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Lealtad, 1
Columna
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¿Cuántos miles de millones vale el robotaxi?

Las métricas de Tesla no son las de una empresa automovilística, sino las de un proveedor de tecnología

Un Robotaxi de Tesla, durante su presentación este mes en Los Ángeles.
Un Robotaxi de Tesla, durante su presentación este mes en Los Ángeles.Tesla (via REUTERS)
Nuño Rodrigo

Tesla ganó ayer unos 125.000 millones de capitalización bursátil; los resultados del miércoles estuvieron por encima de las previsiones, y las nuevas proyecciones de negocio y producción de la firma gustaron al mercado. Hace más de un año que Tesla no batía las expectativas de los analistas, por lo que la acción repuntó con fuerza. La subida ha sido más abultada que la caída registrada tras el esperado evento del Robotaxi del mes pasado; el aparente pinchazo de aquella presentación no es tan cuantificable como un resultado trimestral, pero la respuesta del mercado es un tanto paradójica, porque Tesla no es una cotizada al uso. Y ni mucho menos una automovilística cotizada.

Opera, de hecho, en un sector vapuleado en Bolsa pero cotiza con métricas de una gran tecnológica. Ha sido uno de los llamados siete magníficos, por más que su capitalización esté un 40% por debajo de la Meta, sexta de esos famosos siete. Tesla cotiza con un PER 2024 de más de 100 veces; es decir, habría que esperar un siglo (al ritmo actual) para recuperar en forma de beneficio lo que se paga por una acción. Ninguna de las grandes del motor cotiza con un PER que se le aproxime: Toyota es la más cara, con ocho veces. Más llamativa es la comparación con las otras magníficas. Nvidia, que simboliza la fiebre por la inteligencia artificial, cotiza más barata que Tesla, con un PER 2024 de 90 veces. El PER 2025 y 2026 (calculado con los beneficios de esos años) es de 80 y 60 veces para Tesla; de 50 y 345 para Nvidia, según Bloomberg.

Cuando un inversor acepta pagar estas valoraciones es porque hace una apuesta por el largo plazo: en algún momento del futuro Tesla podrá traducir sus ventajas competitivas en un poder de mercado que la convierta en una máquina de hacer dinero. Hace tiempo Tesla sí tenía una clarísima ventaja competitiva en el coche eléctrico y estaba años por delante de la competencia. Ahora ya no es el único jugador en el mercado y hay competidores de peso como la china BYD (de ahí que Tesla haya tenido que bajar precios en algunos modelos). Cierto es que Musk va varios pasos por delante de sus competidores en diseño, tecnología e imagen de marca, al estilo de Apple y su iPhone. Ahora bien, comprarse un móvil caro es un capricho. Un coche caro es otro cantar. El argumento industrial parece insuficiente para explicar los precios.

No ocurre lo mismo, al menos sobre el papel, con su pata tecnológica, es decir, la conducción autónoma. Es decir, el Robotaxi. En el negocio del software, los márgenes son estratosféricos a medida que ganas escala: la conducción autónoma de Tesla cuesta 8.000 dólares (y otros 100 al mes). Una vez desarrollado, el coste marginal de implementarlo en cada nuevo vehículo es escaso. Pero de momento, Musk ha prometido repetidamente que el Robotaxi estará a la venta el próximo año, cosa que nunca ocurre. Y la conducción autónoma requiere supervisión humana, al menos de momento.

Otra cosa es que, como sugirió Musk este miércoles, si Donald Trump gana las elecciones y le concede un puesto en la administración, adaptaría la regulación sobre vehículos autónomos en favor de su empresa, sorteando los reglamentos estatales: “Una aprobación nacional es importante”. Los aranceles sobre China también pueden suponer una ayudita, por aquello de eliminar competencia. Musk apunta a convertir a Tesla en la mayor empresa del mundo pero, paradójicamente, más que en la innovación parece apoyarse en algo tan intemporal como adaptar las leyes a lo que conviene al bolsillo.


Sobre la firma

Nuño Rodrigo
(Barcelona, 1975) es subdirector de Cinco Días. Licenciado en Economía por la UAM, inició su carrera en CincoDías en 1998, especializándose en información financiera. Ha sido responsable de Mercados, de la edición Fin de semana y de la sección Cinco Sentidos. Redactor jefe a partir de 2007, de 2011 a 2021 se ocupó de la edición digital.
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