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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Google le da a la energía nuclear justo lo que necesita: tiempo

Las grandes tecnológicas se erigen como la pareja de baile ideal para la naciente industria de los reactores nucleares de pequeño tamaño

Imagen de archivo del logo de Google en una de sus oficinas en Alemania.
Imagen de archivo del logo de Google en una de sus oficinas en Alemania.Annegret Hilse (REUTERS)

Las empresas dedicadas al desarrollo de la energía nuclear necesitan a una de las criaturas más extrañas de entre todas las que hay sobre la faz de la tierra: gente multimillonaria dispuesta a esperar. Esta necesidad es el doble de acuciante en el caso de ese pequeño y exótico nicho dedicado a la creación de pequeños reactores nucleares. Ahora, una de esas compañías pertenecientes a este nicho, Kairos Power, parece haber atraído a una paciente ballena llamada Google.

Kairos, con sede central en la ciudad californiana de Alameda, anunció el lunes que había firmado un acuerdo con Alphabet. En virtud del pacto, Kairos diseñará y construirá varios pequeños reactores nucleares cuya energía será comprada por Google una vez que empiecen a funcionar en 2030. Cuando alcancen su máxima capacidad de producción de energía, un hito estimado para 2035, los reactores tendrán una capacidad de 500 megavatios. La Comisión Reguladora Nuclear (el organismo encargado de velar por la seguridad nuclear en Estados Unidos) entregó un permiso a Kairos el pasado mes de diciembre para el desarrollo de una planta piloto en Tennessee para poner a prueba su tecnología de refrigeración del reactor basada en sal fundida, una técnica que tiene visos de mejorar el sistema tradicional basado en agua. El Departamento de Energía está respaldando el proyecto con una subvención de 303 millones de dólares.

Se empieza a intuir una especie de patrón en este esfuerzo que Estados Unidos está acometiendo por revivir la energía nuclear. Los multimillonarios de las grandes tecnológicas -Bill Gates, Jeff Bezos y Sam Altman- están invirtiendo su dinero en startups de última tecnología del sector. Y es que sus propias empresas tecnológicas tienen la necesidad de comprarle a estas compañías nucleares la energía que producirán.

Hasta ahora, la alianza entre los gigantes de la tecnología y el átomo se había limitado meramente a la contratación de suministro energético procedente de centrales nucleares ya existentes para alimentar los nuevos centros de datos que la inteligencia artificial necesita. Estos acuerdos tienen sentido para las tecnológicas porque las abastece de energía libre de emisiones de carbono que está disponible de forma relativamente rápida y estable. No todo es oro lo que reluce, porque esta es una solución solamente temporal.

El número de reactores activos en Estados Unidos está intrínsecamente limitado, ya que solo hay un número concreto de centrales en funcionamiento, y además este método de colaboración siembra la semilla de otro contratiempo para el futuro. Al estar reutilizando la capacidad de generación nuclear ya existente, los centros de datos abocan a todos los demás usuarios de la red estadounidense a tener que adoptar otras soluciones energéticas, en su mayoría, basadas en combustibles fósiles. El caso más reciente de una tecnológica tocando la puerta de un suministrador energético basado en el átomo, el de Microsoft y Three Mile Island en Pennsylvania, esquivó esta problemática al usar el apetito consumidor de Microsoft para justificar la reapertura de un reactor que cerró hace poco. De nuevo, una solución solo puede ejecutarse unas pocas veces.

La oferta de Google para adquirir la energía que los pequeños reactores nucleares de Kairos generarán en un futuro es genuinamente “constructiva”, ya que tomando el sentido literal de la metáfora, supondrá la construcción de nuevos reactores y, potencialmente, supondrá el pistoletazo de salida a toda una nueva industria en Estados Unidos. Con el contrato del gigante en la mano, Kairos ahora tiene la posibilidad de esgrimirlo para conseguir más financiación y así hacer realidad sus reactores.

La otra parte, Google, gana el derecho a presumir sobre cómo está ayudando a impulsar una nueva fuente de energía de cero emisiones que además es muy útil a la hora de apuntalar y hacer posibles sus esfuerzos en el campo de la inteligencia artificial. Es muy probable que en el corto plazo la demanda de electricidad relacionada con la IA se cubra a base de quemar gas.

Por otro lado, el coste que debe asumir ahora Google parece mínimo. Tanto el gigante como Kairos permanecen con los labios cerrados sobre los términos concretos del pacto, entre ellos, el precio. Con todo, no hay ninguna alusión a Google teniendo que hacer un pago adelantado o a tener que entrar en el accionariado de Kairos. Dada la extensa tradición de retrasos y sobrecostes presupuestarios, sería inconcebible que Google no se haya reservado una cláusula de salida del acuerdo en el caso de que los diseños de Kairos no cumplan con las expectativas. Asumiendo que Google haya ofrecido pagar, digamos, entre 150 y 200 dólares por megavatio hora, una cifra por encima de los precios pagados en recientes acuerdos de suministro procedente de centrales nucleares ya existentes, implicaría que en 2035, con toda la producción de 500 megavatios funcionando durante todo el año, la factura de la luz para Google sería de alrededor de 100 millones de dólares en dinero actual.

Esa cifra sigue siendo un gran trato para la pequeña Kairos y sus competidores. Las acciones de Oklo, la empresa de pequeños reactores nucleares respaldada por Sam Altman, repuntaron un 9,73% el lunes en medio de renovadas esperanzas de que selle un pacto parecido con OpenAI. También hizo lo propio NuScale, cuyas acciones subieron un 6,09% el lunes a pesar del fuerte castigo que recibieron el año pasado después de que el acuerdo de suministro futuro que NuScale firmó con las empresas encargadas de dar servicios energéticos a nivel municipal en Utah.

Ese traspiés que sufrió NuScale fue más que pertinente, ya que demuestra que incluso un contrato de compra de energía a precio cerrado ya firmado no garantiza el éxito si las estimaciones de costes empiezan a irse fuera de control. Lo más notable sobre los pequeños reactores nucleares es que todavía se ha construido uno que opere de forma comercial a día de hoy. Dicho esto, era un poco raro que esta tecnología que está en la punta de lanza del renacimiento nuclear estuviera, como antes pasó con el caso de NuScale, respaldada por unas pequeñas cooperativas de Utah. Google es una pareja de baile mucho más deseable.

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