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Empresas ante el nuevo desorden comercial: claves para adaptarse a la incertidumbre

Las compañías internacionales operan en un entorno incierto, donde los tratados se erosionan, las normas cambian y la geopolítica marca el paso económico

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Día sí, día también amanecemos con nuevos titulares (o post en alguna red social) anunciando cambios en las reglas de juego en función de los choques entre países. Las reglas del comercio exterior se resquebrajan. Tratados que se revisan o mueren, guerras arancelarias de ida y vuelta y nuevas normas regulatorias que cambian sin tiempo para asentarse dibujan un entorno cada vez más incierto para las empresas internacionalizadas. En cuestión de pocos años, hemos pasado de un orden multilateral a un mapa comercial fragmentado por bloques, acuerdos bilaterales y rivalidades geopolíticas

Ante este escenario caracterizado por la alta incertidumbre y en el que la geopolítica cobra cada vez más protagonismo, las compañías no saben cómo actuar. “Ya no tenemos puntos de referencia, tratados certeros, las políticas de alianzas se han roto. El orden multilateral ha muerto rápidamente y las implicaciones que tiene para las empresas internacionalizadas son tremendas”, resume Ángel Saz-Carranza, director de EsadeGeo.

Para Mireya Solís, directora del Centro de Estudios de Política Asiática de Brookings, “hemos dejado atrás la era de la globalización benigna, pero aún no tenemos claridad sobre cuál será la nueva normalidad para la economía mundial”. En su opinión está claro que esta nueva era se caracterizará por el nacionalismo económico, las fricciones comerciales y el uso de herramientas económicas en la competencia geopolítica, pero aún se desconoce muchos de los factores determinantes para la viabilidad de las empresas internacionales.

Resiliencia y adaptación: grandes vs. pequeñas

Según el experto de Esade, “la adaptación a un entorno incierto requiere por parte de las empresas estrategias más flexibles, diversificadas y sostenibles para garantizar la estabilidad y competitividad de las organizaciones”. En ese sentido, los principios fundamentales para que las compañías puedan resistir en este nuevo entorno de cambios geopolíticos y comerciales son, en su opinión, “diversificar inputs y mercados y testear constantemente diversos escenarios futuros”.

“Las cadenas de valor han dejado de fundamentarse en la eficiencia para centrarse en la resiliencia, adaptándose a un entorno global cada vez más incierto y volátil”, afirmaba hace solo unas semanas Alicia García Herrero, economista e investigadora sénior del think tank económico Bruegel, en unas jornadas organizadas por el Centro de Gobierno Corporativo de Esade y EsadeGeo en el nuevo campus de Madrid. “Todo el mundo intenta reducir la dependencia del resto del mundo y verticalizar su cadena de producción, es decir, hacerla cada vez más interna, de forma que las empresas lo único que pueden hacer es localizarse y producir en un mercado… para ese mercado concreto”, resaltaba.

La otra opción es desarrollar nearshoring, es decir, “intentar producir en la India o en otros países donde la obligación de localización [dependiendo de proveedores locales] es menor y pueden controlar mejor su cadena de producción”. Eso sí, admite que todo eso es muy complicado y solo las grandes empresas multinacionales tienen capacidad para tomar ese tipo de decisiones.

 Alicia García Herrero, economista e investigadora sénior del `think tank' económico Bruegel, durante el evento ‘El impacto de la geopolítica en la agenda del Consejo de Administración’, en el campus de Esade en Madrid.

Para Mireya Solís, las empresas que combinen agilidad, ingenio y la capacidad de procesar rápidamente grandes cantidades de información “no solo sobre las condiciones del mercado, sino también sobre el riesgo geopolítico”, serán las más resilientes. De hecho, algunas empresas ya han innovado mediante el establecimiento de divisiones de seguridad económica que permiten este nuevo tipo de evaluación de riesgos. Sin embargo, “estas capacidades son costosas y requieren inversiones en recursos humanos. Muchas empresas más pequeñas se verán en apuros para desarrollar estas nuevas formas de inteligencia estratégica”, admite.

En eso coincide Alicia García Herrero al destacar que para las empresas pequeñas, “el mundo de la exportación o la producción en otros países se hace cada vez más complicado, de forma que el sesgo entre grandes y pequeñas es cada vez mayor”.

Lo ideal para Axel Marx, director adjunto del Centro de Estudios sobre la Gobernanza Mundial de Lovaina, KULeuven, sería contar con una organización multinivel compuesto por un sistema multilateral fuerte, “que requeriría la reforma y restablecimiento de la OMC, entre otros” y, además, organizaciones regionales robustas como la Unión Europea y otras que persigan una mayor integración económica. A eso, Marx añadiría “acuerdos bilaterales y multilaterales entre países con compromisos claros para reducir las barreras al comercio internacional, manteniendo al mismo tiempo la igualdad de condiciones en la regulación medioambiental y social” y formado siempre por “Estados democráticos con un firme compromiso con el estado de derecho y la protección de los derechos humanos”.

Europa: entre la lentitud institucional y la urgencia estratégica

Los especialistas consultados coinciden en que Europa corre un serio riesgo de perder peso en este nuevo esquema geoeconómico si no fomenta una integración más profunda de su mercado interno. “Hemos pasado estos años reflexionando; tenemos el informe Draghi y el informe Letta, que todo el mundo valora. Dejemos de discutir, es el momento de actuar: cuanto más tardemos, peor”, reclamaba Javier Solana, presidente de EsadeGeo, recientemente en un encuentro de Esade sobre cómo enfrentar los retos procedentes de actores geopolíticos como Estados Unidos, Rusia o China.

Axel Marx cree que las empresas europeas podrían salvaguardar sus intereses siguiendo una triple estrategia. Por un lado, reconfigurando las cadenas de suministro a escala más regional, es decir, “dentro de la Unión Europea y con socios afines y de confianza como Corea del Sur y Japón”.

Por otro lado, ve necesario “trabajar más intensamente con los países con los que la UE ha negociado acuerdos comerciales y de inversión, como Vietnam y Canadá”. Y, en tercer lugar, instar a la Unión Europea a que establezca relaciones sólidas con otras grandes economías. “La UE está desarrollando actualmente acuerdos comerciales con varios de estos países (India, Indonesia) y alcanzó un acuerdo político con Mercosur a finales de 2024. Finalizar y aplicar estos acuerdos será crucial”.

En ese sentido, García Herrero cree que Europa está perdiendo muchos trenes porque tarda mucho en negociar. “El ejemplo es Mercosur. Tras 20 años, por fin se ha acordado pero ahora hay que ratificarlo. Creo que en parte la razón está en que seguimos creyendo en la OMC, aunque realmente el organismo ya no es relevante”, concluye.

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