Goirigolzarri no podrá trabajar en banca durante un año tras renunciar a la presidencia de CaixaBank
El banquero no podrá cobrar los emolumentos por indemnizaciones por ser una dimisión voluntaria
Jose Ignacio Goirigolzarri tendrá que mantenerse alejado del mundo financiero al menos durante un año. El hasta ahora presidente ejecutivo de CaixaBank cuenta en su contrato con un compromiso de no competencia, que se extiende durante 12 meses después de su salida del banco, que se producirá el 1 de enero de 2025, hasta el 1 de enero de 2026. Se trata de la segunda salida del ejecutivo de una gran entidad española, tras su jubilación del BBVA en 2009.
“El contrato contiene un pacto de no competencia post-contractual de duración de un año desde su terminación, que alcanza a cualquier actividad directa o indirecta en el sector financiero”, reza el informe de remuneraciones del consejo de 2023 de CaixaBank. La entidad afirma en este documento que la contraprestación por no competencia será de “una anualidad de los componentes fijos de su retribución”. También matiza que la compensación se satisface en 12 mensualidades, que se empiezan a pagar al mes siguiente de su salida. Esto supondrá embolsarse 1,5 millones.
El contrato contempla una indemnización extra, independiente a la de no competencia, de otros 12 meses por terminación anticipada del contrato. No obstante, en el caso del banquero vasco no podrá embolsarse este dinero extra, dado que este contrato dejaba sin efecto esta indemnización si la salida se producía por una salida voluntaria.
Estas condiciones contrastan con la anterior salida de Goirigolzarri de un banco, del BBVA en 2009. Entonces decidió jubilarse, con 55 años, cuando era el consejero delegado del BBVA. Pactó en su salida una pensión de unos tres millones de euros al año. El banquero optó entonces por cobrar la indemnización de una sola vez y se embolsó 68,7 millones de euros. El poco más de 1,5 millones por no competencia que cobrará ahora es una gota de agua comparada con lo que obtuvo entonces. La pensión hizo correr las críticas, entre ellas la de la entonces vicepresidenta económica, Elena Salgado.
Goirigolzarri llegó al banco Bilbao en los años 70. Después pilotó la fusión de este con el Banco Vizcaya, para crear BBV. Y cuando este se fusionó con Argentaria fue elegido por González como su número dos. Fue consejero delegado de la entidad durante ocho años, tras haber sido responsable de banca minorista o director general, entre otros cargos. Fue sustituido como consejero delegado por Ángel Cano y este por Torres, que fue el que consiguió ser presidente de la entidad.
Su adiós se produjo después de la decisión del entonces presidente de la entidad, Francisco González, de retrasar tres años su jubilación. Finalmente González no se fue hasta 2018, en pleno estallido del caso Villarejo, cuando fue sustituido por el actual presidente Carlos Torres.
Goirigolzarri pasó también entonces un periodo en el dique seco. Pero en 2012, tras el rescate público de Bankia, el Gobierno buscó a un banquero con pedigrí y experiencia para pilotar la entidad y sustituir a Rodrigo Rato. Volvió sus ojos a Goirigolzarri y le encomendó esta empresa. Su etapa al frente fue quizás el mayor hito de su carrera profesional. Tomó un banco en quiebra y rescatado y consiguió hacerlo rentable.
Su siguiente aventura fue pilotar la fusión de Bankia con CaixaBank, de modo que creó el mayor banco del mercado español. Desde marzo de 2021, cuando la transacción tomó efectos tras su planteamiento en septiembre de 2020, la entidad fusionada más que duplica su valor en Bolsa. El precio de la acción está en máximos históricos y la entidad tiene una capitalización de mercado de 40.000 millones.
El rescate de Bankia
El retraso en la salida del Estado del capital del banco es el principal fleco que queda de su gestión. El FROB cuenta con un 18% y no tiene una hoja de ruta clara de desinversión, aunque su peso tras la fusión ha descendido considerablemente frente al que tenía en Bankia, por encima del 50%. El plazo para ello vence en diciembre de 2025, si bien se espera que el Gobierno lo vuelva ha ampliar, como ya ha hecho en el pasado.
Por el momento, a acometido dos ventas parciales de su participación. En enero de 2014 percibió 1.304 millones por la colocación del 7,5% y en diciembre de 2017 se embolsó otros 818 millones con la venta de otro 7%. Además, el Estado español se ha anotado un total de 2.100 millones de euros en dividendos desde el rescate, incluyendo el pago complementario cobrado durante el mes de abril, aún con cargo a los resultados de 2023, a razón de 39 céntimos por acción. El banco tiene previsto pagar dos dividendos con cargo a los resultados de este año, en noviembre y en abril, con el objetivo de retribuir a los accionistas con entre el 50% y el 60% del beneficio neto, si bien no ha desvelado la cuantía. La cifra total de ayudas recuperadas supera los 4.000 millones.