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Sesenta años de polo, golf y lujo discreto en Sotogrande

El exclusivo enclave gaditano, con parcelas a partir de los 7.600.000 euros, tiene en el deporte equino un motor económico que genera un impacto de unos 35 millones

Manme Guerra
Ayala Polo Club
Uno de los partidos disputados en el Ayala Polo Club.

Hasta el sur del sur de España llegó en la década de los sesenta Joseph McMicking buscando un lugar donde establecer una exclusiva comunidad de viviendas similar a la que había visto en Manila. El empresario filipino estadounidense encontró cuatro fincas en San Roque (Cádiz), a tiro de piedra de Gibraltar, que compró y fusionó en 1962. Era la semilla de Sotogrande. Sesenta años después, mucho ha cambiado la zona, pero hay elementos que siguen inalterables: el polo, el golf y el lujo discreto.

De la mano de McMicking llegó uno de sus sobrinos, Enrique Zóbel, que construyó la primera cancha de polo del enclave, llamada La Playa, allá por 1967. Su hijo, Íñigo Zóbel, fue el encargado de seguir su proyecto y poner en marcha el Ayala Polo Club, que ahora dirige Paola, nieta del fundador. El club acoge a partir del lunes, y hasta el 26 de agosto, una de las citas más destacadas en el calendario de este deporte, la 52ª edición del Torneo Internacional de Polo Andalucía, la tercera que organiza en solitario. “En 2021 tuvimos unos 30.000 asistentes; al año siguiente, 47.000, y las previsiones para este verano son superar los 50.000 e incluso acercarnos a los 60.000″, asegura Antonio Alés, consejero delegado del club.

Muchas de esas personas que se acercan no tienen conocimientos del deporte, como afirma Zóbel. “Llegan por intriga, al principio, para ver en qué consiste. Y también por lo que hay alrededor. Miran las tiendas, toman una copa, conocen a gente, lo que es la vida del día a día en Sotogrande”. Precisamente ese ambiente, que se vive fuera de la cancha, es lo que desde Ayala Polo Club se ha querido potenciar en los últimos años. “Las diferentes competiciones que se celebran desde mayo hasta septiembre son un motor económico para la zona y crean puestos de trabajo de manera directa e indirecta. Cada equipo genera entre 1,5 y 2 millones de euros en alojamiento, alquiler de vehículos, transporte de animales, restauración”, explica Alés, a quien le gustaría disponer de un informe más actualizado del impacto económico, porque considera que los 35 millones que se vienen manejando en los últimos años se han quedado desfasados. “Es un deporte que atrae turismo de alto impacto. Hay menos cantidad de visitantes que en otros destinos, pero pueden gastar más”, añade.

Al igual que muchas personas acuden atraídas por el polo, otras tantas lo hacen para jugar en alguno de sus campos de golf, que han acogido grandes torneos internacionales, como la Ryder Cup en el Real Club Valderrama en 1997. “Sotogrande, sin polo ni golf, no es Sotogrande”, sentencia Zóbel.

Mesa y piscina de Trocadero Sotogrande.
Mesa y piscina de Trocadero Sotogrande.Lucijim

Como no todo iba a ser practicar deportes, en los inicios del enclave se creó también el chiringuito El Cucurucho, donde hoy se asienta Trocadero, otro de los puntos donde ver y dejarse ver durante la temporada estival. El espacio tiene dos restaurantes, uno tradicional mediterráneo y otro asiático, que solo está abierto en los meses de verano, y a partir del 28 de julio, además, alberga su Festival Más que Flamenco, que se compone de 11 conciertos de artistas como Antonio Carmona y Rosario.

Y si la piscina de Trocadero es una de las más instagrameadas de la zona, The Beach, una playa artificial en La Reserva Club, no le anda a la zaga. Este verano, además, será escenario de varios de los eventos que Sotogrande SA ha preparado para celebrar los 60 años del destino.

Seis décadas en las que hasta el enclave gaditano han llegado algunas de las grandes fortunas tanto españolas como internacionales que han construido grandes mansiones tras altos muros en los que la privacidad está asegurada. A diferencia de la no lejana Marbella, esos grandes portones no se suelen abrir para grandes eventos públicos, sus propietarios son más de fiestas discretas de las que poco o nada suele trascender.

The Beach, la playa artificial del La Reserva Club.
The Beach, la playa artificial del La Reserva Club.

También se diferencia de la costa malagueña en la densidad de construcciones, que en Sotogrande es del 25%, según los datos de la compañía, que apunta a que en 2.000 hectáreas hay 7.000 propiedades privadas. Una parte de ellas se sitúan en las comunidades privadas de La Reserva, dirigidas a diferentes segmentos de clientes, aunque todos ellos con un poder adquisitivo considerable. Desde The Seven, la más prémium, con precios de parcelas a partir de los 7.600.000 euros, hasta Village Verde, con sus áticos y apartamentos desde 990.000 euros. Los que quieran pasar unas vacaciones de lujo en la zona, pero no tengan una casa en propiedad, pueden optar por SO/Sotogrande, un hotel de cinco estrellas que cuenta con 152 habitaciones, 36 suites, tres piscinas exteriores y cuatro restaurantes y bares, todo ello recreando un cortijo andaluz.

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Sobre la firma

Manme Guerra
Redactora de la sección Fortuna, donde escribe de recursos humanos, empresas, sostenibilidad, lujo y estilo de vida. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de la Escuela de Periodismo UAM-El País. Ha trabajado en El País, Vozpópuli, Microsoft News y la revista ¡HOLA! antes de incorporarse a Cinco Días en 2022.

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