Bolsa estadounidense, volatilidad e inflación, claves para invertir con Trump 2.0

El magnate prometió activar los aranceles a China, Canadá y México el primer día de su legislatura

Una gorra con el eslogan de "Make America Great Again" en la Bolsa de Nueva York.Andrew Kelly (REUTERS)

A ritmo de canciones patrióticas y acompañado de una cohorte de empresarios tecnológicos afines como Elon Musk, Jeff Bezos o Mark Zuckerberg, Donald Trump se convertirá este lunes, y por segunda vez, en el nuevo presidente de los Estados Unidos. Bancos de inversión y los grandes inversores llevan meses preparándose para ello, puesto que desde el primer minuto de campaña el republicano ya fue telegrafiando sus rompedoras promesas electorales en materia económica y de política comercial, aunque es a partir de ahora cuando arranca oficialmente su mandato y las ideas del magnate tienen que cristalizar ya sea en decisiones ejecutivas, ya sea en nuevas leyes que deberán superar el filtro parlamentario.

La victoria en las elecciones de noviembre fue bien recibido por la renta variable estadounidense, con el S&P 500 llegando a avanzar un 5,3% y el Russell 2000 anotándose un 8% en apenas un mes, si bien las recientes dudas sobre la inflación, la dilución de las expectativas de rebajas de tipos por parte de la Reserva Federal (Fed) y las fuertes ventas registradas en el mercado de bonos han evaporado lo avanzado previamente. Se espera que en la toma de posesión de este lunes Trump fije las líneas maestras de su administración que, en esta ocasión, no serán digeridas desde el primer instante por los inversores puesto que este lunes es festivo en Wall Street al celebrarse el día de Martin Luther King.

Aranceles. La imposición de aranceles a los productos que entren a EE UU ha sido una de sus propuestas económicas desde el minuto uno de su campaña, con China, México y Canadá en su punto de mira. Ser socio comercial de referencia para EE UU podría tener un precio directo hoy mismo: un 25% para todo producto proveniente de México y Canadá y de un 10% adicional para los chinos. El mercado confía en que no sea así, que los plazos se alarguen y que la amenaza sirva como arma de negociación, pero Trump ha asegurado que será lo primero que haga como presidente. Pero no se queda ahí: también ha amenazado a Europa con elevar los aranceles si no compra más petróleo y gas, algo que de llegar a producirse ahondaría en la debilidad económica de países como Alemania y Francia.

Inflación. La principal economía del mundo sigue mostrando una fortaleza envidiable y su mercado laboral está lejos de dar síntomas de debilidad. Ahora bien, las incertidumbres en materia de política comercial, inmigratoria y regulatoria han aumentado las incertidumbres sobre si la inflación continuará con su senda bajista hacia el objetivo del 2%. La pasada semana el director ejecutivo de BlackRock, Larry Fink, fue tajante: “Creo que la economía está en muy buena forma. Dicho esto, ¿está en muy buena forma? ¿Vamos a empezar a ver presiones inflacionarias elevadas? Ya veremos”.

Bueno para Wall Street. Trump tiene el favor del mercado. Las políticas llevadas a cabo bajo su primer mandato fueron positivas para las empresas estadounidenses, favorecidas por la bajada tributaria y una mayor desregulación, y se espera que así continúe en esta segunda ocasión. Su eslogan de Make America Great Again (Haz grande a EE UU de nuevo) le acompaña en todo momento y no es difícil verlo en gorras en el parqué de la Bolsa de Nueva York. Mientras los grandes banqueros de inversión estadounidenses reconocen que el regreso de Trump ha despertado una fiebre de fusiones, operaciones corporativas, emisiones de deuda o salidas a Bolsa, los analistas prevén que las empresas sigan impulsando sus beneficios empresariales, aunque estos sean más moderados que en los dos últimos años. Una moderación que les lleva a manejar unas previsiones de rentabilidad de índices como el S&P 500 más suaves que en ejercicios anteriores.

La llegada de Trump al despacho Oval vuelve además a favorecer la elección de la Bolsa estadounidense frente a la europea en las carteras de los gestores. “Debemos estar preparados para que el excepcionalismo estadounidense domine el mercado de renta variable”, dejan claro desde Wellington Management. Un singularidad que ya en 2024 se ha hecho presente como han demostrado las fuertes entradas netas de flujos hacia la Bolsa estadounidense tanto en fondos de inversión como en ETF (fondos cotizados).

Sectores favorecidos. A priori Trump impulsará una menor regulación financiera, algo que por ahora se ha llevado por delante ya al vicepresidente de Supervisión de la Reserva Federal, Michael Barr, quien hace escasas semanas renunció a su cargo, creado tras la crisis financiera de 2008 para reforzar la regulación del sector bancario, tras haber sido muy criticado en los últimos meses por los republicanos por sus avances en la reforma regulatoria sobre la banca. El impulso económico también beneficiará a las pequeñas y medianas empresas, especialmente aquellas de negocios más cíclicos. Las compañías ligadas al petróleo se situarán entre las grandes favorecidas, todo lo contrario que aquellas dedicadas a las energías renovables o al coche eléctrico, según ha desgranado en su programa electoral.

Después de unos años de frenesí hacia las grandes compañías tecnológicas, desde Edmond de Rothschild Banca Privada estiman que se ha ampliado “la diferencia de valoración entre las small y large caps, que ahora se encuentra en niveles no vistos desde la burbuja tecnológica de 2000″. Una situación que en su opinión, “refuerza los valores de crecimiento en detrimento de los de valor, que esperan desesperadamente su momento, y consolida la brecha entre valores caros y baratos. Esto hace que ciertos valores, pasados por alto por el frenesí actual, sean cada vez más atractivos, pero sólo con una condición: que encuentren un catalizador”.

Sede de Pimco en Los ÁngelesGettyImages

Rendimientos de la deuda. La fuerte caída del precio de los bonos en las últimas jornadas ha llevado el rendimiento del bono estadounidense a una década a rozar el 4,8% y acercar el fantasma del 5% que tanto teme en el mercado y que hace saltar las alarmas de los vigilantes de la deuda. Por ahora, gigantes como Pimco —la mayor gestora de renta fija del mundo— mantienen su letargo pero podrían ejercer su papel de grandes tenedores de deuda si creen que la inflación vuelve a descontrolarse o el déficit público se dispara en demasía con los planes económicos de Trump y deshacerse de grandes paquetes de deuda. A ello se sumaría que la subida de las rentabilidades de la deuda podría llevar a la renta variable a perder su atractivo frente a la deuda. “El aumento de los rendimientos de los bonos puede alejar dinero del mercado de valores, además de aumentar los costes de endeudamiento para las empresas”, comentan en Schroders.

La nueva administración estadounidense se ha fijado como objetivo el enfoque 3-3-3, esto es: un crecimiento del PIB del 3% —por encima de la tasa media de los últimos años de poco más del 2%—, un déficit fiscal del 3%, pese a que ahora se sitúa en el 6,5% y aspira a realizar fuertes rebajas fiscales, y un aumento de la producción de petróleo de tres millones de barriles al día —ahora cada día produce 13 millones— para seguir inundando de oferta de crudo estadounidense el mercado internacional.

¿Tipos de interés a la baja y un dólar débil? Desde las elecciones, la divisa estadounidense avanza un 6,35% frente al euro, acercando el temor a una paridad entre ambas monedas. Su fortaleza está penalizando también a las divisas emergentes y a otras como la libra esterlina, castigada recientemente además por las fuertes ventas registradas sobre la deuda británica. Una situación contraria al objetivo deseado por Trump de una divisa débil, que choca con su propuesta (inflacionista) de imposición de aranceles.

Tras dos años de lucha contra la inflación, la Reserva Federal se decidió en septiembre a iniciar el proceso de rebaja de los tipos de interés. Las tasas han pasado en pocos meses del 5,25%-5% al 4,50%-4,25% pero las propuestas de Trump han congelado las expectativas de nuevos recortes y el mercado llega a poner en duda descensos adicionales durante 2025. Por lo pronto, las proyecciones del merado no esperan ningún cambio de las tasas en las próximas tres reuniones del Comité Abierto, toda vez que el foco estará en el cruce de declaraciones entre Trump y el presidente del Fed, Jerome Powell, cuya relación dista mucho de ser amistosa —Powell recibió la victoria del republicado aseverando que no pensaba dimitir, recordando que no podía destituirle e insistiendo en la independencia de la institución—.

Criptoactivos. Trump será sobre el papel el primer presidente de EE UU criptobro y el primero en rodearse de grandes defensores de los activos digitales como Elon Musk, que se hará cargo del Departamento de Eficiencia Gubernamental; el inversor David Sacks, encumbrado a zar cripto; Scott Bessent, nuevo secretario del Tesoro, y Paul Atkins, el nuevo presidente de la SEC. Una cohorte que ha disparado las esperanzas del mundo cripto que estará pendiente del cumplimiento de una de las promesas realizadas por el republicano en campaña: la creación de una reserva estratégica de bitcoins, que asemejaría el criptoactivo por excelencia con el oro o las divisas extranjeras. Desde la victoria electoral de Trump el bitcoin suma una revalorización del 51,5%.

Un cocinero en un restaurante mexicano en San Francisco, California.Justin Sullivan (Getty Images)

Cuatro años de volatilidad (a golpe de tweet). Si algo tienen claro los analistas es que Trump elevará, y mucho, la volatilidad. Solo hace falta echar un vistazo a sus redes sociales y sus polémicas declaraciones —recuerden que Twitter llegó a cerrarle la cuenta por riesgo de incitación a la violencia tras el asalto al Capitolio en 2021—. A los despidos a golpe de tweet, sumó una batería de aranceles, que en muchas ocasiones no llegaron a activarse, contra países como China, Canadá, México o Turquía, pero también sobre materias primas como el acero o el aluminio importado o el mismo aguacate mexicano, disparando su precio y convirtiéndolo en un producto de lujo.

A su incontinencia verbal habrá que sumar la de Elon Musk. A falta de ver cómo se concreta su papel en la nueva administración estadounidense, la capacidad de influir en el mercado del fundador de Tesla será otro punto a tener en cuenta. Además, desde Wellington Management reconocen que “las valoraciones elevadas hacen que la decisión de mantener posiciones largas en renta variable sea menos sencillo.

Geopolítica de alto voltaje. Trump desembarca en el despacho Oval con varios polvorines en la agenda internacional: a las relaciones entre Estados Unidos y China se suma la guerra entre Rusia y Ucrania y el posible impulso por parte del republicano a un acuerdo a un acuerdo de paz; la invasión de Palestina por parte de Israel —habrá que ver cómo avanza el alto al fuego decretado este fin de semana—, y las relaciones de la nueva administración estadounidense con Irán y Venezuela y hacia dónde van las sanciones fijadas por Washington. Un cóctel que ha llevado a la geopolítica internacional a “su nivel más peligroso y complicado desde la Segunda Guerra Mundial”, en palabras de Jamie Dimon, director ejecutivo de JP Morgan.



Sobre la firma

Archivado En