La defensa sigue sin ser un refugio seguro para invertir
Aunque la guerra de Ucrania le ha dado cierta respetabilidad, seguirá siendo zona prohibida para muchos
La prisa de Occidente por suministrar armas a Ucrania parece una oportunidad de oro para que las empresas de defensa salgan de la perrera del ASG. La invasión y el aumento de los presupuestos de defensa están empujando a algunos inversores a comprometerse con empresas del sector de equipos militares, valorado en 485.000 millones de dólares, que hasta ahora no habían pasado el listón sostenible. Pero, pese a los apremiantes llamamientos en la Conferencia de Seguridad de Múnich de la semana pasada de Volodymyr Zelenskiy, el sector seguirá siendo en gran medida una zona prohibida para la inversión.
Como pasa con el carbón, los inversores con mentalidad social, incluidos los fondos de pensiones y las aseguradoras –sobre todo las europeas– llevan mucho tiempo excluyendo o restringiendo la inversión en empresas de defensa por motivos éticos. Por lo general, estos actores no tocarían a nadie que fabricara armas químicas o bombas de racimo, prohibidas por las convenciones internacionales. Pero también suelen excluir de los fondos con etiqueta sostenible a las empresas que obtienen más del 10% de sus ingresos anuales, y a veces solo el 5%, de equipos y servicios militares.
Un año después de la invasión, los ánimos están cambiando, contaba, en un aparte del foro de Múnich, el jefe de un fabricante europeo de tecnología de vigilancia. El evento reunió a Kamala Harris, a Emmanuel Macron, y al secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, en el histórico hotel Bayerischer Hof. Los comités de riesgo, sobre todo de los bancos nacionales, evalúan ahora con más frecuencia las ventajas de financiar empresas de defensa, afirman dos banqueros de alto nivel, unos de los cerca de 850 participantes en la conferencia. Lorenz Meier, CEO de la firma de software para drones Auterion, de EE UU, dijo que en 2022, al dispararse los ingresos de su firma, se pusieron en contacto con él inversores de capital riesgo y family offices.
Para los hedge funds y otros actores dispuestos a apostar por el sector, la principal atracción es claramente la voluntad de los Gobiernos de la OTAN de gastar más. Tras años de inversión insuficiente, se espera que el presupuesto militar combinado de 214.000 millones de euros de la Agencia Europea de Defensa, integrada por 26 países, suba en 70.000 millones de aquí a 2025 si los Estados cumplen su compromiso de destinar el 2% de su PIB. Es lo que ha hecho que la alemana Rheinmetall, que fabrica los tanques Leopard 2 que ahora se ofrecen a Ucrania, suba un 160% en Bolsa desde que estalló la guerra. La sueca Saab, que obtuvo grandes contratos públicos para fabricar armas antitanque y otros equipos, vivió un repunte similar y ahora vale 6.700 millones.
La suavización de las restricciones ASG atraería a un mayor número de inversores. Los defensores de este planteamiento argumentan que las empresas militares que ayudan a Ucrania cumplen una función social de valor mundial al defender la democracia. Otros sugieren distinguir entre las armas usadas para la defensa y las reunidas para los ataques. Por último, podría haber excepciones si los Parlamentos ordenan a las compañías que cumplan determinados encargos militares, como ocurrió con el pedido de tanques de Rheinmetall. En marzo pasado, el gestor de activos SEB Investment Management, viendo una oportunidad, levantó las restricciones para que algunos de sus fondos compraran en empresas que fabrican armas no prohibidas.
El Índice de Seguridad de Múnich, una encuesta sobre la percepción del riesgo hecha antes de la conferencia, mostró que los problemas de seguridad habían sustituido a los climáticos como preocupación principal. Además de la situación de Ucrania, también era palpable el creciente antagonismo entre EE UU y China. El secretario de Estado del primero, Antony Blinken, que también estuvo en Múnich, advirtió a Pekín de que no ayudara a Rusia, mientras que el máximo diplomático chino, Wang Yi, afirmó que el derribo por parte de Washington de un supuesto globo de vigilancia chino había sido “inimaginable” e “histérico”.
Estas crecientes tensiones geopolíticas pueden respaldar la idea de suavizar los criterios ASG, sobre todo en Europa. Los gestores de activos pueden plantearse elevar el límite de la proporción de ingresos anuales derivados de la defensa. O podrían levantar las restricciones para un número limitado de empresas.
Pero una relajación general de los criterios de inversión sería una pendiente resbaladiza. Distinguir entre armas en función de su supuesta función ofensiva o defensiva sería muy complicado. Además, pondría a los inversores en contradicción con el objetivo de sostenibilidad de la ONU de mantener la paz y la justicia y “reducir significativamente todas las formas de violencia y las tasas de mortalidad relacionadas en todo el mundo”. Las armas o equipos que pueden provocar la muerte de seres humanos constituyen una clara violación del principio de “no causar daños significativos” que está en la base de toda inversión sostenible. El apoyo popular generalizado a la defensa de Kiev también puede debilitarse si la guerra resulta demasiado larga o costosa.
Para los inversores a largo plazo y los grandes bancos internacionales en busca de crecimiento, la guerra contra Ucrania ofrece un barniz de respetabilidad para una carga en defensa. Pero, en última instancia, puede resultar demasiado delgado para que un número significativo de ellos lo haga realmente.
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