La competitividad se fortalece con la privacidad como aliada
La relación entre tecnología y protección de datos no es una dicotomía excluyente
Gracias a la democratización de las nuevas tecnologías y los avances en digitalización se ha conseguido impulsar el crecimiento económico en torno a las empresas que se benefician de su uso. Sin embargo, implica riesgos importantes para los datos personales y la privacidad de las personas. Justo coincidiendo con el Día Europeo de la Protección de Datos, merece la pena reflexionar sobre los retos para las empresas que entraña esta normativa tan transversal a toda actividad.
Hoy día, prácticamente todo tiene implicaciones en privacidad: desde el comercio electrónico, aplicaciones móviles o videojuegos, pasando por la publicidad digital personalizada y dirigida en base a la elaboración de un perfilado por el comportamiento que se ha realizado en internet y en las redes sociales, o el empleo de medios de captación de datos biométricos como huellas dactilares o el iris, o por el enorme elenco de tratamientos de datos que puede realizar una inteligencia artificial. Sin embargo, la relación entre tecnología y privacidad no es una dicotomía excluyente.
La regulación en protección de datos muestra la suficiente flexibilidad para impulsar y respaldar el progreso de las empresas tecnológicas, digitales e innovadoras en Europa a pesar de su dureza. De hecho, conjugar su adecuado cumplimiento con la explotación del valor añadido que genera puede permitir a las organizaciones posicionarse óptimamente como un motor de competitividad e innovación tecnológica, en comparación con otras de Estados Unidos o Asia.
Esta perspectiva solo es viable con una visión estratégica a largo plazo, ya que es la única que permite reconocer el valor estratégico de la privacidad como un elemento en el cual apoyarse y beneficiarse como inversión.
Este reto será mucho más complejo a partir de este 2024 por la prevista aprobación de una batería de normas por parte de la Unión Europea para mejorar la competencia y homogeneizar el mercado interior en aspectos tecnológicos y digitales.
Así, tras la reciente aprobación del reglamento de datos que entrará en aplicación en septiembre de 2025 y que viene a establecer normas sobre el uso de datos en el internet de las cosas, seguirá el reglamento de inteligencia artificial, con obligaciones de análisis previos sobre su desarrollo y utilización, y el esperado reglamento ePrivacy, que solventaría el problema de las distintas interpretaciones sobre el uso de las cookies por los diferentes reguladores europeos.
También están pendientes el reglamento de resiliencia operativa digital (DORA), para la gestión de los riesgos derivados de las TIC (tecnologías de la información y la comunicación), o los reglamentos de servicios digitales (DSA) y de mercados digitales (DMA), que tendrán por objeto crear un espacio digital más seguro para los usuarios y establecer unas condiciones de competencia equitativas para las empresas.
Ante este escenario, será conveniente –si no obligatorio– que las empresas e instituciones se detengan a analizar si son sujetos obligados y, en su caso, estudiar la forma de realizar sus actividades reduciendo riesgos de negocio reputacionales y sancionadores.
Para afrontar todo esto, los profesionales de la privacidad y los delegados de protección de datos serán una pieza clave y fundamental para ayudar a las empresas a navegar en un mundo tecnológico con seguridad, confianza y solidez. Contribuyendo a conjugar el desarrollo del negocio con el derecho fundamental a la protección de datos. Y, por ende, para conseguir esa distinción singular en el mercado como organización competitiva.
Así, por lo mismo en que las organizaciones invierten en talento al contratar a los mejores profesionales de desarrollo de negocio, comerciales, de IT o marketing para impulsar sus negocios y actividades, también deberían hacer lo mismo con los expertos en privacidad. Aunque deben buscar a quienes aporten un asesoramiento estratégico, ético, creativo y útil para proteger todo su trabajo e inversión y favorecer esa competitividad que necesitan en este mercado tan complejo.
Marcos Mª Judel Meléndrez, presidente de la Asociación Profesional Española de Privacidad (APEP) y socio de Audens.