Cinco claves de la reserva de activos digitales anunciada por Donald Trump
El presidente de EE UU ha afirmado que se incluirán bitcoin, ethereum, solana, XRP y ADA. Los expertos coinciden en que podría financiarse con una reasignación parcial de activos existentes y una asociación público-privada

De criptobro a criptoinfluencer. Desde la campaña electoral, Donald Trump ha influido más que nadie en el mercado cripto. Con sus anuncios, en múltiples ocasiones ha impulsado (y desplomado) la cotización de los principales activos digitales. Este domingo lo ha hecho una vez más, pronunciando dos palabras mágicas para el sector: reserva estratégica. En un post en Truth Social, anunció que la reserva estratégica de activos digitales se hará e incluirá bitcoin, ethereum, XRP, solana y cardano (ADA). Tras la publicación, las principales criptomonedas se dejaron a sus espaldas una semana para olvidar, con subidas de hasta el 70% en el caso de cardano.
Con este anuncio, Trump parece encaminarse a cumplir una de las promesas que hizo durante la campaña electoral y que se convirtió en el mayor impulso para el precio del bitcoin. Hasta ahora, de hecho, siempre se había hablado de una reserva de bitcoin. Pero el pasado 23 de enero, la orden ejecutiva sobre criptomonedas ordenó la creación de una “reserva estratégica de activos digitales”, sin mencionar directamente a bitcoin, algo que en ese momento provocó caídas en la cotización de la criptomoneda pionera. Aquel día surgieron dudas sobre la realización de este plan, ya que el gobierno anunció que estudiaba “la viabilidad” del proyecto, sin dar mayor detalles. No obstante, ahora algo parece moverse.
¿Qué es una reserva estratégica de activos digitales?
En cada país, una reserva estratégica incluye un conjunto de activos que están disponibles de inmediato y bajo el control de las autoridades monetarias para asegurar la disponibilidad de recursos críticos en situaciones de emergencia o crisis. Las reservas de divisas extranjeras o de oro pueden suplir a las necesidades de financiación de la balanza de pagos o intervenir en el mercado cambiario con el fin de influir sobre el tipo de cambio, por ejemplo. Pero EE UU también cuenta con reservas de materias primas como el petróleo, para asegurar el suministro en caso de interrupciones en el mercado; y Japón, por ejemplo, tiene reservas de arroz y decidió desbloquearla recientemente para frenar el persistente aumento de precios de este alimento básico. En este caso, una reserva de activos digitales se asemeja a las del oro, de divisas extranjeras o de materias primas básicas que poseen los bancos centrales.
Sin detalles sobre cómo se crearía esta reserva, se abren dos escenarios según los expertos. Por un lado, las criptomonedas se incorporarían en el mix de activos que EE UU tiene en su balance para diversificar las reservas. Por otro, algunos apuntan que se podría crear una reserva paralela, diferenciada de las tradicionales, como explica Carlos Salinas: “Parece el camino más lógico. Integrar criptoactivos en el balance general del país sería un salto demasiado grande, tanto en términos contables como regulatorios. La propuesta de una reserva de criptomonedas permitiría gestionar estos activos sin mezclarlos con las reservas tradicionales como el oro o la deuda soberana”.
Judith Arnal, investigadora principal del Real Instituto Elcano, coincide con esta lectura: “Lo más prudente sería que EE UU opte por una reserva separada de criptoactivos, en lugar de integrarlos en sus reservas tradicionales de oro y divisas. Esto permitiría manejar por separado la volatilidad y las particularidades regulatorias de estos activos”.
¿Qué activos se incluyen?
La selección de los activos por parte de la administración Trump ha sido objeto de debate. En la reserva, según el anuncio del republicano, se incluyen bitcoin, ethereum, solana, XRP, y ADA. Aunque se encuentren entre los ocho principales activos en el mercado cripto, cada uno tiene sus peculiaridades. Bitcoin es el que más posibilidades tenía de incluirse. Llamado también “oro digital”, los inversores lo perciben como un activo refugio a largo plazo, aunque todavía no parece haber mostrado su potencial como cobertura.
Ethereum, la segunda criptomoneda por importancia, está en horas bajas tras el hackeo del exchange Bybit, que provocó pérdidas de más de 1.500 millones de dólares en ethereum, y que ha puesto en duda la seguridad de la red homónima. Solana tampoco está viviendo su mejor momento: el lanzamiento sobre su red de varias criptomonedas meme como $TRUMP, $MELANIA y $Libra, la criptoestafa promocionada por el presidente argentino Javier Milei, desataron la volatilidad en el mercado minando su reputación.
La inclusión del token de Ripple es una de las novedades más grandes, especialmente porque su batalla judicial con la SEC todavía no ha acabado. “Podría interpretarse como un respaldo gubernamental al activo y una señal de confianza en su futuro. Sin embargo, esta decisión también podría influir en el curso de la batalla legal, posiblemente acelerando su resolución o afectando las percepciones regulatorias sobre XRP. En cualquier caso, es difícilmente comprensible la inclusión de este token”, afirma David Tercero Lucas, profesor de Economía en la Universidad Pontificia de Comillas - ICADE. ADA, de Cardano, es el activo que posiblemente hasta ahora no había entrado en las quinielas de los criptofieles para formar parte de la reserva estratégica. El mercado reflejó el estupor, empujando el token a un repunte del 71% en un día.
¿Cómo se asignan los activos en la reserva?
Los analistas de Bernstein señalan que una forma de asignar estos activos en la reserva podría ser basándose en el valor de mercado de cada activo. “La capitalización actual implica una asignación del 75% a bitcoin, 11% a ethereum, 4% a solana y el 10% restante a otros activos” (si se incluyen otros más allá que ADA). La alternativa es que se nombre un comité específico: “Pero es probable que los tres principales criptoactivos tengan una cuota de mercado desproporcionada”, confiesan.
Tercero Lucas, por su parte, considera que la asignación basada solo en el valor de mercado no es lo más adecuado para algo tan importante. “La tecnología subyacente, su seguridad, sus casos de uso y su estabilidad deberían ser criterios que primen por encima de la capitalización. Nadie consideraría serio que un país tuviera en su reserva de criptoactivos a DOGE”, espeta. Javier Cabrera, analista de mercados, añade que en una reserva de este tipo puede generarse cierta volatilidad, especialmente al principio. “Puede que la rotación sea alta a medida que se vislumbre cuáles serán los criptoactivos que se consoliden en el largo plazo. En este caso, pensamos que bitcoin es indiscutible, pero tenemos dudas con el resto”.
¿Cómo se financia y quién lo gestiona?
Tampoco hay detalles sobre cómo la administración Trump pretende financiar este proyecto. La opción de comprar activos digitales podría hacerse desde vendiendo otros activos, como oro o bonos, aumentando deuda o ampliando el balance de la Reserva Federal, es decir imprimiendo dinero. Aunque la emisión de deuda del Tesoro permitiría al gobierno recaudar fondos directamente, los niveles de endeudamiento del país y los tipos de interés elevados alejan esta posibilidad.
Por ello, los expertos coinciden en que lo más viable sería una reasignación parcial de activos existentes y una asociación público-privada, complementada con ingresos por aranceles. “Esto minimizaría el impacto fiscal, reduciría la resistencia política y facilitaría la implementación sin depender exclusivamente de deuda o ventas de oro”, afirma Arnal. Asociarse con gestores de activos institucionales podría atraer capital privado, compartiendo riesgos y beneficios, avisa Tercero Lucas.
Tampoco hay detalles sobre qué autoridad sería la responsable de gestionarla: si la Reserva Federal u otra institución. El pasado diciembre, cuando todavía se hablaba de una reserva de bitcoin, el presidente de la Fed, Jerome Powell, cerró la puerta a la posibilidad de tener la criptomoneda pionera en sus reservas. “No se nos permite poseer bitcoin. La Ley de la Reserva Federal establece lo que podemos tener, y no estamos buscando cambiarla. Eso es algo que tiene que decidir el Congreso, no la Fed”.
¿Hay otros proyectos parecidos?
A nivel estatal, la propuesta más concreta hasta ahora es el Bitcoin Act of 2024, que la senadora republicana procripto Cynthia Lummis presentó en el Senado de EE UU. Este proyecto prevé que el Tesoro y la Reserva Federal compren 200.000 bitcoin cada año durante cinco años, hasta llegar a un millón de unidades, que se custodiarían durante un mínimo de 20 años: esto supondría un 5% del suministro total de bitcoin, que es de 21 millones. El texto solo contempla la adquisición de bitcoin.
Esta ley prevé dos vías para comprar los activos: por un lado, el excedente que las Reservas Federales devuelvan al Tesoro (es decir, los beneficios del sistema de bancos centrales de EE UU) se usaría para comprar bitcoin. Por otro, propone que los bancos centrales de cada estado revalúen los certificados de oro que posean para reflejar el valor del metal al mercado actual: posteriormente, deberán entregar la diferencia al Tesoro y con esos fondos comprar bitcoin.
Más allá de la reserva estatal, varios estados del país han presentado y debatido leyes para establecer una reserva de activos digitales. Lo Utah es el más avanzado en este sentido y su normativa está a un paso de se aprobada. El texto autoriza al Tesoro del estado a invertir fondos públicos en ciertos activos digitales, incluidas criptomonedas y stablecoins, con un límite del 5% de las cuentas estatales. Los activos elegibles deben tener una capitalización de mercado de al menos 500.000 millones, según la web Bitcoin Laws. Por ahora, solo bitcoin cumple con este requisito.