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La Unión Europea mira hacia los países del Golfo en medio del caos comercial

En el contexto de una economía global fragmentada, el bloque comunitario busca profundizar sus relaciones con las naciones del Consejo de Cooperación del Golfo, que se perfilan como una bisagra diplomática con los BRICS y un aliado estratégico para sectores como la energía y la tecnología a pesar de las discrepancias ideológicas

Contribución a la economía conjunta del Consejo de Cooperación del Golfo. Mapa

La inestabilidad geopolítica actual empuja a la Unión Europea a buscar aliados fuera de los límites de Occidente. Tras consolidar el acuerdo comercial con Mercosur, los Veintisiete ahora han anunciado la negociación de un acuerdo con Emiratos Árabes Unidos (EAU), como parte de una estrategia para acercarse más a los países del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG). En este contexto, los expertos resaltan que, a pesar de las discrepancias ideológicas en sectores clave, las naciones de esta región se perfilan como un aliado clave para el bloque comunitario, que busca diversificar sus proveedores energéticos, blindar sus cadenas de suministro y potenciar sus fuentes de inversión para protegerse contra las arremetidas comerciales de Estados Unidos y China.

La UE y los países del CCG ya son importantes socios comerciales y de inversión. La región del Golfo, en su conjunto, es el sexto socio comercial de la UE, mientras que la Unión es el segundo socio comercial de este bloque. En concreto, el comercio bilateral de bienes ascendió a 162.000 millones de euros el año pasado, según fuentes oficiales de la Comisión Europea. Asimismo, el comercio de servicios asciende a más de 75.000 millones de euros (2023), y el CCG es uno de los principales socios de la UE en materia de inversión extranjera directa (IED), con una cifra bilateral que superó los 450.000 millones de euros en 2023, según fuentes de Bruselas.

“Aún existe un enorme potencial sin explotar para el comercio y la inversión entre ambas regiones, especialmente en sectores de vanguardia, como las energías renovables, el hidrógeno verde y la IA, que desempeñan un papel fundamental en las transiciones ecológica y digital impulsadas tanto por la UE como por el CCG”, explica a CincoDías Olof Gill, portavoz de la Comisión Europea para el Comercio.

Desde Bruselas enfatizan que, si bien las negociaciones para un acuerdo de libre comercio entre la UE y el CCG están paralizadas desde 2008, se sigue “trabajando para impulsar el comercio y la inversión” mediante iniciativas como el Diálogo sobre Comercio e Inversión. Asimismo, la cooperación entre empresas se fomenta a través del proyecto de Diversificación Económica UE-CCG. En conjunto, las economías del CCG cuentan con un PIB de 2,18 billones de dólares (2024) y representan el 2% de la economía mundial.

En esta línea, un informe reciente de EsadeGeo resalta que las economías del Golfo se encuentran entre las más abiertas del mundo. En los últimos años, han desplegado un importante paquete de acuerdos para impulsar el comercio con diferentes naciones y bloques económicos. “Por un lado, cuentan con acuerdos preferenciales de comercio con Estados Unidos, Singapur y la EFTA4, entre otros, y están en negociaciones con la Unión Europea, China, Singapur, la India y el Mercosur; además, pertenecen a la Greater Arab Free Trade Area (Gafta), la mayor zona de comercio del mundo árabe”, resalta el informe Relaciones económico-empresariales entre España y el Consejo de Cooperación del Golfo, publicado recientemente.

Sinergia

Las economías del Golfo y las de la UE son altamente compatibles, puesto que compiten en muy pocos ámbitos. Mientras que las principales exportaciones europeas son los servicios y las manufacturas y sus principales importaciones son materias primas energéticas, los miembros del CCG exportan sobre todo hidrocarburos (el 7% del petróleo de la UE vino de Arabia Saudí en 2024 y el 10% del gas vino de Qatar) y cuentan con una potente industria financiera.

“Este acuerdo es, en mi opinión, más equilibrado que el de Mercosur. Por ejemplo los países del Golfo importan de media el 85% de los alimentos. Hay una gran dependencia del exterior en muchos sectores, porque producir en esta región no es sencillo y no existe capacidad. La UE es un partner muy bueno para proveer estos productos y servicios que, de momento, no existen aquí”, asegura a este diario Tomás Guerrero, director del Halal Trade & Marketing Centre del Gobierno de Dubái.

Dicho esto, las fuentes consultadas coinciden en que, para que la integración económica entre ambos bloques avance, las relaciones girarán en torno a una diplomacia económica y pragmática. “La versatilidad de estos países a la hora negociar, capaces de tener buenas relaciones con Occidente y con el mundo emergente simultáneamente, los convierte en mediadores de excepción, capaces de hacer equilibrios y de lograr acuerdos”, menciona el documento publicado recientemente por EsadeGeo.

Tomás Guerrero destaca que, para los países del Golfo, llegar a un acuerdo con la UE también supone un paso más en su estrategia para convertirse en una región bisagra en un mundo fragmentado. Ejemplo de esto es que Arabia Saudí y EAU, dos potencias con excelentes relaciones con el mundo occidental, ingresaron en enero de 2024 al bloque de los BRICS. “Los países del Golfo han conseguido con el paso de los años convertirse en una bisagra. Se pueden sentar un día con China y al día siguiente con EE UU y facilitar acuerdos. Esto es posible porque su diplomacia es muy práctica y discreta. No pretenden influir en las políticas internas de sus socios, y tampoco quieren que les impongan condiciones”, pondera Guerrero.

Inversiones clave

Más allá de la rentabilidad, una mayor integración económica con Europa también permitirá a los países del Golfo avanzar en su estrategia de diversificación. En esta línea, este bloque está invirtiendo a nivel global en sectores con relevancia geopolítica, como la energía y los minerales estratégicos, pero también en tecnologías que se volverán clave en las próximas décadas, como la inteligencia artificial y los servicios de nube.

“Los miembros del CCG han reforzado su posición en otros sectores de gran importancia geopolítica, como el de las telecomunicaciones, la logística o la minería. Para ello, han hecho uso de sus empresas estatales y de los fondos soberanos. A través de estos vehículos, han desembarcado en el accionariado de multinacionales de sectores estratégicos, como el de las telecomunicaciones, en el que destaca la entrada de la saudí STC en el capital de Telefónica o la adquisición, por parte de la emiratí Etisalat, del 15% de la británica Vodafone”, expresa el informe de EsadeGeo. Con estas operaciones, las naciones del Golfo buscan acceder a nuevos mercados y a tecnologías disruptivas, pero también ganar peso e influencia en suelo europeo.

Por supuesto, el factor energético es imposible de ignorar, y la cooperación en este sector ya tiene varios años. De hecho, en un análisis publicado por el think tank inglés Royal United Sevices Institute a finales de 2024, el politólogo Saeed Alblooshi resaltó que la cooperación entre la UE y el CCG en el ámbito energético se viene incrementando. “Por ejemplo, Qatar ha cerrado acuerdos de suministro de gas con Alemania, Países Bajos y Francia, mientras que Emiratos Árabes Unidos ha enviado hidrógeno a Alemania y ha establecido una cadena de suministro de hidrógeno verde entre Ámsterdam y Abu Dabi. Ambas regiones comprenden que los compromisos de la COP28 no pueden hacerse realidad sin la participación europea”. En esta línea, el experto también enfatizó que la desvinculación de la UE de Rusia y los esfuerzos por forjar nuevos vínculos energéticos sostenibles para compensar el desequilibrio implican la necesidad de la cooperación de los países del CCG.

Dicho esto, otro aspecto fundamental en el que una mayor integración económica puede beneficiar a Europa es el amplio capital que las economías del Golfo pueden movilizar hacia sectores clave, y que podría cubrir vacíos como 477.000 millones de euros anuales para inversiones verdes que Bruselas ha estimado que se necesitan para lograr los objetivos de 2030. Así, los fondos soberanos del bloque pueden ser un elemento clave para lograr esta financiación, ya que sus estrategias de diversificación han incorporado inversiones en transición energética, tecnología y defensa dentro de sus carteras.

“Están muy involucrados con los objetivos de descarbonización en sus carteras, siguiendo una tendencia internacional de gran parte de la industria financiera. Así, la mayoría de ellos tienen actualmente prohibida la inversión en activos que no estén alineados con una estrategia de transición energética”, indica el citado informe, refiriéndose a los fondos soberanos.

Las fuentes consultadas observan que un factor que también puede favorecer a la UE es que los fondos soberanos enfatizan los proyectos a largo plazo. “Hay que señalar que estos fondos cuentan con la capacidad financiera suficiente para movilizar los recursos necesarios para realizar proyectos de largo plazo. Por ejemplo, el emiratí Abu Dhabi Investment Authority (ADIA) ha adquirido recientemente el 20% de NetCo de Telecom Italia por 22.000 millones de dólares, con el fin de impulsar la digitalización en este país europeo, y Mubadala, el 10% de la rama del fabricante indio de vehículos eléctricos Tata, entre muchos otros”, señalan desde EsadeGeo

Tomas Guerrero coincide con estos planteamientos y puntualiza que muchas veces estos fondos pueden aceptar incluso perder dinero en el corto plazo para acceder a alguna empresa que le interesa en el largo plazo a su país. Así, la época de las inversiones “activos trofeo” como edificios icónicos y equipos de fútbol ya ha quedado atrás, y ahora el enfoque está en los sectores estratégicos. “Los fondos soberanos no están buscando solo un retorno. Esa es la lectura simplista. En ocasiones, lo que buscan es que al entrar en el accionariado de una empresa esta se pueda establecer en la región o hacer una inversión. Se busca que ayuden a la diversificación y a la transferencia de tecnología”, dice.

El experto también sub­raya que, para Europa, acceder a fondos para financiar desde otras regiones se ha vuelto complejo. “Se necesita mucha inversión y las fuentes son cada vez menos. No se puede tomar dinero de inversores chinos ni de Rusia. En esta línea, además de los grandes fondos y bancos de EE UU y los de la UE, básicamente solo quedan los países del Golfo y quizás alguno de América Latina para movilizar las inversiones para defensa y para la transición energética”, sentencia el director del Halal Trade & Marketing Centre.

Obstáculos

No obstante, para algunas organizaciones de la sociedad civil y de ciertos partidos políticos europeos, profundizar esta relación sin exigir cambios sociales es considerado antiético. “La UE ha buscado estrechar lazos políticos y comerciales con los países del Golfo, prestando poca atención a las violaciones de derechos humanos y reforzando la represión en algunos de ellos. Con la única excepción de los casos de pena capital, la UE guarda silencio sobre la represión en el Golfo, relegando estas conversaciones a diálogos bilaterales sobre derechos humanos, en gran medida improductivos”, se leía en un comunicado de Human Rights Watch a finales de 2024.

“Voces clave del CCG siguen rechazando la inclusión de cláusulas jurídicamente vinculantes en materia de derechos humanos, normas medioambientales y un lenguaje específico sobre contratación pública, fundamentales para todos los acuerdos de libre comercio de la UE. A pesar de ello, un acuerdo entre bloques sigue siendo una obsesión para Bruselas, pero también para Riad, cuya rivalidad con Abu Dabi le impulsa a hacer todo lo posible para impedir que la UE y los Emiratos Árabes Unidos firmen un acuerdo bilateral de asociación económica integral”, dijo Cinzia Bianco, investigadora del think tank ECFR en un análisis.

Más allá de eso, Tomás Guerrero explica que otra dificultad para las empresas europeas puede ser acceder a sectores considerados estratégicos por los países del CCG. “Hay muchos sectores controlados por entidades estatales que no se terminan de liberalizar. Si uno quiere entrar, tiene que trabajar con el aliado local de turno. No están abiertos a todo el mundo y, si se trabaja con ellos, se tiene probablemente que ganar una licitación y compartir tecnología”, afirma el experto.

Las potencias rivales de la UE también tienen la vista puesta en la región. En su reciente viaje a los países del Golfo, Donald Trump cerró un acuerdo para que la empresa saudí DataVolt invierta 20.000 millones de dólares en centros de datos de IA e infraestructura energética en EE UU, y que conjuntamente con Google, Oracle, Salesforce, AMD y Uber inviertan 80.000 millones en “tecnologías transformadoras de vanguardia” en ambos países.

En cuanto a Emiratos Árabes Unidos, Trump ha facilitado que el gigante estadounidense de la defensa RTX se asocie con Emirates Global Aluminium y el Consejo Tawazun de EAU, con el objetivo de asegurar la cadena de suministro de minerales críticos a su país. Igualmente, durante el viaje, el magnate anunció que Qualcomm y Amazon Web Services colaborarán con empresas emiratís para desarrollar infraestructuras de IA y de servicios de la nube.

Pekín también está moviendo ficha. Durante la reciente cumbre de ASEAn con los países del CCG y China, el primer ministro chino, Li Qiang, requirió a los Estados del Sudeste Asiático y del Golfo profundizar la cooperación. “Debemos ampliar firmemente la apertura regional y desarrollar un gran mercado”, declaró Li, según informó la agencia Bloomberg; haciendo clara alusión al actual contexto de fragmentación comercial y política global.

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