Lagarde advierte de que tardará en dar por terminadas las subidas de tipos de interés
La presidenta del BCE prepara el terreno para nuevas subidas del precio del dinero: “Es improbable que podamos decir pronto que los tipos han tocado techo”.
Suele decirse que, cuando tienen que combatir la alta inflación, los bancos centrales empiezan a subir los tipos de interés hasta que se rompe algo. El Banco Central Europeo lleva un año elevando el coste del dinero para enfriar la economía sin, hoy por hoy, quebrar nada, pero este martes ha quedado claro que no aflojará aun a costa de provocar rotos: más paro, menos crecimiento, tal vez una crisis. La presidenta del BCE, Christine Lagarde, confirmó una nueva alza de tipos en julio y recalcó que vienen curvas: “Es improbable que podamos decir pronto que los tipos han tocado techo”.
La lucha contra la inflación, el aumento desbocado de los precios, ha entrado en una nueva fase en Europa, una cuesta más empinada y con más posibilidad de causar perjuicios. Así ha quedado claro en la segunda jornada del foro de bancos centrales que el BCE organiza cada año en la villa portuguesa de Sintra. Desde que el BCE comenzó a subir los tipos el pasado julio, la inflación de la zona euro ha bajado drásticamente: del histórico 10% que llegó a tocar en octubre, cuando el objetivo es una tasa del 2%, hasta el 6,1%.
Pero los banqueros atribuyen la mayor parte de esta mejora a la suavización de los choques externos (el coste de la energía y el bloqueo de la cadena de suministros) y creen que ahora la inflación solo puede bajar a costa de enfriar más el consumo y la inversión. Lagarde admitió que aún no se ha experimentado el impacto completo de las ocho subidas de tipos consecutivas que lleva el banco, y que ha dejado el coste del dinero en el 4%, y recalcó: “No hemos terminado el trabajo”. Así que los tipos, dijo, deben situarse en un nivel “suficientemente restrictivo” y quedarse ahí “todo el tiempo que haga falta”.
Dos tercios de la inflación doméstica experimentada en la zona euro en 2022 se debe a los beneficios empresariales, según los propios datos del BCE, pues las empresas han repercutido todo el aumento de los costes en sus precios. Ahora, el banco calcula que los salarios subirán un 14% hasta 2025 para recuperar parte del poder adquisitivo perdido con la pandemia y teme que eso retroalimente la inflación “durante varios años”. Las compañías han podido subir sus precios porque la demanda no ha aflojado. Eso es lo que el BCE cree que puede cambiar a partir de ahora. “Si la política monetaria es lo bastante restrictiva, la economía puede lograr una desinflación general mientras los salarios reales recuperan pérdidas”, apuntó Lagarde.
El gran debate entre halcones, como se conoce a los banqueros más rigoristas con los objetivos de inflación, y palomas, los más heterodoxos, tiene que ver esencialmente con el tiempo. Cuanta más prisa por devolver la inflación al 2%, más dura y restrictiva debe ser la política monetaria, pero más probabilidades tiene de provocar una recesión. Cuanto más progresiva es esa batalla contra la inflación, y menos restrictivos los tipos, más fácil resulta esquivar una crisis.
En Sintra, están ganando los halcones esa batalla del relato: el miedo a que una inflación pegajosa se enquiste y envenene la economía domina todos los discursos públicos. En los pasillos y en las pausas de café, la mayor parte de comentarios dirigen a un sentimiento de culpa por el error de 2022, cuando la mayor parte bancos centrales creyeron que la inflación sería un problema transitorio, debido a fenómenos exógenos, y tardaron en subir los tipos. Todos temen perder su credibilidad. También planea el recuerdo de Estados Unidos en los años 70, cuando el entonces presidente de la Reserva Federal, Arthur Burns, optó por la vía blanda y la inflación se prolongó durante una década. Su sucesor, Paul Volcker, resolvió el problema por las bravas, disparando el precio del dinero hasta el 20% (con dos recesiones mediante).
Europa ya ha recibido señales evidentes de fuerte desaceleración: la zona euro se encuentra en recesión técnica y el consumo interno ha empezado a sufrir, conforme los ahorros se terminan en los hogares. En el foro de hace un año, Lagarde lanzó su propia versión del whatever it takes (“todo lo que sea necesario”) que hizo célebre Mario Draghi en plena crisis del euro y se comprometió a ir “tan lejos como fuera preciso” para atacar la inflación. Este martes insistió. Por si había dudas, dejó clara la prioridad de su mandato: “La política monetaria tiene actualmente un solo objetivo: devolver la inflación a nuestra meta del 2% a tiempo. Y estamos comprometidos con este objetivo pase lo que pase”. Los banqueros prefieren hoy pecar al estilo de Volcker.
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