Pisamonas, zapatos buenos, bonitos, baratos y... hechos en España
La empresa madrileña fue creada por dos matrimonios Su reto era confeccionar zapatos de calidad a precios competitivos
En 2013, dos matrimonios, padres de familia, formados por dos ingenieros aeronáuticos (Enrique Bretos y Enrique Saiz), una farmacéutica (Silvia Orta) y una licenciada en Ciencias Ambientales (María Torres) sintieron que dentro del calzado infantil había un nicho de negocio.
“Por un lado, estaban los zapatos de superbuena calidad de marca española que rondaban los 50-60 euros, y por otro, los extranjeros de en torno a 10 euros. Sabíamos que tenía que haber una alternativa que combinase calidad y precio, sobre todo en España, con una gran tradición zapatera”, relata el CEO y fundador de Pisamonas, Enrique Bretos.
Tras comprobar que sí era posible, el siguiente paso fue decidir el modo. Hartos de tener que pasar los ratos libres y los fines de semana en interminables jornadas de compras, decidieron que la mejor vía era el canal online.
“Queríamos evitar a los padres el tener que aguantar los llantos, cuando el niño no se quiere probar los zapatos o tener que esperar la cola en la zapatería”, cuenta Bretos.
Queríamos evitar a los padres tener que aguantar los llantos cuando el niño no se quiere probar los zapatos o tener que esperar la cola
en la zapatería
Enrique Bretos, fundador y CEO de Pisamonas
Para ello, algo que tenían muy claro es que tanto la elección como el cambio de talla tenían que ser sencillos, que a la mínima duda o problema se tenía que resolver rápidamente y saber que siempre tenías a una persona al otro lado. Desde el principio, pusieron en marcha una política de envíos, cambios y devoluciones gratuitas y le dieron un peso muy importante dentro de la empresa al equipo de atención al cliente.
El nombre vino después. Un día haciendo números sobre el primer modelo que pensaron en fabricar, y a día de hoy, uno de sus más icónicos, los Pisacacas, Bretos preguntó a sus socios: “¿Cuántas de estas Pisamonas habría que vender para ser rentables?”.
A los pocos meses de comenzar, Bretos dejó su trabajo como ingeniero aeronáutico y cogió las riendas de la empresa. Ese mismo año abrieron su primera tienda a pie de calle en el barrio madrileño de Montecarmelo, que resultó ser todo un éxito. Aun así, decidieron centrarse en el mercado online y en la exportación. Primero, en Portugal, para después dejar paso a Francia, Reino Unido y el resto de Europa, incluso China y Chile.
Apertura de tiendas
Una vez que la empresa contó con músculo financiero, gracias al canal online, en 2017 decidieron apostar por la expansión offline. “Entonces se comenzaba a hablar de omnicanalidad en el retail y pensamos que era el momento de ponerlo en práctica, facilitando todavía más las compras a nuestros clientes y acercando nuestros zapatos a la calle y a todos aquellos que no nos conocían”.
Valencia, Sevilla y Bilbao fueron los primeros locales en sumarse a Madrid para seguir con un listado de hasta casi 30 tiendas en España y tres en Portugal, que llegaron a tener antes de la pandemia.
Uno de los momentos más emocionantes para la empresa fue cuando el Príncipe George de Inglaterra llevó sus mocasines colegiales en su primer día de colegio hace un par de años. El modelo se agotó a las pocas horas y las ventas en Reino Unido se dispararon. “Fue muy importante, pero lo fue aún más que el Palacio de Kensington nos eligiera para vestir al Príncipe en una ocasión tan importante para un niño como es la vuelta al cole”, recuerda Bretos.
Pero no todo han sido buenas noticias. Con la llegada del Covid tuvieron que dar marcha atrás con su expansión de tiendas físicas y cerrar incluso varias de ellas, la mayoría ubicadas en centros comerciales, aunque también tuvieron que renunciar al de Cartagena (Murcia). “Los centros comerciales son un modelo de negocio que deja unos márgenes muy ajustados y si ya nos resultaba complicado cubrir costes con la pandemia en algunos casos resultó imposible”, reconoce Bretos.
Ahora, la compañía está abriendo nuevas líneas de negocio, como la presencia en marketplaces, para seguir creciendo. También están cerrando acuerdos con otras firmas de moda y calzado para ofrecer en su web y tiendas una selección de marcas. Por ejemplo, esta temporada han incorporado a Scalpers, Gioseppo o XTI, entre otras.
El canal online sigue siendo su gran mercado, suponiendo un 70% de sus ingresos y facilitándoles la presencia internacional. Uno de cada cuatro pares de Pisamonas son vendidos fuera de España, en un total de 20 países.
Lo que tampoco cambia es su apuesta por la artesanía española. Sus zapatos son realizados en Elche, La Rioja, Aragón o Baleares, entre otros. La elaboración sigue siendo tradicional. Eso sí, para algunos modelos se emplean la última tecnología para la elaboración del calzado, mientras que para otros, como las alpargatas, son cosidos a mano.
Radiografía
Facturación. En su primer año de vida ingresaron medio millón de euros. En 2020, pese al Covid, lograron mantenerse por encima de los 10 millones. Para este ejercicio prevén llegar a 12 millones.
Plantilla. En los inicios tenían 10 empleados trabajando a tiempo completo. En estos años ha habido dos grandes picos que han aumentado exponencialmente el personal. La expansión del canal offline a partir de 2017 y la puesta en marcha de su almacén logístico a finales de 2019. Con ello cuentan con casi un centenar de empleados.
Reconocimiento. Durante su trayectoria han sido reconocidos con diversos premios como el Premio Nacional de la Moda, del Ministerio de Cultura; el Premio a Mejor Comercio Minorista, otorgado por el Ministerio Industria, o el de Mejor Pyme del Año de la Comunidad de Madrid, reconocido por la Cámara de Comercio de Madrid, entre otros.
Sede. Hasta 2020, tenía sus oficinas en Alcobendas (Madrid) y la logística, en Seseña (Toledo). Ahora su nuevo cuartel general integra las dos funciones. Se encuentra en Paracuellos (Madrid) y cuenta con 2.000 m2.
Bailarinas de tapones de botellas y zapatillas veganas
Bailarinas procedentes de tapones de botellas, zapatillas de algodón orgánico o de lona vegana… Son algunos de los modelos más sostenibles de Pisamonas. Se trata de una iniciativa que comenzó hace un año. “Una parte de nuestras clientas nos demandaban hacer productos más sostenibles y creemos que es el deber de todos ser responsables e ir tomando partida a favor del medioambiente”, señala su fundador y CEO, Enrique Bretos.
Esta apuesta no es sencilla. Trabajar con estos materiales, de momento, resulta más caro que con los tradicionales, lo que choca totalmente con la filosofía de la compañía, pero haciendo un gran esfuerzo han logrado fabricar modelos competitivos. Así, mientras unas zapatillas tradicionales de Pisamonas se sitúan en los 18,25 euros, unas de lona vegana cuestan 24,95.
De momento, cuentan con seis modelos realizados bajo estas características, pero su plan es ir incorporando cada vez más variedad a su catálogo.