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Los filántropos españoles optan por la discreción ante las críticas

Los grandes donantes prefieren no publicitarse mucho y cunde entre ellos cierta frustración por el cuestionamiento de sus actos

Juan Roig (centro) y Hortensia Herrero charlan con el artista Javier Mariscal.
Juan Roig (centro) y Hortensia Herrero charlan con el artista Javier Mariscal.Manuel Bruque (EFE)
Manme Guerra

Francesca Thyssen sorprendió el pasado lunes cuando anunció, durante la presentación a la prensa de la retrospectiva de Lucian Freud en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, que donaba a la pinacoteca, donde ya estaba en depósito, la obra Hombre en una silla (Barón H. H. Thyssen-Bornemisza), un retrato de su padre realizado por el pintor británico.

Gestos como el de Francesca Thyssen, no el donar una obra de arte, sino hacerlo frente a los medios de comunicación, no suele ser lo más usual entre las grandes fortunas españolas, que mantienen un perfil bajo en lo que respecta a sus labores de filantropía. Frente a gestos como el de Bill Gates, por ejemplo, que publicó en su blog este verano una inyección extraordinaria de 20.000 millones de dólares a la fundación que tiene con su exmujer, Melinda French Gates, los millonarios españoles optan por no dar mucho bombo al dinero que destinan a sus fundaciones o a otras entidades.

“Se comunica poco porque siempre ha habido un poco de miedo. No existe esa cultura, más anglosajona, de decir lo que se está donando porque se está orgulloso. Y lo cuentan como otras cosas que hacen. En España hay mucho gran donante que pide a las organizaciones quedar en el anonimato”, asegura Fernando Morón, director gerente de la Asociación Española de Fundraising. De los primeros datos de un estudio que está ultimando esta asociación, en colaboración con 16 organizaciones, se desprende que no solo los ricos optan por la discreción, el 80% de las personas encuestadas no comparte con nadie de su entorno el destino de su donación.

Francesca Thyssen, junto al cuadro de su padre pintado por Lucian Freud que ha donado.
Francesca Thyssen, junto al cuadro de su padre pintado por Lucian Freud que ha donado.SOPA Images (SOPA Images/LightRocket via Gett)

Cristina Cruz dirige el centro de familias empresarias en la IE University y es una de las autoras del estudio Perfiles de filantropía personal en España. Para la realización de dicho trabajo se entrevistó con grandes filántropos españoles, de los que no da nombres, y percibió en ellos cierta “frustración” porque “lo que debería ser percibido como algo bueno, siempre acarrea críticas”. “Contaban que se percibe que hay un uso instrumental tras sus donaciones, que lo hacen para tener mejor imagen o por una exención fiscal, cuando la realidad es que lo hacen porque quieren ayudar”, añade.

Uno de los ricos españoles que ha recibido críticas por sus donaciones a la sanidad pública es Amancio Ortega, que lleva a cabo su labor filantrópica a través de la fundación que lleva su nombre. La entidad, a la que el empresario inyectó 69,7 millones de euros en 2021, último año cuyas cuentas están disponibles, está enfocada en la educación y el bienestar social, con especial foco en Galicia, tierra con la que tiene un estrecho vínculo el fundador de Inditex.

Precisamente ese apego al territorio es una de las características de las fundaciones en España. Y se muestra también claramente en las que tienen Juan Roig y su esposa, Hortensia Herrero. En el caso del presidente de Mercadona, la fundación que preside y financia lleva el nombre de Trinidad Alfonso, su madre, y está centrada en el fomento del deporte en la Comunidad Valenciana. En 2021, Roig aportó a la entidad 16.904.523 euros. Por su parte, la fundación que preside, y sostiene con su fortuna personal, la vicepresidenta de Mercadona lleva su nombre e impulsa “acciones sociales que ayuden a compartir la sensibilidad, usando el arte y la cultura como ejemplo, y como forma de convertir a la Comunidad Valenciana en un referente cultural”, según se recoge en su web, en la que tiene un sitio destacado el proyecto estrella de la entidad, el centro de arte que abrirá sus puertas en la segunda mitad de este año. Herrero destinó 3.402.503 a la entidad en 2021.

Para fomentar también el arte en su tierra natal, en este caso Galicia, Marta Ortega creó la fundación MOP, nombre que corresponde a sus iniciales, en mayo del año pasado, poco después de tomar posesión como presidenta de Inditex. Por ahora, la entidad, a diferencia de la de su padre, no tiene página web donde hacer públicas sus cuentas de 2022 ni ofrece, a petición de este diario, información financiera.

Amancio Ortega y Marta Ortega, en una imagen de archivo.
Amancio Ortega y Marta Ortega, en una imagen de archivo.getty

Aunque la cultura es una de las áreas a las que se dedican muchas fundaciones en España, son más las asistenciales, como cuenta Javier Nadal, presidente de la Asociación Española de Fundaciones, que no comprende por qué los filántropos no tienen la misma buena imagen en España que en otros países, “porque no se trata de competir con el Estado, es un trabajo para complementar”. Cristina Cruz, por su parte, explica que muchas entidades enfocadas en la salud, la educación o la ayuda social surgen ligadas a una enfermedad, problema o vivencia que le haya ocurrido al fundador o a sus personas cercanas. “Es lo que llamamos filántropo emocional”, y pone el ejemplo de la Fundación Paideia, creada en 1986 por la fallecida Rosalía Mera, cofundadora de Inditex, que tuvo un hijo, de su matrimonio con Amancio Ortega, que nació con una discapacidad. Ahora su otra hija, Sandra, es la presidenta, y Grupo Rosp, su sociedad patrimonial, aportó en 2021 un millón de euros, la mitad los ingresos que tuvo la entidad.

La ayuda social y el perfil bajo se unen en la Fundación AGH, presidida por Ana Gamazo de Hohenlohe-Langenburg, esposa del financiero Juan Abelló. Creada en 2001, y desde la sede que comparte con Torreal, la sociedad inversora de la familia Abelló, se dedica a proyectos solidarios en África, como, por ejemplo, la creación de una escuela o la financiación de un hospital-

“En España estamos hablando de familias que vienen de varias generaciones, que han estado muy acostumbradas a hacer filantropía toda la vida y de una manera mucho más anónima. Para ellos es una cultura familiar. Han sido educados de esa manera. En las nuevas generaciones observamos que eso que su abuelo hacía de manera casi escondida, dando por ejemplo a un convento, ellos lo llevan a cabo de una manera más profesional, aunque se siguen resistiendo a publicitarlo”, asegura Cruz.

Algunos de los apellidos de esas familias dan nombre a varias de las grandes fundaciones que hay en España y que se dedican a diferentes ámbitos. Es el caso de la Juan March, la María Cristina Masaveu Peterson, la Rafael del Pino, la José Entrecanales Ibarra o la Botín. En este último caso, se financia casi en su totalidad con las acciones que tiene de Banco Santander.

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Sobre la firma

Manme Guerra
Redactora de la sección Fortuna, donde escribe de recursos humanos, empresas, sostenibilidad, lujo y estilo de vida. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de la Escuela de Periodismo UAM-El País. Ha trabajado en El País, Vozpópuli, Microsoft News y la revista ¡HOLA! antes de incorporarse a Cinco Días en 2022.

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