Realidad vs. mito: ¿cuánto aportan realmente los inmigrantes a las economías europeas?

El aumento en la popularidad de los partidos ultranacionalistas pone en discusión los beneficios de la inmigración para las arcas públicas del Viejo Continente. Sin embargo, los expertos corroboran que el aporte suele ser positivo o incluso mayor que el de los nativos en materia fiscal y laboral

EFE

En el contexto de un aumento en la popularidad de los partidos ultranacionalistas en países como Alemania, Italia o Países Bajos, el aporte de la inmigración a las economías europeas está siendo cuestionado. Si bien los expertos coinciden en que la crisis demográfica requiere incrementar la población en edad laboral, las turbulencias económicas y el aumento de las tensiones sociales hacen que algunos ciudadanos y políticos cuestionen el ingreso de trabajadores extracomunitarios. Su argumento es el alto coste que los extranjeros representan en materia de beneficios sociales; no obstante, múltiples estudios sugieren que los inmigrantes podrían contribuir incluso más en materia fiscal que los nativos europeos. Dicho esto, cabe preguntar: ¿cuánto aportan (o no) los inmigrantes a las economías europeas realmente?

Los datos más recientes presentados por la Comisión Europea (CE) afirman que en el territorio de la Unión actualmente residen unos 446,7 millones de personas. De este número, alrededor de 38 millones (8,5%) nacieron fuera de las fronteras comunitarias y, de ellos, 23,8 millones (5,3%) no cuentan con ciudadanía de algún país miembro.

El Ejecutivo comunitario estima que alrededor del 20% del total de residentes extracomunitarios de la UE están con un permiso de trabajo, mientras que el 35% tienen permisos por familia, el 15% permanecen por asilo, el 4% por educación y el 26% restante por otras razones. Dicho esto, desde la OCDE resaltan que la categoría de migración también es un factor influyente en relación a la contribución económica. “Por razones obvias, la contribución fiscal neta es más positiva en el corto plazo para los inmigrantes laborales que para las personas que migran por razones familiares o humanitarias. Sin embargo, los efectos a largo plazo son difíciles de evaluar debido a la falta de datos relevantes por categoría de migración”, señala un informe de la OCDE.

Contribución fiscal

Un primer factor a tomar en cuenta sería la fiscalidad de estos trabajadores extranjeros. En esta línea, los expertos consultados coinciden en que la inmigración, a grandes rasgos, es beneficiosa. “Diversos estudios realizados en los países desarrollados indican que los inmigrantes aportan más a las arcas públicas de lo que los Gobiernos gastan en su salud y educación. El gasto público que se hace por individuo es menor por los inmigrantes que por los nativos”, explica Josep Mestres, economista sénior de CaixaBank Research, a CincoDías. Dicho esto, el experto añade que el reciente incremento de los flujos de inmigrantes hacia los países desarrollados corresponde a un dinamismo del mercado laboral y a los flujos que fueron contenidos en la pandemia.

“Estos inmigrantes además consiguen encontrar trabajo muy rápidamente. Los resultados de integración también están en récord histórico. Esto quiere decir que no solo están llegando muchos trabajadores, sino que consiguen integrarse al mercado laboral de una manera mejor”, apunta Mestres. El experto destaca que, según un informe publicado en 2021, en casi todos los países de la OCDE el impacto fiscal per cápita de los inmigrantes es positivo. No obstante, aclara que si se considera el coste de los bienes públicos puros (como el del ejército o la defensa), el balance puede acercarse a cero, sin aportar ni restar a las cuentas del país receptor.

La situación se conoce desde hace más de una década. De hecho, un reporte técnico realizado por la Comisión Europea, refleja que antes de la pandemia, entre 2014 y 2018, los países miembros gastaron una media de 9.600 euros al año por cada uno de sus residentes nativos, lo que contrasta con un promedio anual per cápita de 8.200 euros para sus inmigrantes. Por si fuera poco, el estudio (publicado en 2022) estima que las contribuciones fiscales netas de los inmigrantes durante el periodo analizado se situaron hasta 1.500 euros por encima de las de los nativos europeos anualmente.

“Normalmente la gente que llega es gente relativamente joven. En el caso de España, lo normal es que sea gente de entre 30 y 40 años. Esto es importante porque son personas en edad de trabajar, pero gastan relativamente poco en servicios públicos como la Seguridad Social o el sistema sanitario. Además, cotizan y suponen un flujo de ingresos para el sistema de pensiones. Pagan IRPF e IVA. En general, la contribución en términos de aportes y de los costes que generan es positiva”, explica Miguel Cardoso, economista jefe para España de BBVA Research, a CincoDías.

Ángel de la Fuente, director ejecutivo de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), enfatiza que el coste de los inmigrantes para el Estado es bajo porque muchos de ellos llegan ya formados, e incluso pueden estar sobrecualificados para los trabajos en los que se ubican. “El efecto inmediato en general es positivo, porque llegan a trabajar y aportan al sistema sin que se haya pagado por su educación. Si trabajan toda su vida, entonces tendrán derecho a una pensión y aumentará el gasto sanitario, pero generalmente el beneficio es mayor”, reitera De la Fuente a este periódico.

Trabajo y demografía

El trabajo está ganando protagonismo entre las razones para emitir nuevas autorizaciones de residencia en la UE. El reporte de Migración y asilo en Europa 2023 (publicado en enero de 2024), revela que los países miembros emitieron juntos casi 3,5 millones de primeros permisos a ciudadanos extracomunitarios en 2022, siendo el trabajo la principal justificación (36% del total); por encima de la familia (26%) y la educación (13%). Más allá de los motivos, Polonia otorgó el mayor número de nuevos permisos de cualquier tipo (20% del total), seguida de Alemania (16%), España (14%), Italia (10%) y Francia (9%). Según el documento, la mayoría de las nuevas autorizaciones en 2022 se concedieron a ciudadanos de Ucrania (11% del total), seguidos por Bielorrusia (9%) y la India (5%).

En este contexto, los inmigrantes contribuyen fuertemente a mantener activa la población laboral del Viejo Continente. De hecho, las últimas cifras de Eurostat (correspondientes a 2022), muestran que unos 9,93 millones de ciudadanos extracomunitarios estaban empleados en el mercado laboral de la UE, de un total de 193,5 millones de población trabajadora. En el caso particular de España, desde CaixaBank indican que en los últimos años ha habido un aumento generalizado del peso de los extranjeros en los distintos sectores, aunque su presencia relativa es mayor en ocupaciones elementales o que requieren un menor nivel de cualificación.

“Por ejemplo, en términos de afiliados a la Seguridad Social, más del 25% de los ocupados en la hostelería y del 18% en la construcción son extranjeros, cuando en 2015 ambos porcentajes eran el 19,5% y el 10,6%, respectivamente. En transporte y almacenamiento también se ha registrado un destacado aumento, pasando del 7,4% al 13,6%. Por el contrario, el papel de los extranjeros es menos relevante en las ramas industriales, tanto extractivas (5,9% vs. 5,3%) como manufactureras (8,4% vs. 5,6%)”, expresa un análisis de CaixaBank.

De forma similar, el aporte de los extranjeros a las otras economías europeas está concentrado en ciertos sectores. Las últimas cifras de la Comisión Europea reflejan que, a nivel regional, los inmigrantes están sobrerrepresentados en sectores como la hostelería, la atención al cliente, el trabajo doméstico y la construcción. En contraste, están infrarrepresentados en sectores como la Administración pública, la educación, la medicina y el sector científico y de investigación.

Belén Trincado Aznar

Esto podría ser consecuencia de la preferencia de los europeos por ciertos sectores, que genera en otros una ausencia de mano de obra. Desde el punto de vista de Cardoso, la inmigración está flexibilizando el mercado laboral en un contexto en el que las empresas no encontraban trabajadores. “Estamos observando que el envejecimiento de la población está reduciendo la oferta de ciertos tipos de oficios. Por ejemplo, a partir de la crisis de 2008 hubo una reducción importante en el sector de la construcción. Un estudio reciente muestra que la edad media de los albañiles en España ha pasado de 40 años en 2007 a casi 50 años actualmente. No hay un relevo generacional y los españoles no quieren formarse en este tipo de profesiones. Por lo tanto, la única manera de acceder a este capital humano es a través de la inmigración”, sostiene el economista de BBVA Research.

Barreras

Los expertos consultados coinciden en que hay distintos factores que influyen en la facilidad que tienen los extranjeros para acceder al empleo y contribuir a la economía. Algunos de estos obstáculos son el idioma o la similitud de las culturas, que pueden favorecer o dificultar que los extracomunitarios busquen, encuentren y accedan a empleos.

Ciertamente, el desempleo es mayor entre los trabajadores extracomunitarios. Según Eurostat, la tasa de empleo en la UE fue mayor para los ciudadanos europeos (77,1%) que para los ciudadanos de fuera de la UE (61,9%) en 2022, la última cifra disponible. Dicho esto, los expertos consultados coinciden en que no hay evidencia estadística de que los extranjeros cobren más beneficios por desempleo y otras ayudas que los nacionales, o de que estos sean más susceptibles a pedirlas. Sin embargo, algunos matizan que esto podría ocurrir sobre todo en el caso de aquellos que llegan en situación de refugiados, que no cuentan con una red de apoyo o que tienen mayor dificultad para integrarse o conseguir empleo, ya sea por el idioma, la edad, las barreras culturales u otros factores.

“Lo que se necesita es reducir los costes de integración. El gran éxito de Estados Unidos es que esto se produce en pocas generaciones”, explica Cardoso. “En Europa hay diferencias culturales y no se ha trabajado en políticas para la asimilación en el mercado laboral de personas que no se sienten aceptadas. Esa es una de las ventajas que tiene España con la inmigración latinoamericana. Se asimilan relativamente rápido y así no se generan las dificultades que se ven en otros países de Europa”, añade el economista de BBVA Research.

Dicho esto, De la Fuente destaca que los inmigrantes más cualificados se integran de forma más rápida a las sociedades receptoras. Sin embargo, reconoce que las diferencias culturales muy marcadas en algunos de los inmigrantes menos cualificados generan mayores dificultades. “En algunos países la entrada de inmigrantes puede generar conflictos con los nativos más parecidos a ellos. En el caso de los trabajadores poco capacitados, la tensión puede surgir porque los inmigrantes aceptan salarios menores. Otro factor es que sean de culturas muy distintas y se sientan como una amenaza a la cultura local”, apunta el director de Fedea.

En concreto, la emisión de “Tarjetas Azules”, un tipo de permiso de trabajo y residencia para personas altamente cualificadas de fuera de la UE, podría dar una perspectiva sobre la atracción de inmigrantes altamente capacitados hacia sectores que a Europa quiere desarrollar, como el tecnológico. Según las últimas cifras, en 2022 alrededor de 82.000 trabajadores extracomunitarios recibieron este tipo de permiso. El mayor emisor fue Alemania (77%), seguida de Polonia (6%) y Francia (5%). Los ciudadanos de la India recibieron la mayor cantidad de tarjetas azules de la UE en 2022 (24%), por delante de los ciudadanos de Rusia (9 %), Bielorrusia (7%) y Turquía (6%).

En este contexto, un informe publicado en enero por el Centro Internacional para el Desarrollo de Políticas Migratorias (ICMPD por sus siglas en inglés), anticipa que en 2024 los países de la UE buscarán especialmente “cooperar con países con estándares educativos y de formación compatibles o al menos comparables, por ejemplo en América Latina o el Sudeste Asiático”, para satisfacer la creciente demanda laboral y “sortear los obstáculos del desajuste de habilidades”. Sin embargo, las similtudes culturales tampoco son garantía de mayor incorporación a la fuerza laboral. De hecho, desde la entidad resaltan que las altas cualificaciones educativas de los refugiados ucranianos, principalmente mujeres, “no se han traducido en oportunidades de empleo suficientes y adecuadas; y muchos están confinados a trabajos poco cualificados y mal remunerados”.

Los expertos consultados para este reportaje coinciden en que otro gran obstáculo que tienen que superar los trabajadores extranjeros es justamente el prejuicio generado por la desinformación. “La inmigración es un tema polémico porque hay muchas percepciones equivocadas. Esto lo vemos en los euro­barómetros; hay una percepción de que están más desempleados o cobran más subsidios, pero que no necesariamente se corresponde con la realidad. Sin embargo, afecta la forma en que se entiende este fenómeno”, concluye Mestres.

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