Un vehículo más sostenible y acorde a las necesidades del cliente para la nueva movilidad
El coche seguirá siendo el eje de los desplazamientos, pero la lucha contra el cambio climático exige un cambio, y el eléctrico se configura como parte de la solución. El concepto de propiedad está variando y se pagará más por uso y necesidad.
Hay dos pilares en la transformación de la movilidad: el medio ambiente y la tecnología. A estos se une el cambio de hábitos de los consumidores, cada vez más exigentes, más comprometidos con el cambio climático y con un gran uso de la digitalización para sus acciones cotidianas.
Cada día se realizan millones de desplazamientos en las ciudades y zonas urbanas, donde se utilizan coches, autobuses, trenes, aviones... La ONU calcula que “el transporte produce una cuarta parte de las emisiones de gases que provocan el cambio climático”, y advierte que “el desarrollo de sistemas de movilidad sostenibles será crucial para el alcance de la Agenda 2030″. Para hacer el camino hacia el transporte sostenible, el organismo asegura que “se requieren innovaciones audaces y el establecimiento de alianzas entre los Gobiernos, la sociedad civil y el sector privado”.
En este entorno, el vehículo va a seguir siendo clave en la movilidad. Así lo contemplaron los expertos que acudieron al desayuno organizado por Cinco Días en colaboración con Liberty. “Estamos en un momento muy importante de transformación de la movilidad. Para mí lo más interesante es el papel que el coche va a seguir jugando. Hace unos años, parecía que otras formas de transporte iban a ganar terreno, independientemente de la tecnología del mismo, pero vemos que para la inmensa mayoría de las personas y las familias sigue siendo una pieza fundamental para organizar su actividad diaria, el fin de semana, sus viajes... No existe a día de hoy, y no parece que vaya a existir a corto plazo, nada que vaya a reemplazarlo. Quizás se tenga que reinventar su rol; estamos en un concepto de movilidad mucho más intermodal. Todos los estudios del mercado muestran que cada vez más es mucho más importante el uso y la flexibilidad que la propiedad, con un nivel de personalización”, explicó José Luis García, director ejecutivo de producto de Liberty en Europa. “La tecnología está favoreciendo que el consumidor plantee otras formas de acceso a la propiedad o al uso, y ahí las empresas de renting están jugando un papel fundamental”, añadió.
En este sentido, Arturo Pérez, director general de Aedive, opinó que “seguirá habiendo interés por el vehículo propio, pero con nuevas soluciones para su adquisición. Los sistemas que empieza haber de renting, renting flexible… son muy interesantes y novedosos para seguir manteniendo esta movilidad personal que puede combinarse con el transporte público”.
Sobre el desarrollo más inmediato, Pérez comentó que “la evolución va a ir acompañada también de cómo avancen los entornos urbanos y periurbanos, donde tenemos un reto importante. Las infraestructuras van a ser un desafío clave”.
En este mismo contexto, Rui Duarte, responsable del área de mobility solutions de Arval, puso el foco en “la obligación de cubrir todas las necesidades de movilidad, no sólo las de ciudad. El cliente tiene muchas opciones de producto que puede elegir, incluso acorde a sus intereses. Las nuevas formas de movilidad tienen la tendencia a ser eléctricas. Además hay un ecosistema de digitalización perfecto, el móvil encaja con el coche, el coche habla con el móvil...”.
Aunque el vehículo seguirá teniendo un papel destacable, está claro que no será el mismo en cuanto a configuración, utilidad y prestaciones. May López, directora de empresas por la movilidad sostenible y coordinadora de los Premios Internacionales de Movilidad, expuso algunos datos relevantes: “Para 2030 el objetivo son 30 millones de vehículos eléctricos en Europa; en España, de 5,5 millones. En 2022 por cada vehículo nuevo se adquirieron 2 antiguos, y la mitad de éstos tenían más de 15 años.” Esta situación tendrá unas consecuencias claras con el tiempo. “Muchos de nosotros nos vamos a ver afectados por las zonas de bajas emisiones. Si hoy en día estamos adquiriendo más vehículos antiguos que nuevos donde probablemente la tecnología sea de combustión, van a empezar a ver limitada su movilidad. Estamos adquiriendo un coche que no vamos a poder utilizar; en 2035 se van a dejar de vender los de combustión nuevos”.
Falta de ritmo
El coche eléctrico se configura como una de las soluciones. “Existe la necesidad de hacer una transición hacia algo más ecológico y de mayor respecto al medio ambiente. El vehículo eléctrico se ve como una solución que puede contribuir a mitigar el problema climático. Pero no vamos al ritmo adecuado; no estamos cumpliendo objetivos y los números son los que hay: 1 millón de vehículos en el parque que podemos considerar ecológicos y la mayoría tienen una antigüedad media de 14 años. Al ritmo actual no da tiempo a reemplazar todos”, comentó José Luis García. “Todos los actores en juego están bien intencionados y las decisiones en la dirección correcta, pero es insuficiente”, añadió.
Sobre este problema, Arturo Pérez, dijo que “se supone que hay una regulación, que existen decretos-leyes sobre recargas, los ayuntamientos han establecido zonas de bajas emisiones; etc, pero todos esos plazos a nivel normativo se han incumplido. Tenemos el reto de acoplar los objetivos de transformación de la movilidad con todo el desarrollo regulatorio en un concepto de colaboración público y privada,y también público-público; es decir, entre Administraciones”.
Rui Duarte estuvo de acuerdo en que “la tendencia es integrar soluciones privadas de movilidad con lo público. Esto requiere transporte público asequible, colaboración con taxis, con VTC, disponer de carsharing, patinete, motosharing... La integración para mí es algo fundamental para que esto funcione. El usuario tiene la decisión final y va a tener muchísimas alternativas. Las nuevas generaciones no piden coche, quieren un presupuesto y dentro del mismo poder gestionar sus necesidades en función del día, del tipo de desplazamiento (profesional o personal)”.
Los expertos también hablaron del atractivo de las ventajas fiscales. “La movilidad laboral representaba antes de la pandemia 40 millones de desplazamientos diarios, el 60% se hacía en vehículo particular, y el 60% con un único ocupante. Las empresas necesitan ofrecer soluciones a los empleados, porque hay un problema de retención de talento o fidelización del mismo porque fiscalmente hay limitaciones en las soluciones de movilidad”, expresó May López.
Por otro lado, la industria del seguro debe adaptarse al nuevo escenario. “Este cambio de movilidad va a suponer una transformación de paradigma en la industria del seguro. Donde veo una ventaja es en ser capaces de ofrecer lo que necesita el cliente y dejarle escoger; es decir, tener productos asegurados que no empuja la propia aseguradora al cliente, sino dejarles seleccionar aquello que quieren y pagar por lo que necesitan”, dijo García.
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