Por fin, un nuevo dispositivo de Apple del que de verdad vale la pena hablar
Los rituales tradicionales de los lanzamientos de Apple se repitieron en el día de la marmota, pero la compañía de la manzana ha dado un salto
A estas alturas, el ritual es de sobra conocido. Una preventa. Una cola de clientes en la calle. Los empleados de las tiendas de Apple moviéndose con un nivel de coordinación que a buen seguro es la envidia de Kim Jong Un... Aquellos que están en las primeras posiciones de la cola parecen clientes de pega pagados por la misma Apple para que suelten loas ante los medios de comunicación, pero en realidad, es tal el nivel de devoción que suscita esta megacompañía que te das cuenta que repiten la perorata sobre las bondades de la empresa de la manzana por voluntad propia. Y luego están los medios. Acorralados en un pequeño espacio, podría decirse que probablemente haciendo el trabajo de marketing a Apple al narrar su última novedad.
Oh sí, sin duda esto ya lo he visto antes. Que feliz casualidad que el día elegido para lanzar las Apple Vision Pro fuera el mismísimo día de la marmota (2 de febrero). Supongo que tenemos que estar agradecidos de que por lo menos esto no se trate de otro rectángulo destinado a tus manos. Ahora Apple está en tu cara con las Vision Pro.
Pero la clave es esta. Puede que Apple ya no sea la compañía más valiosa del mundo, pero ninguna otra influye tanto en los hábitos estadounidenses como ella. Con otras palabras. Cada cosa nueva que Apple hace es importante y lo que sucedió el viernes en la impresionante tienda que Apple tiene en la quinta avenida de Nueva York puede ser el inicio de otro punto de inflexión en la historia de cómo nos relacionamos con la tecnología, e incluso, entre cada uno de nosotros.
Además de lo anterior, las Vision Pro pueden ser un soplo de aire fresco muy necesario para una empresa cuyo negocio principal y tradicional afronta unos vientos de cara que no dan señas de remitir fácilmente, y eso, en el caso de que lo hagan alguna vez. Todo esto puede ser lo que estuviera en la mente del consejero delegado de Apple, Tim Cook, a medida que salía de la tienda para dar la bienvenida personalmente al primer cliente de la jornada. Lo que le esperaba a Cook no fue una nueva cola al estilo iPhone, de esas que serpentean alrededor de la manzana y están llenas de restos de una noche de acampada. No. Esto más bien era como una cita médica. Una espera de 20 minutos y ya estás fuera de la tienda con tu nuevo producto y con 3.500 dólares menos.
¿Cuánta gente está dispuesta a acudir a la consulta del doctor Cook a por sus Vision Pro? Apple no ha dado una estimación; los analistas prevén unas 600.000 ventas durante el primer año de vida del producto. A diferencia de Steve Jobs en su día con el primer iPhone, Cook no está intentando convencer a toda persona de que es algo que necesitan a día de hoy. La empresa nunca lo admitirá, pero este es el mayor experimento público que ha acometido Apple jamás. Su reputación de productos de calidad hizo que aquellos que estaban en la cola aceptaran -y quizá disfrutaran- su status de cobayas.
“Quizás solo las uses un par de minutos una vez, y con suerte y con el paso del tiempo, quizás las uses otro par de horas”, decía Luca Bartek, quién era una de las pocas mujeres que hacían cola a la espera de entrar a la tienda y la única que pude encontrar que no señalara a su marido o novio como la principal razón de estar en esa cola esperando a las gafas. Estoy acostumbrado a lanzamientos de productos tecnológicos fundamentalmente copados por hombres, pero este parecía abrumadoramente masculino. Solo fue una pequeña muestra, cierto, pero quizás sea una cuestión que merezca la pena mantener en el radar.
¿Es Apple la única compañía que innova? No, ni mucho menos. Y de hecho, diría que sus gafas de realidad virtual -la versión que los consumidores pueden comprar a día de hoy en Estados Unidos- tiene características menos atractivas que las más baratas y versátiles Meta Quest 3. No obstante, la historia de la tecnología está plagada de ejemplos en los que Apple coge tecnologías ya existentes y a base de un necesario refinamiento y una nueva capa de pintura, ha superado a otras compañías que no supieron sacarle el brillo adecuado.
Tal y como un analista hacía notar, aquellos escribiendo del posible fracaso de las Vision Pro a largo plazo suenan como aquellos fans de los teléfonos hechos por Nokia o Blackberry que decían que Apple no estaba haciendo nada nuevo cuando lanzó el iPhone. Para la historia quedan las palabras del antiguo CEO de Microsoft, Steve Balmer, describiendo el iPhone como “una máquina de correo electrónico no demasiado buena”, dignas del salón de la fama... pero para mal.
Sea cual sea el destino de las Vision Pro, será importante. Puede que Apple se haya equivocado gravemente al leer el futuro. Puede que queramos estar menos conectados, en vez de estarlo más. Puede que encontremos mejores formas de reunirnos en persona en vez de hacerlo a través de siniestras versiones 3D de nosotros mismos. Puede que Cook, sediento de demostrar al mundo que es un innovador al estilo de Steve Jobs, está a punto de hacer ver a sus críticos que están completamente equivocados. Puede que sea un auténtico maestro revolucionario de la tecnología. No lo sé. Pero una cosa sí sé: las Vision Pro no son otro aburrido rectángulo.
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