Aloe vera y sal, Iberostar apuesta por un lujo pegado al territorio
El grupo ha abierto este año hoteles en Mallorca y Fuerteventura en los que el producto local es el protagonista


A muchos turistas ya no les vale con llegar al hotel, ponerse la pulsera de todo incluido y tostarse al sol, vuelta y vuelta, durante una semana. “Una de las grandes tendencias del sector es que los viajeros buscan una mayor inmersión en la cultura y la forma de vida del lugar que visitan. Quieren hacer cosas nuevas”, cuenta Antonio Bauzá, director global de comunicación de Iberostar Beachfront Resorts.
Conscientes de este cambio en los gustos, el grupo hotelero de la familia Fluxá está apostando en los últimos tiempos por “enriquecer” la experiencia de sus clientes ofreciendo estancias ligadas al territorio. En este movimiento se enmarca la reapertura en otoño, después de un proceso de renovación, de Fuerteventura Palace y la apertura en primavera de Es Trenc, en Mallorca. Ambos de cinco estrellas y bajo la marca Iberostar Selection.
En el primero, el protagonista es el aloe vera, que está presente nada más cruzar la puerta del hotel, en el cóctel sin alcohol con el que se le da la bienvenida a los clientes. Se encuentra también en los tratamientos del spa y en los productos de amenities de las habitaciones, en las que, además, hay pequeñas plantas de aloe. Sin olvidar el cóctel, este sí con alcohol, para degustar mientras se observa la puesta de sol con la playa de Jandía de fondo.
En el segundo hotel, la reina es la sal procedente de las Salinas d’Es Trenc, que también se puede encontrar en cócteles, en los tratamientos del spa y, como no podía ser de otra manera, en parte de la oferta gastronómica, en particular en el restaurante Salivent.
En ambos casos, el grupo hotelero, que en 2026 celebrará su 70 aniversario, ha colaborado con empresas locales. Vidaloe, firma familiar dedicada al cultivo ecológico del aloe vera en Fuerteventura, les nutre de geles, cremas, jabones e incluso chocolates. A los clientes que quieran conocer de primera mano cómo se elaboran estos productos, se les ofrece la posibilidad de visitar la pequeña fábrica de Vidaloe, rodeada de plantas, cada una de las cuales se trabaja de forma artesanal, cortando una a una las hojas para sacar el jugo y volviendo a plantar el tallo.

Por su parte, Flor de Sal d’Es Trenc es una empresa familiar que desde hace más de 60 años se dedica a la recolecta artesanal de la sal marina, un proceso que los viajeros pueden ver en la visita guiada que ofrece el hotel. “Siguen haciéndolo como los romanos y los fenicios. No hay interacción industrial. Se valen de las subidas de las mareas y el desnivel de la zona”, explica Bauzá.
Esta colaboración con firmas pequeñas y locales es parte de la estrategia del grupo “por generar un impacto positivo en las comunidades” de los enclaves en los que tienen hoteles. “La intención es ver cómo podemos compartir esa riqueza con aquellas empresas locales que comparten los mismos valores que nosotros y el mismo compromiso por la protección del entorno”.
A raíz de este último punto, Bauzá defiende en la importancia de pensar en los destinos a largo plazo y en la necesidad de huir de la homogeneización. Que no todos los lugares acaben pareciendo copias unos de otros, con las mismas cadenas de restauración o de tiendas, y se pierda así la esencia de cada destino. “Esto va en detrimento del turismo de calidad, que viene buscando lo genuino, lo auténtico y lo diferencial. Y, afortunadamente, está dispuesto a pagar por ello cuando sabe que está hecho con mucha calidad y de una manera artesanal”.
Para que el huésped se sienta conectado con el destino, en los dos hoteles se ha tenido en cuenta el entorno a la hora de elegir la decoración. Las 473 habitaciones del Fuerteventura Palace, al que este medio acudió invitado, cuentan con murales creados en exclusiva por la artista Anna Ruiz, quien ha reinterpretado la identidad de la isla a través de dos universos cromáticos. El verde de la flora y la fauna y el azul como homenaje al Atlántico. Sin olvidar, en las zonas comunes, los tonos arena y terracota, tan presentes en la desértica Fuerteventura. En el caso de Es Trenc, las 145 habitaciones han sido diseñadas con materiales inspirados en las texturas y colores del Mediterráneo, con predominio de tonos azules y terrosos, y presencia de artesanía local.
La unión con el lugar en el que se asientan los hoteles también queda patente en los alimentos que se suceden en el bufé. En El Saladar, de Fuerteventura, se incluye un córner dedicado a especialidades de la isla como el aceite de oliva Teguerey o una selección de quesos locales. Los huéspedes interesados en la gastronomía local pueden, además, hacer el taller sobre la misma que oferta el establecimiento, y que se suma a otros como el de elaborar jabones naturales, como no, con aloe vera.
En línea con el cuidado del entorno y el medio ambiente del que hablaba Bauzá, los dos hoteles operan exclusivamente con energía renovable y están libres de plásticos de un solo uso. Del mismo modo, tienen programas para reducir el desperdicio alimentario.
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