El BCE afronta este jueves su dilema más difícil entre inflación o crecimiento

La tensión de precios no se ha encauzado como para bajar la guardia mientras el crédito se contrae.  El mercado duda de si Lagarde hará la esperada pausa en los tipos o los subirá por décima vez

Christine Lagarde, presidenta del BCE, en rueda de prensa el pasado mayo.KAI PFAFFENBACH (REUTERS)

Por primera vez desde que el BCE comenzó a subir los tipos de interés en julio de 2022, no hay una indicación clara sobre cuál va a ser la decisión que tomará el Consejo de Gobierno de la institución este jueves. Y por primera vez desde que se inició la acelerada oleada de aumentos en el precio del dinero, esta vez sí existe la posibilidad cierta de que el BCE haga una pausa y renuncie a una nueva subida de tipos, que sería la décima en poco más de un año.

Christine Lagarde, presidenta del BCE, avanzó en la pasada cita de julio que todo iba a depender de los datos. Y esos datos dan argumentos tanto para una nueva subida de tipos –con una inflación que no terminea de apaciguarse como al BCE le gustaría– como para una tregua, ante las señales de desaceleración de la economía y la contracción del crédito. El dilema entre la lucha contra la inflación o cierta protección del crecimiento está más vivo que nunca y se ejemplifica a la perfección en Alemania. La locomotora de europa está sorteando por la mínima la recesión, con un nulo crecimiento en el segundo trimestre después de dos trimestres seguidos de ligera contracción. Al tiempo, los precios han crecido en el país en agosto el 6,1% y los salarios aumentan al ritmo récord del 6,6%, con datos del segundo trimestre.

Según explica Hans-Jörg Naumer, director global de mercado de capitales de Allianz Global Investors, “los datos económicos sugieren que el BCE debería adoptar una postura prudente; al fin y al cabo, el crecimiento de la zona euro está por debajo de las previsiones de los expertos del BCE. Al mismo tiempo, la inflación se está ralentizando, pero no lo suficiente como para que se quede de brazos cruzados”. Las evidencias de desaceleración económica en la zona euro refuerzan por tanto la tesis de quienes apuestan por que el BCE hará una pausa, aunque en el espíritu del banco central la prioridad máxima es la estabilidad de precios, incluso sacrificando el crecimiento.

El mercado tampoco tiene muy claro cuál será la decisión del BCE. Concede un 35% de probabilidades a una subida de tipos en la reunión de este jueves, aunque las opciones a un alza en algún momento de lo que queda de año se amplían al 70%. Sea lo que sea que decida el BCE, también tendrá que lidiar con las expectativas de los inversores. La dificultad de su decisión se agrava ante el hecho de que si pausa las alzas de tipos, pueda interpretarse como el punto y final definitivo a las subidas. La fórmula más efectiva para evitar malentendidos sería elevar tipos una vez más, ya la última, en la cita de este mes.

Esa es la postura que defendió la pasada semana el miembro eslovaco del Consejo de Gobierno, el halcón Peter Kazimir, que se mostró a favor de una subida más, preferiblemente esta semana. Otra reconocida voz del ala dura del BCE, el holandés Klaas Knot, también advirtió que el mercado podría estar minusvalorando la posibilidad de un alza de tipos el día 14.

Del otro lado, el de las palomas partidarias de parar las subidas, el portugués Mario Centeno mostró su inquietud ante las consecuencias de hacer demasiado mientras la economía de la zona euro se debilita. Yves Bonzon, director de inversiones del banco privado suizo Julius Baer, lanza una dura advertencia al respecto. “El BCE podría estar a punto de cometer otro error de política monetaria, a poco más de un año desde el anterior, cuando abogó por mantener unas tasas negativas durante un período prolongado en la primavera de 2022″, afirma. En su opinión, la contracción del crédito, causada por su radical encarecimiento, es ya motivo suficiente para parar.

Rubén Segura-Cayuela, economista jefe de Bank of America para Europa, reconoce que la decisión del BCE está muy reñida, aunque cree que las últimas noticias apoyan una subida de tipos este jueves. Argumenta que las perspectivas de crecimiento son más débiles, aunque sin recesión, que la inflación sigue fuerte en el corto plazo, que se dan pequeños repuntes en las expectativas de inflación y los costes laborales unitarios y que hay “ausencia de indicios claros de un máximo en la inflación subyacente”. Retoma en todo caso la duda generalizada sobre qué pasará. “Nuestra convicción sobre la subida de septiembre no es completamente firme, sí lo es que, salvo grandes sorpresas, si no suben en septiembre, la de julio sería la última subida de este ciclo”, concluye.

También bajo la presión de la Fed

Reunión del día 20.  En esta ocasión, el BCE no podrá saber de antemano qué decidirá la Reserva Federal sobre sus tipos de interés. En anteriores ocasiones, la Fed celebraba su reunión antes, aunque fuera un día, que el BCE. Y las decisiones del banco central más poderoso del mundo tienen una inevitable influencia sobre el Banco Central Europeo, aunque Lagarde insista siempre en reivindicar su independencia. El mercado espera que la Fed renuncie a elevar tipos en su reunión del día 20 aunque sí podría volver a elevarlos antes de fin de año. 

Divergencia.  La realidad  de la economía de EE UU y la zona euro es muy diferente. Estados Unidos está  ya muy cerca del final de las alzas de tipos y ha embridado en mayor medida la inflación, mientras que en la zona euro aún es elevada y hay mayores señales de debilidad económica. 

Influencia.  La expectativa de que el BCE pueda hacer una pausa en los tipos y el aumento de precio de las materias primas, en especial del petróleo, ha debilitado en los últimos días al euro, que ha llegado a perforar los 1,07 dólares, niveles de principios de junio. 

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