El supuesto plagio de Rauw Alejandro a Space Surimi
El dúo jerezano Space Surimi acusa al portorriqueño de haber plagiado en el tema "Saturno” a la canción "Follow the Linier”
El pasado viernes 11 de noviembre, el artista portorriqueño Rauw Alejandro publicó Saturno, su nuevo álbum. Este disco del que se decía que iba a llevar a los oyentes a otro planeta con un crisol de influencias y sonidos no ha tenido la recepción que el artista podía esperar, sino que lo primero con lo que se ha topado ha sido con una acusación de plagio que ha inundado internet.
El dúo jerezano Space Surimi ha subido un vídeo acusando en redes sociales al portorriqueño de haber plagiado en el tema "Saturno” a la canción "Follow the Linier” lanzada por los andaluces en 2020. En este vídeo, el dúo fue comparando sendas canciones con tono humorístico para ir extrayendo similitudes. Y es que, aunque los comentarios que iban haciendo tuvieran un tono jocoso, dejaban entrever que no todo era motivo de broma.
El grupo señala las percusiones electrónicas de las canciones como la principal semejanza entre estas. Estas bases, como suele ser habitual en géneros como la electrónica, consistían en muestras de aproximadamente dos segundos que se reproducen en bucle, creando así la base instrumental sobre la que se construye el resto del tema. Lo cierto es que, escuchando las grabaciones, estas bases suenan muy similares, con tonalidades y tempos o velocidades parecidos. Aunque es verdad que la canción de Alejandro tiene una calidad sonora superior, algo lógico en un artista de este nivel, y cuenta con otros elementos sonoros distintos que aparecen sobre la base electrónica, para un oyente medio las canciones son idénticas. Esto ha llevado a muchos a concluir que el portorriqueño sampleó a los jerezanos.
La técnica de sampling consiste en extraer una muestra sonora de una canción para incorporarla en otra, lo que requiere de las autorizaciones de los titulares de derechos editoriales y fonográficos sobre estas. Es una técnica que se popularizó a finales de los años ochenta en distintos géneros musicales y que, actualmente, está totalmente asentada y normalizada en la industria musical, siendo habitual la negociación de licencias de sample. Es relevante conocer que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, en el asunto C‑476/17 “Pelham”, se encontró con el supuesto en el que un grupo había extraído una muestra sonora de dos segundos de un fonograma del grupo electrónico Kraftwerk para crear la base de una nueva canción, y estimó que en aquellos casos en los que la muestra se modificase hasta el punto en que no fuera reconocible, la licencia de los titulares de derechos sobre el fonograma no sería obligatoria.
Si efectivamente Rauw Alejandro ha empleado un sample no autorizado que además se ha reconocido, no solo por los propios creadores de la original, sino también por los oyentes medios, debe solicitar la autorización correspondiente. Por la parte editorial de la canción, es decir, de la composición, si, tras un juicio de originalidad sobre la secuencia rítmica de dos segundos, se considerase que expresa la creación original del autor, se tendría que solicitar también la licencia editorial. Si, por el contrario, se determinase que esa muestra no es original, no sería necesario obtener dicha licencia, pero, desde una perspectiva de mercado cuesta creer que el editor de una canción, viendo que al productor de la grabación que la incorpora se le paga una licencia, no vaya a reclamarla también.
Otra alternativa sería que Alejandro no ha utilizado ningún sample, evitándose así la licencia fonográfica, pero si esa secuencia rítmica que protagoniza “Saturno” se considerase una reproducción de una parte original de su obra, sí sería necesaria la editorial.
Ante la polémica, Rauw Alejandro se defendió diciendo que la inspiración de su canción provenía de canciones de los ochenta, del freestyle y del boom cap. Lo cierto es que dentro de los géneros en los que se mueven estas canciones, los sonidos que componen la secuencia acusada de plagio son bastante comunes y sí podría dar pie a discutir si realmente ha habido plagio o no, pero dado que existen pasmosas semejanzas entre las canciones, incluso en sus respectivos vídeos promocionales, todo apunta a que ha podido haber plagio.
No obstante, las partes resolvieron la controversia aparentemente de forma amistosa, con un vídeo público en el que interactuaban amigablemente y con un tweet en el que Alejandro invitaba a todo el mundo a escuchar a Space Surimi. Es probable que todo forme parte de un acuerdo privado en el que los jerezanos se comprometen a no continuar con sus pretensiones a cambio de promoción y un acuerdo económico, algo que sobre el papel beneficiaría a ambas partes, pero que esconde que al final muchos artistas “pequeños” ven su trabajo apropiado por los agentes con fuerza en la industria musical.
Santiago Bernal Cueto, experto en derecho musical en Sympathy for the Lawyer.