‘La red social’, la película sobre startups y amistad
La película muestra los distintos problemas que afronta una startup en su crecimiento hasta que se convierte en una empresa que capitaliza en Bolsa
Dos de las profesionales más talentosos y reputados del actual Hollywood, el director David Fincher y el guionista Aaron Sorkin adaptan en La red social (The Social Network, 2010) el libro de Ben Mezrich Billonarios por accidente (The Accidental Billionaires) para convertir la historia de la red social Facebook en una película de éxito.
La película muestra como la famosa red social tiene su origen en un acto de despecho o venganza de Zuckerberg frente a su novia tras abandonarlo al crear un sitio web, denominado Facemash, para que los universitarios puntúen el físico de las estudiantes. Así como en la posterior asimilación de una idea de los gemelos Cameron y Tyler Winklevoos (Armie Hammer) y su socio Divya Narendra (Max Minghella), que pretendían contratarlo como programador, para desarrollar una red de contactos entre los estudiantes de Harvard.
En todo ese proceso el único apoyo de Zuckerberg será su amigo de la universidad Eduardo Severin (Andrew Garfield), con quién cofundará la sociedad. Él aportará inicialmente el dinero preciso para los medios materiales que la misma necesitaba mientras el genio informático creaba el código fuente necesario para la puesta en marcha de la aplicación social.
No obstante, la distinta visión de ambos amigos sobre el futuro de la compañía hará que se distancien. Mientras Eduardo pretende monetizar la aplicación insertando publicidad que ayude a hacerla rentable, Zuckerberg, por el contrario, prefiere dejar crecer la red y ver hacia dónde les lleva el proyecto de empresa que había creado.
La distancia entre los socios se acrecentará más aún, con entrada en escena un inversor privado, Sean Parker (Justin Timberlake), que posibilitará el que Zuckerberg comience a “pensar a lo grande” y lo pondrá en contacto con los fondos de capital riesgo, que otorgarán la necesaria financiación a la compañía para su expansión internacional y su posterior salida a Bolsa. En este proceso vuelve a ponerse en evidencia la falta de habilidades sociales de Zuckerberg, que no es capaz de mantenerse fiel a su amistad con Eduardo Severin, y que se deja embaucar por Parker y por el horizonte ambicioso que éste le propone para su compañía y en una posterior ampliación de capital. En este proceso, dejará a su amigo casi al margen al diluirle del 34 % al 0,03 % su participación en la empresa por la entrada de fondos de capital riesgo en la misma. Todo ello amparado en la confianza de Eduardo Severin, que firma el term-sheet de la ronda de financiación sin analizar la documentación e ignorando que su amigo y socio le está diluyendo en la compañía.
La historia del nacimiento, crecimiento y auge de Facebook se nos narra en La Red Social en forma de flashbacks mientras se celebran las dos audiencias prejudiciales que llevan tanto los gemelos Winklevoos y su socio contra Zuckerberg por plagio, y Eduardo Severin por engaño o estafa.
La película puede servir como ejemplo para mostrar los distintos problemas que afronta una startup en su crecimiento hasta que se convierte en una empresa que capitaliza en Bolsa. Son muy interesantes de analizar aspectos tales como la idea de negocio, la innovación disruptiva, el equipo fundador, la escalabilidad de ese negocio, la gestión del crecimiento, la necesidad de financiación, el papel inversores privados primero, y del venture capital y del capital riesgo más tarde, etc.
Pero La red social también invita a reflexionar sobre el éxito, la soledad, la avaricia y, por supuesto, la amistad en un mundo cambiante. Sus vibrantes diálogos, su factura clásica, y su extraordinario montaje la convierten en una obra maestra, que tuvo una fantástica recepción por la crítica especializada y estuvo nominada a ocho óscares en 2010, incluido mejor película y mejor director. Se alzó con tres de ellos, los correspondientes a mejor guión adaptado para Aaron Sorkin, mejor banda sonora original y mejor montaje.
Jose Luis Luceño Oliva, profesor de Loyola Másteres.