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Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Bao Fan, el banquero desaparecido en pleno pulso con el régimen chino

El rastro del jefe de China Renaissance se perdió el día 14, en el marco de la presión de Pekín contra las empresas de internet

Carlos Gómez Abajo
Bao Fan, presidente y CEO de China Renaissance.
Bao Fan, presidentBao Fan, presidente y CEO de China Renaissance.e y CEO de China Renaissance.Jose Manuel Esteban

El gran banquero de las tecnológicas chinas lleva desa­parecido desde el día 14. Bao Fan (Shanghái, 1970), presidente, CEO y accionista de control de China Renaissance, podría ser una nueva víctima de la presión de Pekín.

No es el primer gran empresario chino que se evapora, aunque lo normal es que rea­parezcan sanos y salvos, como ocurrió con Jack Ma, fundador de Alibaba, que prefirió adoptar un perfil bajo ante las tensiones con el Gobierno, y que pasó por Baleares y por Japón antes de anunciar que daría un nuevo paso atrás en la gestión de sus empresas. Cong Lin, presidente de la unidad de valores de China Renaissance en Hong Kong, fue detenido en septiembre poco después de ser acusado de infracciones por el supervisor de mercado de Shanghái.

Bao Fan, de baja estatura, practica las artes marciales mixtas y prefiere las camisas de diseño abiertas por el cuello a las corbatas. En Linkedin sigue a Larry Fink, CEO de BlackRock; al inversor en startups Geoff Yang; a Mark Mobius, de Mobius Capital Partners; y a Tom Keene, locutor de radio y TV en Bloomberg.

Sus padres trabajaban para el Gobierno. “No en puestos altos, no soy uno de los principitos”, aseguraba al New York Times en 2014, refiriéndose a los hijos de la élite política y empresarial. Eso sí, se graduó en la prestigiosa Universidad Fudan de Shanghái. Fue uno de los primeros jóvenes chinos que salieron a estudiar al extranjero, aunque en lugar de elegir EE UU o Reino Unido, optó por Noruega: pasó cuatro años en la Escuela de Negocios BI, de Oslo.

Trabajó en Morgan Stanley y Credit ­Suisse, en Londres y Nueva York, antes de mudarse en 1998 a Hong Kong con el primero. Allí se centró en tecnología, medios y telecos. En 2000 fichó como jefe de estrategia de AsiaInfo, una firma de software telefónico con sede en Pekín que se convirtió en una de las primeras tecnológicas chinas en cotizar en EE UU. Allí se sumergió en la incipiente comunidad de startups que empezaba a surgir en el país.

“Eran empresarios inteligentes, ágiles y estaban supermotivados, y mucho de eso es herencia de la cultura de Silicon Valley”, afirmaba. “Todos tenían necesidades en el ámbito de las finanzas corporativas. Pero sus empresas eran demasiado pequeñas, y los grandes bancos no podían molestarse en atenderlas. Vi la oportunidad de hacerme amigo suyo y meterme en la cama con ellos desde el principio”.

Así que en 2004 fundó China Renaissance, una boutique que creó una plataforma basada en la app de mensajería WeChat para poner en contacto a empresas en fase inicial con inversores. Desde entonces, ha asesorado a clientes tecnológicos en fusiones complejas, como la que llevó al auge de gigantes como Meituan, de comida a domicilio, y a OPV como la del ecommerce JD.com en EE UU en 2014. A menudo se llevaba el gato al agua en perjuicio de rivales más grandes de Wall Street. La propia compañía de Bao acumulaba participaciones en sus clientes en lugar de honorarios. Ahora también hace banca de inversión, y gestión de patrimonios.

La desaparición del banquero ha provocado que las acciones del banco, que cotiza en Hong Kong, hayan caído un 30%, aunque la empresa afirmó en un comunicado que las operaciones “continuarían con normalidad”, y que no tiene noticia de que el acontecimiento tenga que ver con el negocio. Según el Financial Times, en los últimos meses, Bao se disponía a trasladar parte de su fortuna a Singapur, donde estaba creando un family office.

El negocio de China Renaissance ya había menguado mucho por la presión de Pekín contra el sector tecnológico. En su OPV, en 2018, se la valoró en 2.200 millones de euros; ahora cotiza en 500 millones. Bao tiene casi la mitad del capital.

Uno de los problemas del suceso para la entidad es que esta acordó una línea de crédito de 280 millones con un consorcio de bancos chinos, y los fondos retirados deben reembolsarse inmediatamente si Bao deja de ser el principal accionista o presidente.

Inquietud

Los bancos de inversión chinos están recortando gastos ante la caída de las operaciones corporativas, debido a la presión del Gobierno contra el sector tecnológico. La desaparición de Bao Fan genera aún más incertidumbre.

Muchos ejecutivos chinos están intentando llevar parte de su riqueza fuera del país, tanto por las medidas antiempresa de Pekín, como por las restricciones por la pandemia.

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Sobre la firma

Carlos Gómez Abajo
Licenciado en Físicas, máster en Periodismo UAM-El País y posgrado en Información Económica. Es redactor de Opinión de Cinco Días, y también ha escrito en Mercados y en la sección de ocio/lujo. Ha trabajado en el portal de noticias científicas Tendencias 21 y ha hecho traducciones, la mayoría de tipo económico.

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