IA y competencia: buscando el equilibrio entre innovación y regulación
Ya se han identificado algunos desafíos derivados de un mal uso de estas herramientas
La inteligencia artificial (IA) se ha consolidado como un pilar del desarrollo económico a nivel global. Las nuevas tecnologías han marcado lo que parece ser solo el comienzo de una nueva era digital, convirtiéndose en un fenómeno que promete cambiar el funcionamiento de todo tipo de mercados.
Esta revolución tecnológica ha irrumpido con fuerza en las agendas de los principales reguladores internacionales, con el objetivo de encontrar un balance entre la innovación y una regulación que proporcione la suficiente protección tanto de los consumidores como de una competencia efectiva entre empresas.
Evidentemente, la IA no ha pasado desapercibida para el derecho de la competencia, partiendo de la expectativa de que será un potenciador de efectos pro-competitivos y de eficiencia en los procesos económicos, tanto para los operadores como para las autoridades de competencia. Sin embargo, ya se han identificado algunos desafíos derivados de un mal uso de estas herramientas, particularmente en cuando se empleen con fines anticompetitivos.
Los principales riesgos que se plantean están relacionados, entre otros, con una posible colusión entre empresas, la creación de barreras de entrada o el fortalecimiento de posiciones dominantes, particularmente en el mercado de los servicios de la información. El ecosistema de la IA es amplio y ofrece miles de posibilidades de colaboración que propician el desarrollo y la integración de diferentes sectores y operadores, abarcando desde los gigantes tecnológicos que proveen la infraestructura, hasta los proveedores de soluciones que permiten el funcionamiento de la tecnología, incluyendo startups que se encuentran en una carrera por desarrollar nuevos modelos y aplicaciones en torno a la IA generativa.
El avance de la IA ha hecho que emerjan nuevas barreras de entrada a tener en cuenta, entre otras, el acceso a los datos. A fin de cuentas, la pieza clave en los sistemas de IA son los algoritmos y los datos son el combustible que permite su funcionamiento, por lo que un acceso limitado, discriminatorio o exclusivo a estos puede suponer un obstáculo insuperable para ciertos operadores.
Lógicamente, cuanto mayor sea la cantidad, calidad y variedad de la información que posean los operadores, mejor será el rendimiento de sus productos o servicios. Por tanto, las condiciones de acceso a esos datos y los recursos necesarios para su gestión pueden convertirse en una cuestión crítica.
Además, en los mercados digitales donde la interoperabilidad entre sistemas es esencial, medidas que incentiven la compatibilidad de los elementos que conforman dichos sistemas serán cruciales para evitar prácticas de exclusión. Por otro lado, el intercambio de información comercialmente sensible entre competidores generalmente afecta a la innovación, pues la eliminación de la incertidumbre en el mercado implica que los operadores no tienen incentivos para competir a su máxima capacidad.
En esta línea, mediante el uso de algoritmos, las empresas recopilan y analizan los datos en tiempo real y permiten una monitorización de los cambios del mercado que, al ser utilizados en sus estrategias comerciales, pueden facilitar la coordinación entre competidores o prácticas unilaterales abusivas.
Aunque el nuevo Reglamento de IA ha establecido un marco normativo, el derecho de la competencia seguirá teniendo un papel protagonista en su regulación, ayudando a controlar su uso desde la supervisión de operaciones de concentración y el control del comportamiento de los operadores.
Uno de los mayores retos puede ser equilibrar el impulso de la IA como motor de progreso económico con la garantía de que su uso no comprometa la capacidad de los operadores de competir en igualdad de condiciones. En todo caso, resulta imperativo que los legisladores y las autoridades de competencia se instruyan en la utilización de la IA, para contar con un marco normativo especializado completo y maduro que pueda adaptarse a las tendencias cambiantes del mercado.
