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Jubilación y longevidad: un plan financiero para vivir más y mejor

Ahorrar e invertir: cómo tener una estrategia de inversión para vidas de 100 años

No sabemos cuánto viviremos, pero lo que ya sabemos es que cada vez vivimos más años y que España es uno de los países con mayor esperanza de vida. Y es que las estadísticas apuntan a que la mayoría pasaremos casi tres décadas de nuestra vida como jubilados si nos seguimos retirando del mercado laboral a los 65 años, lo que supone un reto mayúsculo para nuestras finanzas personales: ¿cómo asegurarnos de que nuestro dinero también vive tanto como nosotros?

Belén Lazcano, del equipo de Asesoramiento patrimonial de Abante, hablaba en una conversación con Vicente Varó, director general de Finect, de cómo solemos proyectar el futuro desde una mirada anclada en el pasado: “Aunque sabemos que vivimos más años y que esos años de más los vivimos mejor, seguimos pensando en la jubilación con los esquemas tradicionales de nuestros padres o abuelos”. Ese desajuste entre expectativa y realidad puede comprometer seriamente nuestra planificación financiera si no se corrige a tiempo.

Uno de los errores más habituales es pensar que, al dejar de trabajar, nuestros gastos se reducirán drásticamente. “Eso está lejos de la realidad. En muchos casos, el gasto se mantiene o incluso aumenta: tenemos más tiempo para viajar, para disfrutar, y también surgen nuevos gastos, como los sanitarios. Además, la inflación va erosionando nuestro poder adquisitivo”, explicaba Lazcano.

No se trata solo de un cambio de mentalidad; también hay implicaciones económicas importantes. Jubilarse antes de tiempo puede suponer una merma considerable en la pensión pública de la Seguridad Social. “Nuestra pensión se ve disminuida por los coeficientes reductores y, además, se alarga la etapa en la que tenemos que mantener nuestro nivel de vida sin ingresos del trabajo”, señalaba la asesora patrimonial de Abante.

La clave está en anticiparse. “Hay un momento de ‘clic’ en que muchas personas se dan cuenta de que necesitan un plan, personal y financiero. Lo ideal es que ese momento llegue cuanto antes”, comentaba. Por lo general, ese punto de inflexión suele aparecer entre los 40 y 50 años, o tras eventos como herencias, cambios de empleo o ver a personas cercanas atravesar dificultades económicas al jubilarse.

Diseñar un plan: poner números y sentido a tu futuro

Planificar significa mucho más que ahorrar e invertir. Implica analizar nuestra situación económica actual, proyectar nuestros gastos futuros y establecer metas claras. “Es fundamental calcular cuánto costará vivir tras la jubilación y ver si podemos generar ingresos complementarios, además de la pensión”, afirmaba Lazcano.

Se trata de unir biografía y patrimonio. De diseñar un plan financiero personalizado que se materialice en una buena cartera de inversión con los productos y activos adecuados en función de la etapa vita, del horizonte temporal, del perfil de riesgo, de las necesidades y de los objetivos de cada persona.

Una herramienta clave en esta estrategia es la inversión periódica. Realizar aportaciones constantes, incluso pequeñas, permite construir un hábito, aprovechar el interés compuesto y evitar entrar en los mercados en momentos desafortunados. “Ayuda a desvincular la decisión de ahorro de la emocionalidad de los mercados”, apuntaba Lazcano. También permite mantener un buen precio medio de entrada y sostener la inversión en el tiempo.

Pero, como recordaba, es esencial ser realista y flexible: “Hay que establecer un fondo de emergencia, definir cuánto podemos destinar realmente cada mes y revisar el plan periódicamente. No se trata de exigirse lo imposible, sino de hacerlo sostenible”.

Y sí, habrá crisis. Lo vimos hace cinco años con la pandemia y lo estamos viendo ahora con la incertidumbre geopolítica y las tensiones comerciales. Pero lo importante, antes de tomar cualquier decisión impulsiva, es volver al plan financiero y recordar los objetivos a largo plazo. “Ese ejercicio ayuda a mantener la calma y poner en perspectiva los movimientos del mercado”, explicaba Lazcano. De hecho, mantener la estrategia en momentos de caídas permite muchas veces comprar más barato y beneficiarse de la recuperación posterior.

Otro aspecto importante que hay que tener en cuenta es que muchas personas viven más el día a día y priorizan metas más inmediatas. Son objetivos a corto plazo que exigen ahorro y esfuerzo y que, en muchos casos, impiden pensar a largo plazo. ¿Tenemos que renunciar entonces a planificar la jubilación? La clave está en encontrar el equilibrio. Porque tener libertad financiera no significa posponer otros objetivos, sino garantizar que podamos afrontar con seguridad y tranquilidad todas las etapas de nuestra vida.


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