Eso que no te mata, te hace más fuerte
La rentabilidad del bono a 10 años de EE UU vuelve a rozar la barrera psicológica del 4,5%
Al hilo de la rotunda victoria de Donald Trump y del Partido Republicano en las elecciones estadounidenses, ha aparecido cierta corriente de pensamiento que opina que la llegada del extravagante expresidente de nuevo a la Casa Blanca, va a obligar a Europa a ponerse las pilas en muchos conceptos. Que puede ser una oportunidad. En esa línea va la frasecita de Nietzsche que da título a este artículo. Que, por cierto, es la frase que da comienzo también a la película Conan el Bárbaro… sin necesidad de profundizar en comparaciones entre personajes.
Desde luego, en estos días se nos han despejado las dudas de las tres grandes incógnitas que tenían al mercado atenazado. En primer lugar, el informe de empleo -el dato macro que más ha movido los mercados en 2024- aunque sesgado claramente a la baja por los huracanes y huelgas habidos en el mes de octubre, resultó claramente por debajo de las estimaciones del mercado. Esto allanó el camino para que la Reserva Federal -segunda incógnita- no tuviera especial reparo en reducir 25 puntos básicos su tipo de referencia, hasta la banda 4,75%-4,5%. Recordemos que la Fed ha abogado en incontables ocasiones a favor de un escenario base de aterrizaje suave de la economía. En ese sentido, la victoria de Trump -tercera incógnita resuelta- no ha sido obstáculo para llevar a cabo esta decisión. Eso sí, Jerome Powell se encargó de mandar un recado al mercado, en el sentido de que las siguientes bajadas dependerán de cómo evolucione la economía. Es muy posible que veamos otra reducción de 25 puntos básicos en diciembre. A partir de ahí el programa económico de Trump tendrá mucho que ver con la senda de normalización monetaria.
Porque dicho todo esto y, por lo que respecta a los mercados de activos, la sensación es que el protagonismo de verdad está pasando de la política monetaria a la política fiscal o, más exactamente, a la política fiscal que pueda implementar el nuevo inquilino de la Casa Blanca y la respuesta que pueda ofrecer Europa.
Parece claro que Donald Trump trae de la mano un programa de rebaja impositiva que, caso de ejecutarse en máximos, resultaría en un importante incremento del ya de por sí elevado déficit y un empuje extra del consumo, por la vía de una mayor renta disponible…y ojo en este caso con lo que podría suceder con los precios. La inflación ha dejado de ser el principal problema, pero puede volver a serlo si la economía estadounidense recibe un shock de demanda. ¿Dónde podrían irse los mercados, en un momento en el que el escenario de fondo era avanzar en la senda de bajada de tipos?
En realidad, esto lo estamos viendo en la cotización de bonos y Bolsas en los últimos días. Es lo que se ha dado en llamar “la put de Trump” antes de las elecciones y que ahora se nos muestra con aún mayor intensidad. En conjunto, estamos observando una clara dicotomía en el comportamiento de la renta variable y la renta fija, en los dos lados del Atlántico. En el primer caso, en Norteamérica, las Bolsas parecen estar en modo positivo, casi podríamos decir sin excepción de sectores. En Europa, por el contrario, la renta variable empieza a sopesar los efectos que, sobre unas economías eminentemente exportadoras, puede tener una guerra arancelaria. En ese contexto, los inversores y, en general, las casas de análisis recomiendan prudencia con las acciones en el Viejo Continente.
En el caso de la renta fija, observamos un claro tensionamiento de las curvas estadounidenses, con un notable incremento de rentabilidad (el diez años casi rozando la barrera técnica y psicológica del 4,5%). En otras palabras, un reflejo de lo que podría ser algo de involución en la normalización de tipos en EE UU -ojo a esto porque, si perdura, puede dañar también a la renta variable, por la mayor dificultad de financiación de las empresas-. En el caso de Europa, asistimos a un claro empinamiento de dichas curvas. Es decir, los plazos largos no se mueven o reducen su rentabilidad menos que los cortos. En resumen, si en EE UU decíamos que, tal vez, haya que dar una vuelta a la velocidad de las bajadas de tipos, en Europa la sensación es que el BCE va a reducir el precio del dinero de manera más rápida y contundente de lo inicialmente previsto, en aras de sostener a unas economías -salvo excepciones, como España-en un momentum claramente más desfavorable que en Norteamérica.
En otras palabras, desde el punto de vista económico -no digamos, geopolítico…aunque esto merece un artículo aparte- Europa se enfrenta a muy serios retos que, en realidad ya han quedado suficientemente explicitados en el informe Draghi de hace unos meses. Nada que no conozcamos. Es posible que la presidencia de Trump nos obligue a los europeos a realizar mayores esfuerzos en muchos ámbitos, singularmente buscar un mayor dinamismo en nuestras economías a través de una mayor competitividad, impulso tecnológico… ¿y más sencilla regulación? En todo caso, los problemas de productividad no son fáciles de solucionar. No basta con bajar tipos. Y aquí, otra vez España como paradigma, y no para bien.
Por todo ello, mucha atención a la respuesta que demos desde la vieja Europa a los primeros actos y medidas de la futura administración americana…que no llegará hasta enero. Al final del día, se pueden contar con los dedos de una mano los acontecimientos que mueven al mercado fuerte y decisivamente en un año. Y la nueva presidencia será uno de ellos. Esperemos que, a lo largo de 2025, estas oportunidades se cuenten solo con los dedos de una mano… y no, como se suele decir, con dedos de manos y pies, etc. Si fuera así, estaríamos ante un nuevo escenario económico y de mercado, no precisamente positivo.