Las pequeñas gestoras se lanzan al capital riesgo y la asesoría para sobrevivir
La regulación y el auge de la gestión pasiva complican el modelo de negocio tradicional de las firmas independientes
El negocio de la gestión de fondos de inversión se ha puesto cuesta arriba. Sobre todo para las firmas independientes. En España, los bancos y las aseguradoras controlan esta industria con puño de hierro. Las gestoras autónomas, mientras, tienen cada vez más difícil captar dinero. El auge de los fondos de gestión pasiva se lleva gran parte de la tarta y empuja a la baja las comisiones y la regulación ha encarecido los costes. Los márgenes se resienten.
Los fondos indexados (también conocidos como fondos de gestión pasiva) se basan en replicar la evolución de un índice de Bolsa o de bonos. Como no tienen gestores encargados de comprar y vender activos, pueden hacerlo por una fracción del coste de los fondos llamados activos. Además, la evidencia académica muestra que de media tienen mejor rentabilidad. Esto ha presionado para que las comisiones cada vez bajen más. En un fondo de Bolsa español, la comisión media es del 1,74%, mientras que los fondos pasivos suelen estar entre el 0,3% y el 0,6%. Por término medio, los fondos españoles cobran un 0,8% de comisión (incluyendo los que invierten en bonos), frente al 0,95% de 2015.
Quienes mejor han podido defender su posición han sido las gestoras vinculadas a entidades bancarias. CaixaBank, Santander, BBVA, Kutxabank e Ibercaja tienen marcas tan potentes que han sabido redirigir a sus clientes a contratos de gestión de carteras (sobre todo con fondos de firmas internacionales) y a fondos con objetivo de rentabilidad. Ellos tienen el trato con el cliente y lo protegen a muerte. “A un banco no le quitas un cliente ni de broma”, se queja el consejero delegado de una importante gestora independiente española. “Cada vez nos cuesta más atraer dinero”.
Un buen ejemplo es lo que ha ocurrido con el estilo de inversión llamado value (comprar empresas infravaloradas por el mercado para dejarlas en cartera durante un largo periodo). Hace una década operaba una sola gestora de este tipo en España, Bestinver, y llegó a manejar 10.000 millones de euros. Ahora hay muchos más jugadores (Magallanes, Azvalor, Cobas AM, Bestinver, Panza Capital, True Value...) y entre todos no llegan a esos 10.000 millones, pese a haber transcurrido 10 años y a haberse revalorizado la Bolsa europea un 35% en ese periodo (la de EE UU, mucho más).
Regulación
Comisiones a la baja, feroz competencia con la banca y, para colmo, una normativa cada vez más exigente. La directiva Mifid 2, por ejemplo, obligó a las gestoras independientes a tener que asumir los costes de análisis que antes cargaban a los partícipes de los fondos. Esto ha encarecido la factura a muchas empresas. Además, las firmas tienen que cumplir cada vez más con más desarrollos legislativos y certificaciones, lo que les obliga a contratar personal o a tener que subcontratar diversas funciones. Más facturas acumuladas.
Hernán Cortés, socio fundador de Olea Gestión y codirector de inversiones, reconoce que el entorno sectorial es muy difícil. “Cada vez hay que cumplir con más requerimientos normativos y cada vez cuesta más dar a conocer nuestro producto. Puedes tener una rentabilidad excelente pero, si no tienes red de distribución, lo tienes difícil para vender”, reflexiona.
Ante esta situación, las firmas independientes se están reacomodando. Varias han sido absorbidas por grupos más grandes. Mutuactivos (brazo inversor de Mutua Madrileña) ha tomado participaciones en EDM, Alantra AM y Cygnus, y Andbanc España adquirió Merchbanc. El consejero delegado de la división de fondos de una gran aseguradora españolas explica “vamos a seguir viendo más compras de gestoras, porque muchas lo van a tener difícil para sobrevivir”.
Una tendencia mundial
- Mercado en expansión. Cada vez hay más dinero en vehículos de inversión colectiva. Tanto en España como en Europa como en todo el mundo. Pero cada vez está en menos manos. La mayor gestora del mundo, BlackRock (que mantiene una potente división de fondos indexados bajo la marca iShares), ha captado activos por valor de 1,7 billones de euros desde el comienzo de 2018.
- Escala. La principal tendencia del sector ha sido el crecimiento de los productos de gestión pasiva, un mercado controlado por BlackRock, Vanguard y State Street. En Europa también tienen un negocio potente en fondos pasivos Amundi y DWS, ambos pertenecientes a grupos bancarios. Las entidades de tamaño medio cada vez lo tienen más difícil para sobrevivir. La gestora norteamericana TW Price ha sufrido salidas de fondos en dos años por valor de 127.000 millones de dólares. Y la firma Franklin lleva 20 trimestres consecutivos perdiendo cuota de mercado.
- Especialización. Una de las pocas alternativas que queda es buscar activos muy específicos. Lograr la especialización en deuda privada corporativa o en emisiones de bonos sostenibles de países emergentes puede asegurar el futuro.
Otras entidades han decidido crecer más allá de los fondos convencionales. Es el caso de Gesconsult, una firma familiar que ha decidido apostar con fuerza por los fondos de capital riesgo. También en Atl Capital y Dunas Capital tienen cada vez más peso este tipo de inversiones alternativas a los bonos y acciones.
En el caso de Bestinver, primero amplió su gama de productos (con fondos de renta fija), después compró la sociedad de valores Fidentiis para tener un negocio paralelo de banca de inversión y mercados de capitales (para asesorar en colocaciones de paquetes de acciones, salidas a Bolsa...) y también ha cerrado un acuerdo con BlackRock para vender fondos de capital riesgo.
En otras firmas, como Abante Asesores o Value Tree, cada vez tiene más peso en el negocio la distribución de fondos de terceros (como sucede en la primera) o los contratos de gestión de cartera. Sus promotores tienen claro que cada vez es más difícil vivir únicamente de gestionar fondos.
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