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La cruzada de Europa para lograr la autonomía en los semiconductores

El Viejo Continente está invirtiendo 43.000 millones de euros para poder competir con China y Estados Unidos en un sector que cada vez tiene más relevancia estratégica y que para 2030 será pieza clave de la economía global

Taiwán domina la fabricación de semicondictores
Luis Alberto Peralta

El bum de la inteligencia artificial ha incrementado aún más la atención sobre el sector de los semiconductores (también conocidos como chips). El suministro de estas piezas tecnológicas ha sido categorizado por China, Estados Unidos y la Unión Europea como fundamental, ya que son cruciales para la fabricación de los ordenadores, teléfonos móviles y otros dispositivos.

En este contexto, los Gobiernos y los legisladores europeos tratan de asegurar que la región no quede rezagada en una industria que podría crecer un 13%, hasta los 588.000 millones en 2024, según estima la consultora Deloitte. No obstante, la fabricación de estos productos está altamente concentrada en el continente asiático, lo que representa un reto para los planes de Bruselas y un punto vulnerable para sus empresas.

“En 2030, alrededor del 30% del PIB mundial podría proceder de bienes y servi­cios digitales. La astronómica cantidad de datos que generarán estos bienes y servicios requerirá una importante capacidad de cálculo y almacenamiento de datos, lo que impulsará la demanda de empresas de infraestructuras en este sector. Los proveedores de la nube, la cadena de valor de los semiconductores y las empresas de software de infraestructuras serán probablemente los ganadores”, destacan los expertos del equipo de inversión de Sycomore Sustainable Tech, una firma vinculada a Generali Investments.

En este contexto, un portavoz de la Comisión Europea explica a CincoDíás que los semiconductores se han convertido en “el centro de fuertes intereses geoestratégicos y de la carrera tecnológica mundial”. Dicho esto, el representante subraya que la Ley Europea de Chips, una medida que busca garantizar la autonomía europea, entró en vigor el 21 de septiembre de 2023 con el objetivo de reforzar la competitividad y la resiliencia en este ámbito prioritario para la región.

“La ley de chips establece medidas para crear un entorno de inversión atractivo y reforzar el liderazgo tecnológico de Europa a lo largo de la cadena de valor. En un mercado de rápido crecimiento, la UE se ha fijado el ambicioso objetivo de duplicar su participación de mercado actual al 20% en 2030. La ley de chips aprovechará las fortalezas de Europa y abordará las debilidades pendientes para lograr un ecosistema de semiconductores próspero y una cadena de suministro resiliente”, comenta el citado portavoz de la CE.

Carrera cuesta arriba

A Europa le queda un largo camino por recorrer. Las distintas partes de la cadena de valor de los semiconductores están controladas por países como Estados Unidos, Taiwán, China o Corea, pero ninguna por el Viejo Continente. En esta línea, entre las 10 empresas más grandes del sector por capital bursátil no existe ninguna europea, salvo la neerlandesa ASML, que se ubica en el quinto puesto, por debajo de las estadounidenses Nvidia, Broadcom, la taiwanesa TSMC y la coreana Samsung.

Específicamente en la fabricación, la situación europea es aún más crítica, siendo su cuota de mercado global menor del 5%. En este campo, cabe resaltar que TSMC abarca el 58,1% de la producción por sí misma, y que en total las compañías taiwanesas abarcan entre un 65% y un 70% de este segmento de la cadena de valor, en base a los datos de Bloomberg Intelligence (ver gráfico).

Según Deloitte, más del 75% de la capacidad mundial de las fábricas de semiconductores se encuentra en Asia (front-end), pero la participación de mercado de la región es aún mayor en el ensamblaje y prueba de chips (back-end), alcanzando el 90%.

“Excepto en el caso de los grandes fabricantes de dispositivos integrados, la mayoría de los productores de chips han estado subcontratando procesos de ensamblaje y prueba a proveedores externos [OSAT, en inglés]. La mayoría de los grandes OSAT tienen su sede en China y Taiwán, y controlaban aproximadamente el 80% de la cuota de mercado de instalaciones tercerizadas en 2022. Aunque Estados Unidos apunta a reforzar su capacidad nacional, casi todo el trabajo real se realiza en Asia. Las líneas entre el front-end y el back-end tradicionales son cada vez más borrosas, y cada uno intenta capturar una mayor parte de la cadena de valor”, detalla un informe reciente de Deloitte.

La firma inglesa estima que a medida que Estados Unidos y Europa busquen ampliar la capacidad nacional de fabricación de chips, deberían intentar desarrollar su capacidad de back-end para evitar alargar y hacer más complejas sus cadenas de suministro. “Para ayudar a mantenerse a la vanguardia del rendimiento y la flexibilidad de los productos, Estados Unidos y Corea del Sur están aumentando sus esfuerzos para reforzar sus capacidades de embalaje, que generalmente son proporcionadas y habilitadas por sus respectivas operaciones e instalaciones de ensamblaje. Al mismo tiempo, las principales empresas sin fábrica están presionando por acercar sus instalaciones de ensamblaje y prueba”, indican desde Deloitte.

El dominio de las materias primas también es un factor clave. En esta línea, cabe recordar que China controla la producción global de minerales como el galio y el germanio, que son fundamentales para esta industria. El gigante asiático es el origen de alrededor del 60% del primero y el 80% del segundo, según las últimas estimaciones de la Comisión Europea. Por medio de la ley de minerales críticos, Bruselas también se ha propuesto disminuir esta dependencia.

Inversión de futuro

Bruselas estima que el nivel general de inversión pública en apoyo de la ley de chips de la UE rondará los 43.000 millones de euros (apoyo público y de capital apalancado) hasta 2030. Desde la presentación de esta norma se han producido numerosos anuncios de inversiones públicas y privadas. En total, incluido el IPCEI (proyecto importante de interés común europeo) sobre microelectrónica y tecnologías de la comunicación, ya se han anunciado más de 100.000 millones de euros de inversiones públicas y privadas para proyectos concretos.

Según sus portavoces, la Comisión Europea ya ha tomado dos decisiones para autorizar ayudas estatales a los fabricantes de semiconductores. El 5 de octubre de 2022, la Comisión aprobó una medida de ayuda estatal italiana de 292,5 millones de euros disponible a través del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia. El beneficiario fue la empresa suiza ­STMicroelectronics, y el propósito es la construcción de una planta de obleas de carburo de silicio en Catania, Sicilia.

De forma similar, el 28 de abril de 2023, la CE aprobó una medida de ayuda estatal francesa para apoyar una megafábrica en Francia, que se establece como una asociación comercial entre STMicroelectronics y la estadounidense Global Foundries (subsidiaria de AMD). Esta planta producirá una gama de tecnologías que tienen una gran demanda por parte de la industria europea. Según fuentes oficiales, el proyecto tiene un valor de 7.400 millones de euros.

“Podemos esperar que nuevas instalaciones comiencen a funcionar en el transcurso de los próximos años y que las instalaciones existentes se refuercen en un plazo más corto, sujeto a la autorización de ayuda estatal cuando sea pertinente”, indican los portavoces de la Comisión Europea.

Específicamente en España, el gigante Broadcom ha anunciado una inversión de 900 millones de euros para poner una fábrica, potencialmente en Andalucía, Cataluña, Valencia o Castilla-La Mancha. Asimismo, el Centro Interuniversitario de Microelectrónica (IMEC), una de las entidades más relevantes de investigación del sector a nivel global, pretende abrir una sede en Málaga.

Dicho esto, cabe subrayar que el interés en fortalecer esta industria involucra también a los países extracomunitarios. Este es el caso del Gobierno británico, que, a pesar del Brexit, ha anunciado una inversión de 35 millones de libras (unos 40,7 millones de euros) para potenciar la investigación conjunta a nivel regional en el sector en el contexto del programa de innovación e investigación Horizon Europe.

“Los investigadores y empresas británicos de semiconductores ahora tienen un mejor acceso a la financiación de la investigación respaldada por el Gobierno del Reino Unido y Horizonte Europa, ahora que el Reino Unido se ha unido a la iniciativa conjunta de chips de la UE. La medida proporciona al sector de semiconductores del Reino Unido un mejor acceso a un fondo de 1.300 millones de euros reservado por Horizonte Europa para apoyar la investigación en tecnologías de semiconductores hasta 2027″, detallan desde Londres. Noruega e Islandia también forman parte de este programa.

Los ‘legacy chips’, otro componente que podría enfrentar a Occidente con Pekín en el campo de los semiconductores

La Unión Europea estaría contemplando analizar y regular la utilización en sus industrias de legacy chips (semiconductores heredados) chinos, los semiconductores de 28 nanómetros y de generaciones anteriores que se utilizan en automóviles y otras aplicaciones. Según ha informado recientemente la agencia Bloomberg, Bruselas parece compartir la preocupación de Estados Unidos de que la dependencia de los proveedores de China supone un riesgo potencial para la seguridad nacional y las cadenas de suministro globales.

Fuentes de Bloomberg aseguran que la UE está sopesando la posibilidad de investigar hasta qué punto dichos semiconductores están integrados en las redes industriales. “La Unión Europea y Estados Unidos seguirán recopilando y compartiendo información no confidencial e inteligencia de mercado sobre políticas y prácticas no relacionadas con el mercado y se comprometerán a consultarse mutuamente sobre las acciones previstas”, señala un presunto borrador al que ha tenido acceso la agencia y que se presentará durante la conferencia del Consejo de Comercio y Tecnología 
UE-EE UU, en abril.

De considerarse necesario, los países aliados “podrían desarrollar medidas conjuntas o cooperativas para abordar los efectos distorsionadores en la cadena de suministro global de semiconductores heredados”, afirma el documento citado.
“La escasez de chips a finales de 2020 llamó la atención generalizada sobre el hecho de que los semiconductores más avanzados ya no se fabrican en Estados Unidos, y que esto representa una vulnerabilidad estratégica”, advierten desde el think tank estadounidense CSIS.

En un informe de 2023, los investigadores de la entidad revelan que, en ese entonces, el déficit afectó negativamente no solo a industrias tradicionales como la automotriz, sino también a otros dispositivos que incorporan un complemento de tecnologías de semiconductores (incluidos microprocesadores, microcontroladores avanzados, productos analógicos y de señales mixtas y semiconductores de potencia) y controlan pantallas, decodifican audio, operan motores y realizan otras funciones clave.

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