Tratamientos más concretos y menos invasivos en la lucha contra el cáncer de mama
El objetivo es reducir el riesgo de recaída y el impacto en la salud. Los nuevos fármacos iluminan una línea para combatir los tumores más agresivos


César Rodríguez, doctor y presidente de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), se refiere constantemente a la palabra “desescalada” para hablar del rumbo que ha tomado la lucha contra el cáncer de mama en los últimos años. Los estudios que se han presentado este año en el Congreso Europeo de Oncología Médica (ESMO, por sus siglas en inglés) van en esa dirección: el abemaciclib, comercializado por Lilly, ayuda a reducir el riesgo de recaída y aumentar la tasa de supervivencia en ciertos tipos de tumores, mientras que los novedosos ADC (anticuerpos conjugados) iluminan una nueva línea para combatir los más agresivos.
En 2024 se diagnosticaron 35.875 casos de cáncer de mama en España, según las estimaciones de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). El 70% es del subtipo conocido entre los expertos como el HR+, HER2-, relativamente poco agresivo porque avanza lentamente y porque responde bien a terapias hormonales (que atacan a las que están provocando el crecimiento del tumor).
Sin embargo, dentro de este subtipo, los más agresivos –cuando hay ganglios afectados– son muy peligrosos por su alto riesgo de recaída, es decir, hay muchas posibilidades de que la paciente vuelva a tener cáncer en el futuro. Y cuando hay recaída, la tasa de supervivencia disminuye drásticamente.
Nuevos tratamientos
Ahí entran fármacos como el abemaciclib, que ha demostrado en el ensayo MonarchE una reducción del riesgo de muerte del 15,8% cuando se toma durante dos años junto con la terapia endocrina (TE) tradicional, frente a un tratamiento en el que solo se administra la TE. El abemaciclib, comercializado con el nombre Verzenios, es un inhibidor selectivo de las enzimas CDK4 y CDK6 (quinasas dependientes de ciclina), que desempeñan un papel clave en el ciclo celular. Estas enzimas regulan el paso de las células de una fase a otra para su división y proliferación. En muchos cánceres de mama, especialmente en los HR+ HER2-, esta vía está desregulada, lo que favorece la multiplicación anómala de las células tumorales.
Es ahí donde entra este medicamento, que ha aumentado la tasa de supervivencia a siete años del 85% al 86,8%. Puede parecer poco, pero Miguel Martín, oncólogo y presidente de Geicam, asociación líder en investigación en cáncer de mama en España, asegura que no. “Aunque parezca poco, es muchísimo. Son muchas mujeres las que se salvan. Desde hace más de dos décadas no había un fármaco de este tipo que haya demostrado aumento de la supervivencia en las pacientes”, explica Martín durante la ESMO, a la que este periódico ha sido invitado por Lilly.
En el estudio han participado 5.120 pacientes de 38 países diferentes. Uno de los centros que más ha reclutado para el estudio ha sido el Hospital General Universitario Gregorio Marañón, en Madrid, cuya jefatura del Servicio de Oncología Médica estaba hasta enero de 2025 en manos de Martín. El fármaco ya estaba disponible para las pacientes españolas desde hace seis años. Ya había presentado antes una reducción en la tasa de recaída. “Ahora que hemos aprendido a manejar los efectos secundarios, tenemos la obligación moral de ofrecérselo a las mujeres que reúnan los criterios de inclusión del estudio”, apunta Martín, “porque estamos hablando de curaciones”.
Curar a más con menos
“El modelo ha cambiado”, dice César Rodríguez, oncólogo y presidente de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). “Ahora vamos hacia la desescalada en los tratamientos para tratar de curar a más pacientes con menos. Es decir, utilizar los medicamentos que tengan menos impacto en la recuperación de las pacientes”. Eso pasa por tratamientos cada vez más concretos para cada tipo de cáncer.
Ahí entran los ADC o anticuerpos conjugados, un tipo de fármaco –conocidos coloquialmente como “caballos de Troya”– que se adhiere a las células tumorales y las destruyen desde dentro. Eso evita dañar las sanas. Los resultados del ensayo Destiny Breast11 que se han presentado en la ESMO demuestran que tratar a las pacientes antes de la cirugía con el conjugado ADC trastuzumab deruxtecan mejora las respuestas completas frente al tratamiento estándar con quimioterapia. “No es algo nuevo, ya los estamos utilizando”, incide Rodríguez, pero su eficacia está cada vez más confirmada.
Esto se conoce como medicina de precisión. Consiste en conocer las características moleculares del tumor para aplicar solo el tratamiento que sea realmente eficaz en cada paciente. Este enfoque, más selectivo y personalizado, requiere herramientas nuevas. No basta con conocer el tamaño del tumor o si existen ganglios afectados. Ahora se necesitan biomarcadores, análisis genómicos complejos o técnicas como la biopsia líquida, que permite detectar alteraciones moleculares en una muestra de sangre. Esto ayuda a prever recaídas, elegir fármacos dirigidos y evitar tratamientos innecesarios.
“Al principio es un tipo de medicina más cara, pero solo al inicio”, asegura el oncólogo. Al impactar menos en la capacidad de recuperación de las pacientes, los beneficios a largo plazo son incontables. Pero esta metodología requiere un cambio en el modelo de trabajo. No vale con tener un comité solo con oncólogos, radiólogos, etc. “Hay que incorporar biólogos moleculares, técnicos de laboratorio, bioinformáticos y demás”, detalla el experto.
En la actualidad, el 82,8% de las pacientes de cáncer de mama sobreviven al diagnóstico, y esa tasa aumenta hasta el 99% cuando el tumor solo está localizado en la mama y no hay metástasis, según la Asociación Española Contra el Cáncer.

