José Ramón Álvarez Rendueles: “Lo llamaron paz bancaria, pero no era paz, hubo momentos muy complicados”
En el 45 aniversario de su llegada al Banco de España, el gobernador que lidió con una inflación del 26% y la gran crisis bancaria post-transición hace repaso al último medio siglo y analiza la coyuntura actual
La riqueza de las naciones, de Adam Smith, habita el despacho de José Ramón Álvarez Rendueles junto con otras vetustas ediciones de clásicos de economía moderna que compró en el Londres de los años 50, los Pactos de la Moncloa, una imponente colección de novela negra, de Quijotes y la primera portada de CincoDías, del 3 de marzo de 1978. Un Rendueles de apenas 37 años la protagoniza porque el Gobierno de Adolfo Suárez le había nombrado el día de antes gobernador del Banco de España, el primero autónomo del Poder Ejecutivo en los 200 años de historia de la institución.
Delfín y alumno de Enrique Fuentes Quintana, su nombramiento era un espaldarazo a la política del reputado –pero fugaz– vicepresidente económico, designado esa misma tarde también, junto con Manuel Lagares, consejero económico del presidente. Hablar de tiempos convulsos es un eufemismo pobre para ese 1978. Rendueles se encontró con la que pronto iba a considerarse “la mayor crisis bancaria de Occidente” sin el aparato legal preparado para afrontarlo y una tasa de inflación del 26% (dos, seis).
¿Y la escalada de inflación actual, cree que se empieza a doblar la esquina? “Va para largo y va a ser costosa, yo espero que este año acabemos en el 6%, pero reducirla al 2% [el objetivo tradicional] nos va a costar unos años y si la política monetaria se endurece mucho lastra la economía. Aunque ahora en los bancos centrales hay gente más política y menos radical que en mi época, porque yo coincidí con la época de [Paul] Volcker y entonces había en Estados Unidos una inflación del 14%”.
Volcker, considerado una suerte de santo patrón de la Reserva Federal, disparó el precio del dinero hasta el 20% y alumbró un par de recesiones para embridar una inflación que, en efecto, se había encaramado al 14%. Hoy, la crisis de precios tiene una naturaleza algo diferente, del mismo modo que la última crisis financiera difiere de la que Rendueles vivió, en la que, entre otros pecados, abundaban empresarios con poca idea del negocio financiero que querían culminar su carrera empresarial con un banco.
Un sol formidable inunda la sala en la que el economista habla. Relata todo lo ocurrido en aquellos años con un detallismo que impresiona y maneras de buen profesor. Transmite un cierto amor por esos tiempos, pero no melancolía. Desde sus primeras andanzas por Londres, trabajando como camarero y leyendo y subrayando todos aquellos libros de economía que hoy conserva, a su llegada a la universidad, el primer pie en el Gobierno o las conversaciones imposibles con José María Ruiz-Mateos antes de que el imperio Rumasa se desmoronarse como un castillo de naipes.
“Este hombre se negaba a hacer las auditorías de las empresas y nuestra sospecha es que tenía 18 bancos para poder dar créditos a sus propias empresas, aquello no iba a ninguna parte y había que pararlo. Había bancos que tenían hasta el 80% de los créditos concedidos a las empresas del grupo. Tomaban el dinero a tipos del 12% o 14% y lo prestaban a sus empresas al 6%-8%. Aquello no iba a ninguna parte”, rememora.
“La expropiación fue de dudosa constitucionalidad porque no había una ley para ello y cuando redactamos el decreto teníamos el problema de que no sabíamos siquiera bien qué es lo que íbamos a expropiar”, apunta, ya que “Ruiz-Mateos nos ocultaba bancos que eran suyos”.
Pero el primer banco en mostrar problemas en aquella crisis fue el Banco de Navarra, una entidad pequeña pero “enrevesada”, dice Rendueles, que resultó la última en resolverse. De 150 entidades, se acabó pasando a un centenar. “Lo llamaron la paz bancaria, pero no era paz, hubo momentos muy difíciles”.
El exgobernador recuerda a más de un presidente de banco llorando en su despacho, a otros que querían reunirse en su casa en fin de semana, para evitar ser visto, y a otro con quien se envenenó tanto la relación que acabó por prohibirle acercarse al Banco de España. De la crisis que se produjo 30 años después habla aún con estupefacción. “Juntar a dos con problemas para tratar de solucionarlos no sirve de nada, al revés, agrava los problemas. Yo creo que no se actuó bien”, comenta.
Hoy, en cambio, ensalza la fortaleza del sistema bancario español, de la evolución de la economía española en general. “Hoy España está mucho mejor que la política. Hemos pasado de unos 4.000 euros de PIB per cápita a 28.000. Europa ha sido clave. Los últimos 15 años, desde la subprime, la productividad es muy baja, pero ha habido un gran salto en crecimiento e internacionalización. Llevamos 12 años en los que la balanza de pagos no es un problema y eso es muy relevante, teniendo en cuenta los precios de la energía, que tenemos que importarlo todo. En el sector textil, bancario, farmacéutico, tenemos empresas líderes en el mundo”.
Los nombres de los economistas legendarios de la época pespuntean toda la charla. “Fuentes Quintana duró lo que duró en el Gobierno porque no era política, a él le gustaba escribir sus discursos, los redactaba todos él, pero la parte de pastorear a los ministros no le gustaba”, recuerda.
El recuerdo de Mariano Rubio, vicegobernador suyo, le trae recuerdos inevitablemente ambivalentes. En su época se habló de un exceso de protagonismos del número dos, pero Rendueles asegura que la relación fue buena hasta el final del mandato: “Hubo unos meses de tirantez porque él quería sucederme, pero siempre me fue leal, lo que pasó después no lo sé”. Después, fue la implicación de Rubio en el caso Ibercorp.
Rendueles presidió grandes compañías como la Hispano Olivetti, Peugeot España, Aceralia, Banco Zaragozano o Sanitas. Sí cree que la política industrial “debería haber sido más activa”. Y echa de menos más planes económicos a largo plazo, en materia de pensiones, por ejemplo. Critica los impuestos a los beneficios extraordinarios de la banca o las energéticas. “Los beneficios no son tan disparados, buena parte de los beneficios son generados fuera de España. La imposición debe ser general para ser justa”, recalca.
Sobre la reciente crisis en el Banco de España, por el nombramiento e inmediata dimisión del académico Antonio Cabrales como consejero –a propuesta del PP– por haber firmado una carta de apoyo a la profesora fugada Clara Posantí, rehúsa opinar por no conocer los detalles a fondo, pero enfatiza: “Para esos puestos deben buscar gente muy independiente”.
El espíritu de los Pactos de la Moncloa asoma en cualquier conversación de fondo sobre los retos estructurales de España y las sucesivas crisis económicas que ha afrontado en los últimos años. Rendueles es uno de los protagonistas de aquellas conversaciones. Cuando se le pregunta por el éxito de aquello, habla de generosidad y capacidad de diálogo de quienes intervinieron. “Y también eran todos muy trasnochadores, hicieron falta muchas, muchas cenas”. Hoy lo ve imposible, no tanto por trasnochar, sino porque “los políticos no se hablan, se insultan”. Sí transmite aquí cierta melancolía el exgobernador.
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