El Ibex pausa la escalada en la recta final de un año histórico
El selectivo español aguanta por encima de los 17.300 puntos y culmina tres ejercicios consecutivos de subidas en los que ha llegado a duplicar su valor
Última sesión de un año de contrastes afilados. Ha sido un ejercicio plagado de sobresaltos, amenazas y giros de guion, pero la marea de liquidez que ha inundado los mercados ha terminado imponiéndose a la incertidumbre. Los activos de riesgo, como la Bolsa, han aprendido a convivir con el ruido y han logrado cerrar el año en zona de máximos.
El Ibex 35 es quizá el mejor espejo de ese recorrido. Al índice español le han hecho falta 18 años para volver al punto de partida tras la gran crisis financiera e inmobiliaria. Pero desde que recuperó esos niveles el pasado octubre, el selectivo ha acelerado el paso, encadenando máximos y reivindicándose como uno de los mercados más alcistas del año. Solo el Kospi coreano ha corrido más, impulsado por la fiebre tecnológica.
En España, el optimismo sigue intacto, aunque en la última sesión del año los inversores han optado por tomarse un respiro y bajar el telón. Tras el buen desempeño de los últimos doce meses, nadie está dispuesto a jugársela en las horas de descuento. Con una negociación reducida a media jornada, el Ibex ha cedido un 0,27%, pero logra mantenerse por encima de los 17.300 puntos conquistados en la víspera.
Esta ligera corrección no empaña el balance de 2025, un ejercicio histórico. El Ibex 35 concluye el año con una revalorización del 49,3%, una subida solo superada por el 54% registrado en 1993. Con este cierre, el índice encadena tres ejercicios consecutivos de ganancias, algo que no se veía desde el ciclo alcista previo a la crisis financiera. Y, a diferencia de aquel periodo, la revalorización ha sido mucho más intensa: desde el cierre de 2022 el selectivo ha más que duplicado su valor, con un avance del 110%, frente a la ganancia acumulada del 41,4% entre 2005 y 2007.
A diferencia de las sesiones anteriores, dominadas por el verde, este 31 de diciembre los gestores han optado por plegar velas y los principales componentes del índice han registrado recortes moderados. Grifols y Fluidra encabezaron las caídas, con descensos del 1,1% y el 0,9%, respectivamente.
Entre los pocos valores que han esquivado la corrección han destacado las energéticas y las firmas inmobiliarias, dos de los sectores más beneficiados por el despliegue de la inteligencia artificial. La nueva industria, además de requerir ingentes cantidades de energía, necesita centros de datos donde entrenar los nuevos modelos. Solaria, uno de los valores más alcistas del año, ha apurado las últimas horas para sumar un 0,6% adicional. Naturgy y Colonial han avanzado un 0,7% y un 0,3%, respectivamente.
La escasa actividad no es exclusiva de la Bolsa española. Como es habitual, el Dax alemán, el Mib italiano y el índice suizo permanecieron cerrados por festivo, mientras que el resto de plazas europeas han operado solo media sesión. En una jornada anodina, en la que los inversores dieron por cerrado el ejercicio, el FTSE británico ha cedido un 0,1%. Este leve ajuste no empaña la revalorización del 21,5% acumulada en los últimos doce meses. Además de encadenar cinco ejercicios consecutivos al alza, el índice británico firma su mejor año desde 2009, aunque lejos del balance de la Bolsa española.
Los movimientos también han sido contenidos en el resto de los índices europeos. El Cac francés cedió un 0,2% y despide el año con una subida del 10,4%, mientras que el Euro Stoxx 50 ha apurado los minutos de descuento para avanzar un 0,7% y elevar las ganancias anuales hasta el 18%. Por su parte, el Dax alemán y el FTSE italiano, cerrados por festivo, acumulan revalorizaciones del 23% y del 31,5%, respectivamente. Al igual que en el caso del Ibex 35, el tirón de la banca ha sido clave en el buen comportamiento de la Bolsa italiana, que firma su mejor ejercicio desde 1998.
La única Bolsa que mantiene su horario habitual es la estadounidense. En sintonía con el comportamiento registrado el día anterior, Wall Street registra descensos cercanos al 0,2%. Las esperanzas de aprovechar el clásico rally de fin de año —un periodo históricamente favorable para la renta variable— se desvanecen, pero no empañan la foto general del ejercicio.
Los analistas restan importancia a este ajuste y lo interpretan como una pausa natural tras las fuertes ganancias acumuladas, un respiro del mercado tras el episodio de tensión comercial vivido en abril. Las caídas de las últimas sesiones no empañan el balance anual: en un ejercicio marcado por las exigentes valoraciones de las tecnológicas y los sobresaltos proteccionistas, el S&P 500 se anota un 17%, el Nasdaq un 21% y el Dow Jones cerca del 13,5%. Al igual que la mayoría de los índices europeos, la renta variable estadounidense encadena tres ejercicios consecutivos de ganancias que superan holgadamente los dos dígitos.
Superada la sacudida de abril
El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca fue inicialmente celebrado por los mercados. Las expectativas de una menor regulación y de rebajas fiscales se interpretaron como la gasolina necesaria para reactivar el crecimiento, impulsar los beneficios empresariales y prolongar el rally en plazas como la estadounidense, que empezaban a mostrar señales de agotamiento.
Sin embargo, el excepcionalismo estadounidense que había dominado los mercados en los últimos años pronto se resquebrajó. El intento del republicano de reordenar el comercio mundial, con el anuncio de los mayores aranceles desde la Gran Depresión, asestó un duro golpe al ánimo inversor. Los temores de recesión se propagaron con rapidez y el mercado no dudó en pulsar el botón del pánico. En las sesiones posteriores al órdago proteccionista, índices como el Ibex registraron caídas solo comparables a episodios de extrema convulsión, como la pandemia, el Brexit o la quiebra de Lehman Brothers.
Pero mientras las Bolsas acaparaban titulares, el auténtico pulso se libraba en otro frente. No fueron las caídas bursátiles las que forzaron el cambio de rumbo en la Casa Blanca, sino las tensiones en el mercado de deuda. Un repunte de las rentabilidades en un contexto de elevado endeudamiento y déficits abultados inquieta —y mucho— a los Estados. Tras varias sesiones de pánico, en las que los rendimientos de la deuda estadounidense a largo plazo llegaron a rozar el 5%, la tregua arancelaria y las rebajas de tipos en la recta final del año contribuyeron a apaciguar las tensiones. El bono estadounidense a diez años cierra el ejercicio en el 4,1%, frente al 4,6% de hace doce meses.
La bajada de los tipos no solo ha aliviado la carga financiera, sino que ha vuelto a actuar como red de seguridad para los mercados. En un entorno marcado por la preocupación ante las valoraciones exigentes de las tecnológicas y la dificultad de rentabilizar las inversiones masivas en inteligencia artificial, la moderación del coste del dinero, junto a unos resultados empresariales resilientes, ha ayudado a disipar los temores.
Tras tres recortes consecutivos, las perspectivas sobre la evolución de los tipos siguen siendo inciertas. Las actas de la última reunión de la Fed, publicadas ayer, constatan la profunda división existente en el seno del organismo y subrayan que nuevas rebajas dependerán de que la inflación continúe moderándose.
Entre la espada y la pared
Un error de cálculo que reavive las presiones inflacionistas es la principal amenaza. La Reserva Federal debe afinar al máximo para evitar un repunte de los precios sin dañar el mercado laboral. A esta complejidad se suma la inminente designación del sucesor de Jerome Powell. Los sondeos apuntan a Kevin Hassett, actual director del Consejo Económico, como posible próximo presidente de la institución. A diferencia de Powell, que priorizó la estabilidad de precios, Hassett ha reconocido que tendrá muy en cuenta los deseos de Trump, decidido a forzar tipos más bajos.
“El alto coste de la vida es el talón de Aquiles del presidente Trump de cara a las elecciones de mitad de mandato de 2026. Esto puede hacer que actúe con mayor cautela en las políticas con impacto directo sobre los precios al consumidor. La Fed recortará aún más los tipos, pero probablemente menos de lo que descuentan los mercados”, señala Thomas Hempell, responsable de macroeconomía en Generali AM.
Con el permiso de la inteligencia artificial y de la política monetaria, uno de los grandes hitos de 2026 serán las elecciones de mitad de mandato en EE UU. Wolf von Rotberg, estratega de renta variable en J. Safra Sarasin Sustainable AM, recuerda que en estos años la Bolsa estadounidense suele registrar avances más moderados. Tras tres ejercicios consecutivos con subidas de entre el 24% y el 17%, el experto anticipa un comportamiento más contenido.
Europa gana adeptos
Frente a un mercado estadounidense cargado de incertidumbres, los gestores miran a Europa como una de las alternativas más sólidas para los próximos meses. Las inversiones en defensa e infraestructuras en economías como la alemana, junto a una política monetaria más previsible, devuelven confianza a los inversores. A ello se suman unas valoraciones históricamente atractivas frente a EE UU y un apalancamiento empresarial contenido, según Thomas Friedberger, codirector de inversiones de Tikehau Capital.
Con la ayuda de la rebaja de tipos a nivel global, el mercado de deuda ha logrado sortear un ejercicio marcado por los desequilibrios fiscales y las previsiones de aumento del endeudamiento para financiar el rearme europeo, factores que seguirán condicionando la evolución de los bonos.
Mientras economías como la francesa siguen atrapadas en el bloqueo político, otras, como la española, han recibido el respaldo de inversores y agencias de calificación. Las buenas perspectivas macroeconómicas y la recuperación del rating perdido en la crisis de 2012 han situado la prima de riesgo por debajo de los 45 puntos básicos, niveles no vistos desde 2008. En contraste, el diferencial francés se mantiene en torno a los 71 puntos.
El crudo no ha permanecido al margen de las bruscas oscilaciones del mercado. Aunque tanto la economía como los inversores se han acostumbrado a convivir con un entorno geopolítico inestable, el aumento de la oferta por parte de la OPEP+ para evitar la pérdida de cuota ha confirmado que desde hace meses se produce más petróleo del que se consume, una tendencia que previsiblemente continuará en 2026. El Brent cede un 17,6% en el año, aunque logra mantenerse por encima de los 61 dólares, y encadena su tercer ejercicio consecutivo a la baja, el peor desde la pandemia. Los bajos precios de la energía son recibidos con alivio por los bancos centrales, que en los últimos años se han esforzado por devolver la inflación al 2% sin frenar la economía.
En un ejercicio marcado por los ataques a la independencia de la Fed, el dólar se ha visto penalizado, una debilidad que se ha acentuado por la divergencia de política monetaria entre una Reserva Federal más flexible y un BCE que da por concluido el ajuste. En un entorno en el que el dólar ha dejado de percibirse como el activo seguro de anteriores crisis, el oro se ha erigido como su principal sustituto. El metal amarillo brilla como refugio y se revaloriza cerca de un 65% en el año, su tercer ejercicio consecutivo en positivo y el más alcista desde 1979, favorecido por la debilidad del dólar, el auge de los ETF y la bajada de los tipos.
Con las Bolsas en máximos y la liquidez como principal sostén, 2025 se confirma como uno de los ejercicios más positivos para la renta variable europea y española. El reto para 2026 será ver hasta dónde puede extenderse esta tendencia sin comprometer la estabilidad del mercado.