Un año desde la reelección de Trump: claves de la revolución cripto que cambió EE UU
Las ‘stablecoins’ acaparan cuota de mercado mientras bitcoin se normaliza como activo de inversión. La apertura regulatoria, la entrada de institucionales y los negocios de Trump impulsan al mercado
En la entrevista emitida el pasado domingo por CBS, Donald Trump defendió a capa y espada el mundo cripto, pese a reconocer que sabe poco y nada de cómo funciona. “Mis hijos están más involucrados en el mundo cripto que yo. Sé muy poco al respecto, salvo una cosa: es una industria enorme. Y si nosotros no la lideramos, lo harán China, Japón u otro país. Así que la apoyo al 100%“, dijo. El presidente de Estados Unidos dio un giro de 180 grados en su postura hacia estos activos: si hace cinco años estaba convencido de que no tenían fundamento alguno, ahora se ha convertido en un criptobro, que hace negocios con el sector.
La industria no tiene dudas: su reelección dio inicio a una época dorada para el sector. En tan solo un año desde aquel 5 de noviembre de 2024, cuando se coronó por segunda vez presidente, impulsó una revolución cripto en EE UU: de una postura escéptica y reacia frente a este mercado, el país está volcado en apoyar al sector y a convertirse en la capital cripto del planeta. Una misión que ya está teniendo sus efectos: bitcoin se encamina a convertirse en un activo más en la cartera de cualquier inversor, mientras las stablecoins amenazan con cambiar de arriba abajo las finanzas tradicionales, con la gran banca abrazando estos activos.
Bitcoin para todos
La elección de Trump sirvió de gasolina para el mercado cripto: su capitalización ha pasado de los 2,26 billones de dólares a principios de noviembre de 2024 a los 3,45 actuales, aunque llegó a alcanzar los 4,2 billones. Bitcoin, que representa el 60% del mercado, llegó a superar los 125.000 dólares, es decir, se revalorizó hasta un 87% desde las elecciones. Ahora modera sus subidas, y avanza un 55%. “Bitcoin ha dejado de ser un símbolo de protesta para convertirse en un activo macro, un termómetro de la liquidez global. Su evolución está más ligada a los ciclos de crédito que a la especulación”, explica Javier Molina, analista de eToro.
La criptomoneda ha sufrido los vaivenes del mercado en estos meses, por la incertidumbre geopolítica y la guerra arancelaria. Pero ha oscilado menos que el resto de activos y ha perdido parte de la volatilidad que tanto gustaba a los especuladores. La criptomoneda ha madurado: cada vez más inversores institucionales, como empresas y gestoras, lo mantienen en cartera, lo que mitiga sus fuertes fluctuaciones de precio.
Strategy, la empresa que más bitcoin acumula, aguarda 641 bitcoin, mientras gestoras como BlackRock recomiendan destinarle hasta un 2% en la cartera. Su éxito se refleja en los fondos cotizados que replican el precio de la criptomoneda: tras su aprobación en enero de 2024, el ETF específico de BlackRock —iShares Bitcoin Trust— ha sido el más rápido en alcanzar los 10.000 millones en activos bajo gestión. “Cuando los institucionales entran en un mercado, dan una señal al resto de inversores que todavía no están del todo convencidos”, destaca Javier Cabrera, analista de mercados.
El bum de las ‘stablecoins’
Las stablecoins están en la boca de todos. No hay evento cripto en el que no se hable de estos activos. El mercado de monedas estables vale ahora más de 307.000 millones de dólares, frente a los 174.000 de noviembre de 2024. Las nuevas regulaciones sobre criptomonedas aprobadas en diferentes jurisdicciones han impulsado la entrada de la gran banca, que trabaja para emitir stablecoins, una fiebre que tan solo acaba de empezar. “Son la puerta de entrada al ecosistema cripto y un puente con el sistema financiero tradicional. Su papel empieza a ir más allá del trading: pagos internacionales, tokenización de activos o incluso infraestructuras financieras públicas", incide Javier Pastor, director de Formación de Bit2Me.
EE UU ha promovido directamente estos activos. El secretario del Tesoro, Scott Bessent, ha afirmado en varias ocasiones que un auge de estos activos podría reforzar el papel del dólar y a la vez impulsar la demanda de deuda del Tesoro estadounidense (ya que parte de las reservas que las respaldan tienen que estar invertidas en activos líquidos como letras o bonos a corto plazo) y así reducir los costes de endeudamiento del gobierno. De allí su interés para que este mercado siga creciendo.
Apertura regulatoria
Hasta este verano, EE UU no contaba con una normativa específica que estableciera las reglas del juego para el sector. El ecosistema se regulaba bajo el concepto de regulation by enforcement (regulación mediante la aplicación): es decir, a través de la respuesta a presuntas infracciones. La administración republicana impulsó el desarrollo de una normativa específica: su primera pata, el Genius Act, entró en vigor este verano, y regula el mercado de stablecoins. Pero los legisladores todavía están debatiendo otros dos textos que completarían la regulación; uno sobre el mercado cripto en general, y otro que prohíbe cualquier desarrollo del dólar digital, ya que según los republicanos se trata de un instrumento de control del gobierno sobre la ciudadanía.
Además de una regulación favorable, Trump procuró rodearse de funcionarios favorables al mundo cripto. Así, desde el primer día, empezó su cruzada por alejar a Gary Gensler, anterior presidente de la SEC, considerado un villano por el sector por haber abierto numerosas investigaciones contra las empresas cripto, y que acabó dejando su cargo el 20 de enero, justo cuando el presidente tomó posesión. Su dimisión dio vía libre a Trump para nombrar a su sucesor: Paul Atkins, exsecretario de la SEC y defensor de las criptodivisas. No fue el único hombre cercano a este mercado: Scott Bessent fue nombrado secretario del Tesoro y el inversor David Sacks, zar cripto de la Casa Blanca.
La visión favorable de la administración y de los reguladores llevó a los reguladores a adoptar una postura más laxa hacia el sector. Así, en los últimos meses la SEC ha cerrado varias investigaciones contra decenas de empresas cripto, abiertas bajo el anterior mandato: entre estas, Coinbase, Ripple, Binance, Robinhood... Algunas, que tenían restringida su operativa en EE UU, están volviendo a este mercado.
Aunque el sector aplaude esta apertura, una parte advierte de que la vigilancia es necesaria. “No podemos mirar hacia otro lado cuando aparecen prácticas que dañan la confianza del mercado. En cada avance tecnológico hay quienes aprovechan los vacíos para actuar sin transparencia o incluso cometer fraudes. No perseguir esas conductas es un error político y ético. La innovación no puede ser refugio para la impunidad y con la administración de EEUU a veces es difícil saber dónde están las líneas rojas”, insiste Pastor.
La delgada línea entre política y criptos
No es oro todo lo que reluce. Los adversarios políticos de Trump han gritado al escándalo por los posibles conflictos de interés. Su familia se está enriqueciendo directamente gracias a sus negocios en el sector: su plataforma cripto World Liberty Financial, gestionada por sus hijos junto con otros socios, y que emite un token y una stablecoin ligada al dólar, fue el origen de todo. Con esta firma empezó a ahondar sus conexiones con la industria: el emprendedor y criptobro chino Justin Sun invirtió unos 75 millones de dólares en ella, convirtiéndose en su mayor inversor y asesor.
Y con la stablecoin que emite, el gigante inversor MGX de Abu Dabi invirtió unos 2.000 millones en Binance, el mayor exchange del mercado, que fue acusado por la SEC de haber operado ilegalmente en EE UU y de desviar miles de millones de sus clientes. Su fundador y exdirector general, Changpeng Zhao, fue condenado el año pasado a cuatro meses de cárcel por blanqueo de dinero en su plataforma. Y Trump acaba de indultarlo.