable facturación y despliegue en España.
Desde luego, el PP busca desmarcarse de este planteamiento, está por ver si con éxito en las urnas. No ha sido PwC el único interlocutor de Feijóo en estos días. Además de los encuentros públicos con organizaciones de autónomos como ATA o hace unas semanas con el elitista Círculo Ecuestre de Barcelona, también ha mantenido reuniones privadas con algún alto ejecutivo del ‘top ten’ del Ibex, ávido de tender puentes con el PP, por si acaso. “Cada vez estoy más convencido de que hay que ganar estas elecciones”, dijo en un momento de su intervención ante los auditores. Escrivá, jugador de pádel en sus ratos libres, bien podría contestarle que hay partido. La reforma de las pensiones, que tanto se critica desde las empresas, permitirá desbloquear el flujo hacia España de los fondos comunitarios. Desde luego, a los ojos del presidente, el ministro de Seguridad Social ha ganado puntos, quién sabe si con su viejo anhelo de convertirse en gobernador del Banco de España como promesa y trofeo final. Tendría un enorme mérito para quien fue nombrado presidente de la Airef por el Partido Popular. Adaptarse o morir.
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