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El faro del inversor
Tribuna
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Berkshire Hathaway: herencia, principios y una nueva etapa sin Buffett

Lo que distingue al conglomerado financiero y asegura su prosperidad futura es la convicción en el largo plazo y la cultura de integridad que ha dejado como herencia el empresario

Warren Buffett, el Oráculo de Omaha, es mucho más que un inversor legendario: es un icono de Wall Street, un referente ético y el arquitecto de una de las historias empresariales más extraordinarias del capitalismo moderno. Su reciente retirada como consejero delegado de Berkshire Hathaway, tras seis décadas al mando, marca el fin de una era. Y aunque permanecerá como presidente del consejo de administración, muchos ya se preguntan si su legado podrá sobrevivir sin él. Este relevo en la dirección de Berkshire refuerza la convicción de que el conglomerado seguirá prosperando durante muchos años. Gracias al enfoque de sus inversiones a largo plazo, sus principios y la cultura que ha fomentado en Berkshire, no sería extraño que esa prosperidad se mantuviera en los próximos años y décadas.

Buffett no solo ha sido el mayor generador de riqueza de la historia bursátil, sino también un símbolo de integridad y sensatez en un mundo a menudo dominado por la especulación y el cortoplacismo. Desde su modesta oficina en Omaha, lejos del bullicio de Nueva York, ha demostrado que la inversión a largo plazo y el pensamiento independiente pueden superar a cualquier moda pasajera.

Bajo su liderazgo, Berkshire Hathaway ha arrojado una rentabilidad anualizada del 19,9% desde 1965 (a cierre de 2024), frente al 10,4% del S&P 500 en el mismo periodo. Su influencia trasciende los números. En 1991, tras descubrirse que Salomon Brothers había manipulado subastas de bonos del Tesoro, Buffett, que ya era un accionista influyente, asumió el liderazgo temporal de la entidad para evitar su colapso y restaurar la confianza del mercado. En otro caso, durante la crisis financiera de 2008, su apoyo a Goldman Sachs fue visto como un “manto de seguridad nacional” para el sistema financiero estadounidense.

Basta con mirar al pasado para intuir el futuro, y un ejemplo de ello puede ser GEICO. Buffett descubrió la aseguradora en los años 50, tras una conversación reveladora con Lorimer Davidson, y décadas después la convertiría en el corazón financiero del conglomerado. GEICO no solo aportó estabilidad y rentabilidad, sino que permitió a Berkshire acceder al float asegurador: ese capital temporal fruto de las primas cobradas y aún no pagadas en siniestros, que Buffett ha sabido invertir con maestría.

El impacto de GEICO es incuestionable. En 2024, la compañía generó un beneficio técnico (underwriting profit) de 7.800 millones de dólares, más del doble que el año anterior, y fue clave para que Berkshire alcanzara un beneficio operativo récord de 47.400 millones de dólares. La eficiencia operativa y el modelo de venta directa al consumidor de GEICO han servido de ejemplo para el resto de las filiales, consolidando a Berkshire como un gigante diversificado y resiliente ante cualquier ciclo económico.

El legado de Buffett no se mide solo en cifras, sino también en la cultura y la filosofía que ha inculcado. Berkshire Hathaway es hoy una constelación de más de 180 empresas, desde ferrocarriles y energía hasta helados y seguros, gestionadas con autonomía, con una obsesión por la eficiencia y la honestidad. La paciencia, la aversión al endeudamiento excesivo y la búsqueda de “negocios maravillosos a precios justos” son los pilares que han guiado cada decisión de inversión.

Greg Abel, el nuevo CEO, hereda no solo un imperio valorado en más de 1,2 billones de dólares, sino también la confianza de Buffett y la responsabilidad de preservar una cultura única. Abel ha demostrado su valía liderando con éxito la división de energía y renovables, y su enfoque pragmático y disciplinado en la asignación de capital augura continuidad y adaptación al ciclo económico. La transición ha sido meticulosamente preparada: Abel y Ajit Jain, responsable de seguros, forman un tándem que garantiza estabilidad y continuidad en la gestión.

El futuro de Berkshire Hathaway no está exento de retos. El tamaño de la cartera, más de 275.000 millones de dólares en acciones cotizadas, exige encontrar oportunidades atractivas en un entorno donde la volatilidad es habitual. El propio tamaño de Berkshire limita la capacidad de replicar los retornos del pasado y la sucesión de Buffett plantea la incógnita de si alguien podrá igualar su olfato para las grandes adquisiciones.

Sin embargo, la solidez financiera es innegable: la liquidez disponible supera los 180.000 millones de dólares, y la disciplina en la asignación de capital sigue siendo un sello de identidad. Además, la diversificación sectorial y el enfoque en negocios con moat o “foso defensivo” (ventajas competitivas duraderas) ofrecen protección frente a la volatilidad y la disrupción tecnológica.

Lo que distingue a Berkshire Hathaway y asegura su prosperidad futura es la convicción en el largo plazo y la cultura de integridad que Buffett ha dejado como herencia. Como señala Bill Ackman, el verdadero valor de Berkshire no reside solo en sus activos, sino en la filosofía, la gobernanza y los principios que impregnan toda la organización. La paciencia, la humildad y la obsesión por la calidad seguirán guiando a la compañía más allá de la figura de Buffett.

En definitiva, Berkshire Hathaway está preparada para afrontar la nueva era con la solidez y la visión que la han convertido en leyenda. La sucesión de Buffett no es un punto final, sino el inicio de un nuevo capítulo en el que la cultura y los principios que él ha sembrado seguirán floreciendo. Como inversores, no podemos tener la certeza de que Berkshire continuará arrojando las extraordinarias rentabilidades de la era Buffett, pero sí parece razonable esperar que siga siendo un faro de estabilidad, rentabilidad y ética empresarial durante muchas décadas más.

A título personal, recuerdo haber asistido a una conferencia suya en 1987, cuando estudiaba mi MBA en Columbia. En aquel momento no era del todo consciente de la trascendencia que tendría aquel encuentro, ni de lo importante que sería Buffett y su filosofía para el resto de los inversores y para mí en las décadas posteriores. Su figura, entonces y ahora, sigue marcando el camino para quienes creemos en la inversión a largo plazo comprando buenas empresas a buenos precios.

John Tidd es Director de Inversiones en HAMCO AM, gestor delegado del fondo HAMCO Global Value Fund

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