El dúo que impulsó Tupperware: una historia de éxito, fracaso y celos profesionales
Earl Tupper fue el creador de los recipientes que se acabaron conociendo con su apellido, pero fue Brownie Wise la que los hizo populares. La empresa ha solicitado esta semana la declaración de quiebra
La historia de Tupperware tiene todos los ingredientes con los que se podría hacer un guion de película o miniserie, pero sin final feliz. Un protagonista que consigue el sueño americano de tener un negocio de éxito tras varios fracasos, una mujer que acaba pagando el éxito obtenido por su trabajo, celos profesionales, un producto que se convierte en icono y una quiebra de la que parecía poder salvarse casi en el último momento, pero que finalmente ha llegado.
Todo comenzó con Earl Tupper, nacido en 1907 en Berlín, una ciudad de New Hampshire (EE.UU.). El pequeño Earl se crió con su familia en diferentes granjas del vecino estado de Massachusetts, y con solo diez años comenzó a vender puerta por puerta los productos de la cosecha. Era un soñador que aspiraba a pasar a la historia gracias a sus inventos y, de hecho, se comparaba con Leonardo da Vinci. En su diario llegó a escribir que era como el genio italiano: sin dinero, con cuadernos repletos de boceto y una casa llena de inventos. Algunos de ellos fueron la bomba Tupper, que mataba con dióxido de carbono, un peine con forma de daga que se sujetaba al pantalón o un instrumento para extirpar el apéndice a través del ano. Ninguno de ellos tuvo éxito, como cuenta Alison Clark en su libro Tupperware: The Promise of Plastic in 1950′s America (1999, Smithsonian Institution Press). Tampoco le fue bien con el negocio de jardinería que montó, que acabó quebrando.
Pero gracias a ese fracaso comenzó, a finales de los años 30, a trabajar en una fábrica de plásticos. Rápidamente se dio cuenta del potencial que tenía dicho material, compró la maquinaria necesaria y fundó su propia empresa Tupper Plastics. Con el polietileno fabricó parte de máscaras de gas para la II Guerra Mundial, a la par que hacía cuencos o recipientes con tapadera hermética. El túper acababa de nacer.
El diseño y funcionalidad de los productos hicieron que recibiera halagos en varios reportajes de medios de comunicación, pero las ventas no llegaban. Tupper estaba convencido de que si demostraba las virtudes de sus productos al público, este acabaría comprando, pero no sabía cómo.
Es aquí cuando entra en escena la otra gran protagonista de esta historia, Brownie Wise, una mujer nacida en Georgia en 1913 y que en aquel momento estaba divorciada, tenía un hijo y vivía en Detroit. Para sacarse un dinero extra con el que cuidar de su niño, Wise había empezado a trabajar como vendedora de artículos del hogar de la marca Stanley Home Products. Organizaba fiestas caseras a las que invitaba a otras mujeres y les mostraba la mercancía.
Cuando a finales de los años 40 conoció los productos de Tuppper, decidió comenzar a venderlos de la misma forma. Poco a poco fue reclutando más mujeres para la misma tarea, de tal forma que llegó un momento en el que se vendían más productos en estas fiestas que en tiendas. Consciente del éxito de Wise y su buen ojo para el negocio, Tupper la contrató a inicios de los años 50 y la nombró vicepresidenta de marketing para que desarrollara una nueva división de la empresa, la de fiestas en casa. A mediados de la década, había alrededor de 20.000 personas, la amplia mayoría mujeres, en la red de vendedoras. Las fiestas se convirtieron en un acontecimiento en los barrios residenciales de Estados Unidos, con amas de casa divirtiéndose con diferentes juegos: desde llevar sombreros hechos con objetos del hogar a lanzarse un túper lleno de zumo de uva, demostrando así de paso la resistencia del recipiente.
Wise decidió convertir Florida en el centro de ventas de la compañía. Allí, ataviada principalmente con un determinado tono de rosa que la terminó identificando, recibía a los entusiastas de Tupperware, entregaba premios a las mejores vendedoras y celebraba una reunión anual. Mientras tanto, Tupper seguía en Massachusetts, investigando para desarrollar y crear nuevos productos en la fábrica de la firma.
La popularidad de Wise, divertida y cercana con la prensa y los consumidores a diferencia de un Tupper más reservado, iba creciendo hasta conseguir ser la primera mujer en ocupar la portada de la revista Business Week, en 1954. Se había convertido en la cara de la empresa. La constante atención a Wise y los incentivos que daba a las vendedoras exasperaban a Tupper y la relación entre ambos se fue enrareciendo hasta acabar con el despido de ella en 1958. Aunque demandó a la compañía, solo consiguió un finiquito de unos 30.000 dólares, lo equivalente a su salario anual. Poco después, Tupper vendió la empresa por 16 millones de dólares, se divorció y se retiró a vivir a Costa Rica, donde murió en 1983.
Wise, por su parte, cofundó tres empresas de venta de cosméticos a domicilio, fue presidenta de Viviane Woodard Cosmetics, asesoró a diversas compañías e incluso se dedicó al sector inmobiliario. Pero nunca volvió a repetir el éxito que consiguió en Tupperware. Murió en Florida en 1992.
En las décadas siguientes las fiestas fueron cada vez menos, la competencia cada vez más y los consumidores optaron por productos más baratos que podían adquirir en tiendas o simplemente con varios clicks desde la comodidad de su hogar. La empresa que había dado nombre a los recipientes se fue desdibujando en la mente de los compradores. Y sus finanzas se resentían. La pandemia le dio un respiro a la firma, con más personas cocinando y comiendo en casa e incluso con fiestas Tupperware online. Pero con la vuelta a la normalidad, las ventas cayeron otra vez. Hubo otro atisbo de esperanza en agosto de 2023, cuando se convirtió en una acción meme. Entonces, una avalancha de compras por parte de los inversores minoristas hizo que la compañía se disparara un 715% en Bolsa en solo ocho sesiones pese a estar al borde de la quiebra. Pero el retorno fue fugaz y las acciones volvieron a caer.
La situación desde entonces no ha hecho más que empeorar y esta semana la compañía ha solicitado la declaración de quiebra. Lejos quedan ya los años dorados de Tupper y Wise.
Una marca universal... cuya acción casi vale cero en Bolsa
Hasta hace unos días, Tupperware era una marca de recipientes reconocida en todo el mundo, aunque en decadencia. Una enseña que incluso se convirtió en un nombre genérico, sinónimo de envase para el frigorífico –los términos táper, tóper y túper se encuentran en el diccionario de la RAE–. Pero la quiebra y el derrumbe de la acción en Bolsa la ha llevado a una situación límite. Tras caer un 57% el lunes y un 88% el jueves, la acción recuperó el viernes, pero aún así se mantiene en valores cercanos a cero. En un entorno de volatilidad, la compañía en su conjunto llegó a valer solo 3 millones de dólares en la sesión. Muy alejados de los máximos de 2013 cuando cada título superó los 90 dólares y llegó a tener un valor total de más de 4.000 millones.