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En colaboración conLa Ley
Crisis
Tribuna
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El ‘momento Darwin’ de las organizaciones

En épocas de cambio, no es tanto ser el más fuerte o el más grande, sino la capacidad de adaptarte más rápido

En la empresa, como en la naturaleza, se produce la evolución de las especies por la selección natural. Lo crítico en momentos de cambio no es tanto ser el más fuerte o el más grande, sino la capacidad de adaptarte más rápido. Cada vez que se produce un momento de crisis en la naturaleza o en el mercado surgen enormes oportunidades que solo los mejor preparados saben aprovechar.

Estamos inmersos en una crisis sin precedentes que está cambiando el mundo como nunca antes había ocurrido. Hemos adaptado en semanas nuestro modo de vida; no nos abrazamos, nos relacionamos de una manera distinta, hemos introducido en nuestra indumentaria el uso de mascarillas y en muchos se ha instalado el miedo. Pero no olvidemos que seguimos siendo seres sociales y que nuestra diferencia sobre el resto de animales es la empatía y los sentimientos. Nos distingue la sonrisa.

Durante estos últimos meses hemos leído que el dibujo de la crisis sería en forma de V, de U, de L, de I o de W. Lo cierto es que ya está muy marcado un dibujo de la crisis en forma de K. Estamos viendo cómo hay sectores muy penalizados por los cierres, confinamientos y limitaciones a la movilidad, como son agencias de viajes, aerolíneas, hostelería, restauración, banca e inmobiliario. Por otra parte, vemos cómo otros sectores están saliendo muy reforzados de esta nueva situación, como son logística, comercio electrónico, farma, energías verdes, tecnológicas y alimentación/distribución. El denominador común en todos los casos es que necesitarán abogados.

Soy del criterio de que no hay sectores buenos o malos, sino empresas buenas o malas. Veremos cómo empresas en sectores complicados salen muy reforzadas por su capacidad de adaptación, por saber ver la oportunidad y aprovecharla. También veremos cómo compañías en sectores de crecimiento desaparecen o son engullidas por otras. Todo dependerá de las cabezas de sus líderes. Siempre ocurre que mientras unos lamen sus heridas otros corren y pelean.

Enfrentarnos al folio en blanco y estrujarnos la cabeza hará que surjan nuevos negocios, productos y servicios o, por lo menos, nos habremos puesto en actitud de construir, crear y pelear para seguir vivos. Lo esencial en todos los casos es poner al cliente en el centro y ver el nuevo mundo desde esas nuevas necesidades que están por llegar.

Finalmente, debemos aceptar una realidad. La tecnología y su inmediatez ha venido para quedarse. En los negocios, como en la naturaleza, el tiempo es oro. Un segundo más rápido o lento es la diferencia entre vivir o morir. Ganamos en eficiencia, capacidad de decisión, ampliación de oferta y de mercados. Esto es una oportunidad para mejorar nuestra calidad de vida, para conciliar y para ampliar nuestro potencial. Vienen tiempos de crecimiento inorgánico, de cambios, de explorar otros sectores, donde algunos peces chicos bien adaptados se comerán a los grandes. Aun sabiendo esto, veremos entidades mal adaptadas que protegerán su independencia hasta morir independientes.

El momento no es sencillo. Es más, probablemente estemos ante la crisis más profunda, dura, selectiva, exigente, global y demoledora de la historia. Los datos de devastación económica solo son comparables a las grandes guerras. Además, nuestras empresas no son de las más grandes, ni siquiera de las más fuertes, pero debemos ser los más rápidos en adaptarnos y entender que, como dice un viejo proverbio chino, el hombre que no sabe sonreír no debe abrir una tienda. Que nos vuelvan a comprar exige estar más cerca del cliente, programarnos para escuchar, entender y descubrir la oportunidad. Esperar, en este caso, no será la solución sino el problema. Que te compren es una actitud y lo que más influye en conseguirlo es querer.

Carlos Ranera es director general de Ontier.

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