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XXIV Congreso de Directivos CEDE

Isidro Fainé (La Caixa): “El futuro de nuestras empresas no lo determinará la inteligencia artificial”

Ha cuestionado “las narrativas que sobredimensionan el poder de la tecnología y ha expresado su preocupación al escuchar discursos que “idealizan la inteligencia artificial como sustituto de la capacidad decisoria humana”

Isidro Fainé ha cuestionado “las narrativas que sobredimensionan el poder de la tecnología y ha expresado su preocupación al escuchar discursos que “idealizan la inteligencia artificial como sustituto de la capacidad decisoria humana” y que “reducen al directivo a un mero gestor de beneficios”.

En la clausura del XXIV Congreso de Directivos CEDE celebrado este jueves en Zaragoza, el presidente de la Fundación Bancaria La Caixa y de Criteria Caixa ha hecho hincapié en que “en última instancia, el futuro de nuestras empresas, también la prosperidad de la sociedad, no lo determinarán ni las máquinas, ni los mercados, ni las regulaciones, ni la inteligencia artificial, sino que dependerá de nuestra capacidad humana para pensar y obrar con sentido, con sabiduría, con propósito y, por qué no decirlo, también con el alma”, ha concluido Fainé.

Fainé destacó que vivimos “tiempos intensos, cambiantes y muy exigentes”. “Los retos y oportunidades surgen de grandes fuerzas globales o megatendencias, tales como la integración europea, las desigualdades sociales, los conflictos geopolíticos, el cambio climático y, por supuesto, la revolución tecnológica. Todas estas fuerzas inciden directamente en la función directiva y en la gestión empresarial, afectando la estrategia, las cadenas de suministro, la gestión del talento y la cultura organizativa”. “Sin embargo, frente a estas fuerzas abrumadoras, el directivo debe mantenerse dispuesto a moverse entre la incertidumbre y las oportunidades, sabiendo anticiparse a los cambios del mercado y manteniendo siempre la confianza en nuestras capacidades”.

En presencia de directivos como el presidente de Telefónica, Marc Murtra, o Francisco Reynés, presidente de Naturgy y vicepresidente de Criteria Caixa, Isidro Fainé ha señalado que “frente a estas visiones parciales (en referencia a quien idealiza la IA), debemos reivindicar con firmeza que para conseguir un futuro mejor el papel de la empresa del directivo sigue siendo y seguirá siendo del todo esencial con el apoyo de las políticas públicas porque somos agentes de cambio, personas que arriesgan e innovan, que crean bienestar en primer tiempo y sin duda, en mi opinión tener un trabajo digno y satisfactorio sigue siendo un pilar fundamental de bienestar a las personas”.

En este sentido, añadió que la clave para la prosperidad no reside en las máquinas o la IA, sino en nuestra “capacidad humana para pensar, y obrar con sentido, con sabiduría, con propósito, y poniendo el alma”. Estas cualidades son exclusivas de las personas.

Por ello, el primer pilar de la gestión moderna, según Fainé, es “poner a las personas en el centro de nuestra función”. En este mundo altamente tecnológico y automatizado, “es imprescindible no olvidar que lo esencial son las personas”. Gestionar el talento no es una opción, sino un “imperativo estratégico”. “Ni la mejor tecnología ni el presupuesto más generoso pueden compensar una elección equivocada o una gestión ineficiente del equipo”.

El mensaje final de Fainé, reforzando su titular, es un recordatorio de que la tecnología es una herramienta poderosa, pero la dirección y el sentido son intrínsecamente humanos: “El progreso dependerá únicamente de la capacidad de los líderes para obrar con sabiduría y propósito, poniendo el alma en cada decisión”.

“Liderazgo de servicio y ejemplaridad”

Los cambios del entorno han transformado la escala de valores en las sociedades occidentales. Hoy, de los líderes empresariales, se espera no solo eficiencia, sino también “ejemplaridad y compromiso social”. La legitimidad del liderazgo empresarial se construye, cada vez más, desde su utilidad social.

Fainé detalló que el liderazgo que marca la diferencia es el “consciente, comprometido y humano”. La función directiva va más allá de gestionar cifras y balances; consiste en “gestionar confianza, alimentamos expectativas y construimos un mejor futuro para todos”. Para ello, es vital desarrollar la inteligencia emocional. El líder emocionalmente inteligente actúa “con conciencia, sensibilidad y visión de largo plazo”. Se ha demostrado que cualidades como la empatía, la autoconciencia o la autorregulación son más determinantes que el coeficiente intelectual para el éxito del directivo.

El liderazgo “no consiste en imponer, sino en proponer, escuchar, convencer y servir”. Es una “actitud de servicio”, no una posición de dominio. Este liderazgo exige coherencia visible, genuina y sincera entre los valores personales del directivo y los de la empresa. Además, exige rigor, el cual culmina al tomar decisiones que “combinan inteligencia e intuición, realismo e imaginación, serenidad y determinación”.

Visión integral y propósito social

Para prosperar en esta época de grandes transformaciones, la planificación estratégica es imprescindible, pero debe ir acompañada de “flexibilidad, rapidez de respuesta y visión integral”.

Fainé instó a los directivos a dirigir con una “mirada amplia que integre lo económico, lo tecnológico, lo humanista y lo social”. El propósito social de la empresa debe ser explícito, y las decisiones no solo deben generar eficiencia, sino también contribuir “a un modelo de sociedad más justo, inclusivo y sostenible”. En definitiva, un modelo “más humano”.

El directivo que aspira a la excelencia debe ser un agente de cambio que arriesga, innova, y que inspira a sus equipos a anticiparse al mercado. Al final, estas son las cualidades que perduran, ya que el directivo y el empresario “gestionan confianza”.

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