Zapato Feroz, un calzado que antepone la salud y la sostenibilidad a la moda
La empresa valenciana inició su andadura en 2016 con el objetivo de vestir los pies de los niños. El 95% de las ventas son en España y el resto, en Portugal, Francia y Alemania
Los inicios de Zapato Feroz son similares a los de la que hoy es la mayor compañía de la Bolsa española, Inditex. Laura García y Héctor Nebot, fundadores de la empresa valenciana, empezaron “trabajando con un aparado [cosido de los cortes de piel del zapato] cerca de casa, luego terminábamos el calzado, lo empaquetábamos y enviábamos nosotros mismos.
De ahí el proyecto fue creciendo de forma orgánica y radicalmente honesto”, recuerdan. Así como Amancio Ortega, creador de Zara, comenzó de repartidor de camisas de una tienda de Galicia.
Nacida en 2016 en Valencia, surge teniendo a los niños como perfil principal de su producto, pero el éxito les ha empujado a mirar más allá. El 50% de las ventas tiene categoría infantil (de 2 a 12 años), y el 35% y el 15% son para bebé (gateo y primeros pasos) y adultos, respectivamente. La facturación creció el pasado año un 10%, hasta los 11 millones, y supuso el 80% más que en 2022.
En 2025 prevén repetir la cuantía por ingresos del pasado ejercicio. Las ventas son 100% online a través de un ecommerce propio en Shopify Plus. Está presente en Portugal, Francia y Alemania, aunque el 95,8% de los ingresos procede de España.
“Zapato Feroz nace desde una necesidad real como padres, de buscar el mejor zapato para proteger los pies de un hijo. Un calzado respetuoso, alineado con el movimiento libre, la pedagogía Pikler y el desarrollo natural. No existía nada así en el mercado español”, explican sus fundadores, Laura García, con formación en diseño y fabricación de calzado, y Héctor Nebot, ingeniero de telecomunicaciones.
Qué marca la diferencia
Cada modelo nace con una premisa: “Acompañar en el desarrollo, no interferir. Estudiamos las etapas de crecimiento, analizamos la forma y movilidad, y adaptamos diseño y materiales al respeto anatómico. Fabricamos con procesos sostenibles y condiciones laborales dignas. Producimos solo lo que necesitamos, y reparamos antes que reemplazar”, detallan sus creadores.
En su opinión, lo que marca la diferencia con el resto de las empresas del sector es que “no vendemos moda ni tendencia, solo respeto y salud. Nuestro calzado no fuerza, no corrige, no decora: acompaña. Tiene suelas planas, flexibles, materiales sostenibles, pieles sin metales, y un diseño que permite que el pie se mueva como si estuviera descalzo”.
Otro aspecto destacable es que solo venden “si lo necesitas: evitamos la compra impulsiva con guías, contenido educativo y unos modelos unisex y atemporales”.
Zapato Feroz se fabrica en Portugal con proveedores locales próximos y una huella logística lo más pequeña posible. “Esa cercanía nos da control, agilidad y nos permite apoyar un modelo industrial responsable”, añaden. La elección del país luso se produjo hace apenas unos años.
“Durante la pandemia, la fábrica con la que trabajábamos pertenecía al grupo internacional Tata. No era rentable y planificaban su cierre, lo que habría supuesto la pérdida de 90 empleos. Ante esa situación, el equipo de trabajadores y el gerente decidieron comprarla. Creyeron en nuestro proyecto y establecimos un contrato de exclusividad por ambas partes”, cuenta.
La elección de Portugal también tuvo que ver con Laura García, que había trabajado con la alemana Gabor, que contaba con producción en el país luso y acumulaba más de 13 años de experiencia en este tipo de relaciones comerciales.
Zapato Feroz ha podido crecer con autofinanciación desde el primer día. “Nunca hemos pedido préstamos ni levantado inversión externa. Creemos que una empresa pequeña puede ser gigante sin ceder su libertad”, aseguran Laura García y Héctor Nébot.
“La estrategia es potenciar la comunidad digital como espacio educativo”
Para Laura García y Héctor Nebot el mayor reto de la compañía ha sido “aprender a crecer sin traicionarnos. Escalar sin perder valores, decidir cuándo parar para no convertirnos en una empresa más, renunciar a vender más por mantener una relación honesta con el cliente… Y todo eso mientras resolvíamos incidencias, hacíamos mudanzas tecnológicas o salvábamos una fábrica [en Portugal]”.
Entre los planes de futuro está “sacar un poco la cabeza fuera de nuestras fronteras”, y a nivel digital, “queremos potenciar nuestra comunidad como un espacio educativo, con contenido útil y honesto, desde donde sigamos defendiendo otra forma de consumir”, destacan. Para la marca, la innovación es fundamental. “Sin tecnología no podríamos ser pequeños y eficientes, todo está optimizado para hacer más con menos. Invertimos en tecnología no para crecer más rápido, sino para hacerlo mejor”.
Con respecto al uso de la inteligencia artificial, comentan que está ayudando “a interpretar mejor lo que nos cuenta nuestra comunidad. No sustituye, acompaña. Nos permite detectar patrones y mejorar procesos, desde la atención al cliente hasta la producción”, comentan.
Un pueblo para fomentar el contacto
Ferozland es un espacio de encuentro para la comunidad de Zapato Feroz. Ubicado en La Cañada (Valencia) y rodeado por un bosque de pinos, el conjunto arquitectónico alberga las oficinas, una tienda experiencial y zonas para talleres, charlas y encuentros. “Un espacio en la naturaleza pensado por y para la infancia, y sus familias. Un lugar donde devolver a la comunidad todo lo que nos ha dado estos años”, destacan los fundadores Laura García y Héctor Nebot. El pueblo Feroz es energéticamente autosuficiente. Más de 6.000 familias, ya han pasado por sus instalaciones y para sus creadores representa “la forma en la que entendemos el presente y el futuro: más comunidad, más sostenibilidad y más contacto directo”.