Bolsa europea en 2024: la eterna promesa frente al irreductible Wall Street

Los expertos llevan años vaticinando que la renta variable del Viejo Continente irá mejor que la norteamericana, pero en pocos ejercicios se cumplen sus predicciones

Carlos Cortinas Cano

Cuando llega el invierno, bajan las temperaturas, las aves migratorias cruzan el estrecho de Gibraltar rumbo a África y los analistas financieros vaticinan que este año, este sí, la Bolsa europea va a tener un mejor comportamiento que la de Estados Unidos (EE UU). La realidad es tozuda y en los últimos 10 años les ha llevado la contraria. El retorno medio anual en este periodo del índice S&P 500 –que sintentiza la evolución de las mayores cotizadas norteamericanas– ha sido...

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Cuando llega el invierno, bajan las temperaturas, las aves migratorias cruzan el estrecho de Gibraltar rumbo a África y los analistas financieros vaticinan que este año, este sí, la Bolsa europea va a tener un mejor comportamiento que la de Estados Unidos (EE UU). La realidad es tozuda y en los últimos 10 años les ha llevado la contraria. El retorno medio anual en este periodo del índice S&P 500 –que sintentiza la evolución de las mayores cotizadas norteamericanas– ha sido del 13%. Casi el doble que su equivalente europeo, el Stoxx 600.

En esa década, solo en dos ejercicios (2022 y 2017) el índice del Viejo Continente lo hizo mejor que las empresas de Wall Street. Y fue por los pelos. Desde la crisis financiera de 2008 y la Gran Recesión, apostar por las cotizadas de Europa ha sido mal negocio.

Y el caso es que, año tras año, los argumentos para priorizar la inversión en compañías europeas se repiten: cotizan a precios muy baratos, tienen un perfil más cíclico que les puede beneficiar de una reactivación económica, han aguantado mejor de lo previsto el encarecimiento de los combustibles y la guerra de Ucrania...

Las opiniones a favor del potencial de la Bolsa europea son numerosas. Roberto Scholtes, jefe de estrategia de Singular Bank, explica que, en lo referente a la inversión en renta variable: “preferimos moderadamente sobreponderar Europa y Japón frente a EE UU y los emergentes”. Helen Jewell, directora de inversiones de BlackRock para el análisis fundamental de Bolsa, considera que hay varios factores que pueden impulsar a las empresas de la Unión Europea. “Va a seguir habiendo una gran inversión pública para fomentar la descarbonización de la economía, lo que va a beneficiar a muchos sectores”. También destaca que habrá compañías británicas especializadas en recopilar y comercializar datos, cuyos servicios se van a ver muy demandados por el auge de la inteligencia artificial.

También Fabiana Fedeli, directora de inversiones de la gestora M&G Investments, señala que “de cara a 2024, las acciones del Reino Unido y de la Europa continental presentan valoraciones más atractivas que las de Estados Unidos en su conjunto, tras las fuertes subidas de los índices en 2023″.

La mayoría de estas consideraciones se fueron produciendo a finales del año pasado o a comienzos de enero. Pero, en este primer mes de 2024 que ahora termina, la irreductible Bolsa norteamericana ha vuelto a imponerse. El S&P 500 ha pulverizado sus máximos históricos y se anota ya un ascenso de casi el 3,5%, mientras que la renta variable europea anda dubitativa. Como siempre. El índice Stoxx 600 avanza poco más del 1%.

Motivos para la divergencia

Para los expertos del gigante Capital Group, los factores que explican el largo desacoplamiento de Wall Street respecto a Europa son “el descenso de los tipos, el crecimiento de los beneficios y la innovación, que propiciaron la fuerte expansión de los múltiplos bursátiles”. Este argumento se concreta en el fuerte impulso de las compañías tecnológicas estadounidenses, que ha sido clave este enero, durante 2023 y en la última década. Los Siete Magníficos (Microsoft, Apple, Amazon, Alphabet, Nvidia, Meta y Tesla) llevan años asombrando al mundo, con una capacidad para generar ingresos y beneficios nunca vista.

Entre estas siete firmas suman una capitalización bursátil de más de 10 billones de dólares. Un valor similar a la suma de las 500 cotizadas europeas. Su revalorización agregada desde 2019 ha sido del 503% (48% anual). Microsoft ha vuelto a recuperar el cetro de la empresa más valiosa del mundo gracias a su apuesta por la inteligencia artificial con la compra del 50% de OpenAI, la firma creadora de ChatGPT; Apple ha consolidado un emporio en la tecnología de consumo y cada vez gana más dinero con negocios como el almacenamiento de datos, como también le ocurre a Amazon. Únicamente Tesla parece descolgarse levemente del irrefrenable tirón de estos titanes.

Ron Temple, director de estrategia de mercado de Lazard, subraya que “el problema de Europa es que no cuenta con compañías tecnológicas tan potentes como las estadounidenses”. La única firma que sí está recogiendo en su cotización el mayor interés por la inteligencia artificial es la neerlandesa ASML. Se trata de una empresa líder indiscutible en la fabricación de máquinas de litografía para imprimir microchips. Los gigantes dedicados a esta tecnología, la taiwanesa TSMC, la coreana Samsung y la estadounidense Intel son los clientes de la empresa europea, que ha disparado los pedidos en el último trimestre. Pero el caso de ASML es algo aislado.

Respecto a la evolución del conjunto de la renta variable nortemericana, Temple advierte que las elecciones a la presidencia de Estados Unidos pueden añadir bastante volatilidad a este mercado. “En el supuesto de que Trump sea finalmente el candidato republicano y acabe imponiéndose a Biden, ¿volverá a bajar con fuerza los impuestos como hizo en su primer mandato? Eso podría beneficiar a las empresas pero también provocar que los inversores empiecen a temer por la sostenibilidad de su deuda pública, y desencadenar una crisis, un riesgo que no podemos descartar”. El experto, que trabaja en Nueva York, considera que el volumen de endeudamiento federal es insostenible.

Donald Trump, ex presidente de Estados Unidos y aspirante a ser candidato por los republicanos en las elecciones de 2024.MIKE SEGAR (REUTERS)

Las posibilidades de que Donald Trump acabe siendo el candidato republicano son muy altas. Más tras la retirada de Ron Desantis el domingo pasado. Pero “hay que recordar que el expresidente tiene muchísimos procedimientos penales abiertos y esto puede tener un importante efecto en campaña, creo que no hay que descartar tan rápido a la otra aspirante, Nikki Haley”, apunta.

Desde Axa Investment Managers apuntan a otra derivada. La posible reelección de Trump tendría un impacto en los acontecimientos geopolíticos “con una posible vuelta a las guerras comerciales, así como interrogantes sobre el apoyo a Ucrania e Israel”, argumenta David Page, responsable de investigación macro de la firma. Al final, la vuelta de Trump podría acabar siendo peor para Europa que para Estados Unidos.

Las elecciones al Parlamento Europeo (mayo) y las del Reino Unido (probablemente en octubre) también deberían tener importantes repercusiones locales. Durante este año, más de la mitad de la humanidad está llamada a las urnas, con comicios también en la India, en México...

Mientras tanto, la economía estadounidense sigue resistiendo ante las alzas de tipos con un estoicismo que está sorprendiendo a los expertos. Esta semana se conoció que el producto interior bruto (PIB) creció un 0,8% en el cuarto trimestre de 2023, un 2,5% en el conjunto del año. Todos los expertos esperaban que las drásticas subidas de tipos impulsadas por la Reserva Federal (el banco central de EE UU) acabarían por matar a la economía norteamericana, pero el dinamismo del consumo y los ahorros acumulados durante la pandemia han obrado el milagro del aterrizaje suave.

Para Fabiana Fedeli, de M&G Investments, las dudas sobre lo que ocurrirá con la macroeconomía van a hacer que haya una mayor dispersión en la evolución de las Bolsas, “por lo que estamos recomendando a los clientes centrarse en temas estructurales a largo plazo, como la innovación, incluida la inteligencia artificial, las infraestructuras y la descarbonización de la economía”.

El papel de los bancos centrales

Un factor que acabará siendo fundamental es cuándo empezarán la Reserva Federal y el Banco Central Europeo (BCE) a bajar tipos de interés. Muchos auguran los primeros recortes ya en la primera mitad de año. Tanto Jerome Powell como Christine Lagarde han enfriado los ánimos. No quieren precipitarse y esperarán a que la inflación esté totalmente bajo control.

Lucía Gutiérrez-Mellado, directora de estrategia de JP Morgan Asset Management en España, recuerda que “cuando la inflación está en un entorno entre el 2% y el 3%, la Bolsa de Estados Unidos suele revalorizarse anualmente casi un 14%; no es que esta vez tenga que ser así, pero unos precios controlados y unas futuras bajadas de tipos son un buen entorno para invertir en renta variable”.

Respecto a dónde invertir, desde Capital Group destacan a compañías que se vayan a ver beneficiadas por la irrupción de la inteligencia artificial (mayoritariamente norteamericanas), así como empresas dedicadas al turismo y los viajes, “empresas que sean punteras en la innovación farmacéutica, específicamente en lo que respecta a los medicamentos contra la obesidad”, como es el caso de la danesa Novo Nordisk o la estadounidense Eli Lilly. Así como compañías que contribuyan a “la electrificación y el aumento mundial de la demanda de aire acondicionado”, que beneficiará a los gestores de infraestructuras eléctricas como Red Eléctrica, la francesa RTE o la italiana Terna.

Los expertos también mencionan a los bancos europeos, que tienen ambiciosos programas de recompras de acciones y se seguirán beneficiando de un entorno de tipos altos. Tal vez el sector del lujo, con firmas como LVMH, que se podría beneficiar de la reactivación de la economía china. Quizás, quizás, quizás... pero mientras, los Siete Magníficos siguen partiendo la pana desde Wall Street.

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