¿Es una utopía volver a reindustrializar Europa?
La UE busca atraer fábricas ‘in extremis’ ante la presión de China y EE UU
La reunión de máximos responsables de Industria y Mercado Interior de la UE el pasado mes de julio en Bilbao marca un hito. La idea económica que sobrevuela hoy el Viejo Continente es reforzar el mercado único para avanzar hacia una autonomía estratégica abierta –adjetivo que no es baladí, ante el fantasma del proteccionismo– con una reindustrialización que va a ser prioritaria para la presidencia española del Consejo.
La pandemia y la posterior invasión rusa de Ucrania –con la brecha en las cadenas de valor de abastecimiento de materias primas o semiconductores– han acelerado la reflexión y la acción sobre la necesidad de una autonomía estratégica de los 27. “Con una alta dosis de realismo: la voluntad política de reducir la dependencia de países no alineados con Europa es clara”, señala Julio Juan Prieto, responsable de industria X de Accenture España, Portugal e Israel. Y si le unimos la potencial disminución de costes energéticos, “y el aumento de eficacia que conlleva el uso de las nuevas tecnologías (gemelo digital, IA, realidad aumentada, 5G...), tenemos el contexto adecuado”.
El objetivo es crear más empleo en energía, defensa, o alta tecnología
Lo cual no quiere decir que no existan desafíos. “La industria europea debe replantearse su política sin caer en una utópica autarquía, pero reforzando su base estructural en sectores estratégicos, como la alta tecnología de doble uso, los minerales estratégicos y las tierras raras, la industria de defensa, el suministro energético...”, opina Juan José Montiel Sanz, director del máster global en Supply Chain Management de EAE Business School.
“Es una oportunidad única para generar una industria relevante, y sobrepasar en España ese anhelado 20% del PIB procedente del sector industrial”, continúa Julio Juan Prieto. “Existen muchos desafíos: aumento de inversión en I+D, aceleración de la digitalización de los procesos industriales, acceso a las materias primas, generación del talento adecuado con un contenido más tecnológico...”.
Es lo que tiene haber desmantelado primero buena parte de nuestra industria pesada, sin una hoja de ruta clara para el día después, y con posterioridad haber deslocalizado durante años en favor de una rentabilidad facilona. Resulta que, hoy por hoy, la reindustrialización “solo es obligatoria en Francia, donde las empresas están obligadas por ley, desde 1994, a ejecutar planes específicos cuando cierran una fábrica”, explica Lucía García, directora de reindustrialización de LHH (del grupo Adecco). “En el resto de la UE, depende de la empresa que acomete la reestructuración”.
En Francia es obligatorio un plan empresarial si cierra una fábrica
Hasta hace poco, España no ha tenido una política industrial clara y los esfuerzos económicos se han destinado al desarrollo de infraestructuras y servicios, para favorecer el sector turístico. Lo que ha debilitado la productividad de la industria, que adolece de falta de innovación, desarrollo tecnológico y digitalización. “Lo vemos en el sector de automoción, que, siendo estratégico para la economía española, sufre para reengancharse en nuevos proyectos de vehículo eléctrico”, indica Lucía García.
Para esta, el futuro de esta transformación pasa por tres desafíos: “la necesidad de innovar, de alcanzar estándares tecnológicos que permitan operar en el mercado global y de ganar en tamaño para poder competir en igualdad de condiciones con otras empresas de nuestro entorno”. Y el apoyo de una política industrial orientada a desarrollar capacidades endógenas.
Encuentro europeo
Los ministros reunidos en Bilbao han dado visibilidad a una realidad que lleva fraguándose unos años. La propia LHH ha tomado parte en no pocos proyectos de reindustrialización que llevan tomando cuerpo últimamente. Un ejemplo en el sector agroalimentario es el de Ardo Foods, una multinacional belga que completó en marzo de 2022 un proyecto de reindustrialización para su planta en Marcilla (Navarra). Además de buscar inversores para mantener empleos, se pretendía solucionar la falta de competitividad y permitir nuevas actividades industriales.
De igual modo, la planta del grupo siderúrgico británico Vesuvius en Miranda de Ebro (Burgos) cesó en octubre de 2019. En mayo de 2021 sus responsables acordaron con Tropical Millenium la cesión de su uso; y así, un mes después, renació como Tropical Miranda, enfocándose en la producción de frutas tropicales, con más de 50 empleados.
La empresa holandesa Royal A-ware es, desde el pasado abril, la nueva propietaria de la planta de Danone en Salas (Oviedo), planeando invertir entre 35 y 40 millones de euros en la renovación de la fábrica para la producción de mozzarella. También busca dar prioridad a los trabajadores anteriores y la colaboración con ganaderos locales.
En el caso de Siemens Gamesa, su planta de palas para aerogeneradores en As Somozas (Ferrol) ha estado casi dos años sin actividad. Finalmente, un acuerdo con el grupo Amper permite realizar una inversión de 5,5 millones de euros para reactivarla y fabricar los componentes y el ensamblaje de estructuras para eólica marina, así como un proyecto innovador de fabricación de velas rígidas para buques y que supone la creación de más de 400 nuevos empleos.
Más plantas farmacéuticas, ciberseguridad y ‘big data’, claves para proteger la UE
A primeros de este año se anunció una nueva vida para la planta de Nissan en Barcelona, cuya reindustrialización asegura los empleos y potencia la movilidad eléctrica. Se han involucrado en el proceso el Govern de la Generalitat, representantes de trabajadores y el fabricante nipón de automóviles. Por su parte, Hub de Electromovilidad y Silence comparten el espacio de fabricación, mientras que Goodman gestionará la logística y los terrenos de la Zona Franca.
Ejemplos ya en la práctica de esas medidas propuestas en la mencionada reunión ministerial de reducir dependencias estratégicas y acelerar la transformación industrial ecológica. Y es que transformar nuestras fábricas para que sean más inteligentes, eficientes, flexibles y sostenibles “es una condición indispensable para mantener y expandir nuestra mejor industria”, recuerda Ana Santiago Giménez-Bretón, CEO de Sisteplant, una empresa creada en 1984 para impulsar el desarrollo de un tejido industrial competitivo y de alto valor añadido en aquel momento de reajuste.
Las corporaciones tienen que buscar proveedores en distintos países según la situación
Hay trazado un camino, pero según Ana Santiago Giménez-Bretón es necesario acometerlo de manera precisa “pues no habrá nuevas oportunidades. A menudo se critica que Europa se entretenga en estar más concienciada que ninguna otra economía en aspectos medioambientales o energéticos, pero es el único camino a recorrer. Y deberemos disponer de las ayudas públicas necesarias para evitar el dumping de países que no juegan en el mismo escenario”.
“O tratar a todos nuestros socios comerciales con las mismas normas con que tratamos a los productores de cada país europeo”, propone Juan José Montiel. “Así, por ejemplo, mientras la UE invierte ingentes cantidades de dinero en desarrollar una industria más limpia y menos contaminante, China ha cuadruplicado sus emisiones de CO2 desde el año 2000 y ya emite el 31% de todas las emisiones mundiales frente al 8,5% de la UE”.
Otra recomendación de la reunión ministerial era la creación de asociaciones internacionales para diversificar las fuentes de suministro. “Hoy en día, las empresas deben concebirse como ecosistemas, casi como conectoras de proveedores de soluciones que, en muchos casos, son externos a ellas”, razona Pablo Oliete, CEO Atlas Tecnológico.
“La capacidad de colaboración se ha convertido en un requisito clave de competitividad. Y el caso de las agrupaciones de proveedores tecnológicos en torno a los gigantes de la nube para ofrecer soluciones a la industria 4.0 es paradigmático”, continúa Pablo Oliete. En el caso de las cadenas de suministros, la colaboración es clave para dotarlas de flexibilidad sectorial y territorial: el colapso del canal de Suez demostró que las soluciones únicas ya no son válidas. “Y las corporaciones internacionalizadas deben ser capaces de fluctuar sus aprovisionamientos entre países en función de las circunstancias”.
Tras la pandemia, impulsar la autonomía estratégica en un sector estratégico, como la industria farmacéutica, beneficiaría fundamentalmente a los pacientes españoles y europeos, pues se garantizaría el acceso rápido a los tratamientos que necesiten. “Buena parte de la innovación no está llegando a los pacientes que la necesitan, o lo hace con mucho tiempo de retraso y con restricciones en su uso”, argumenta Juan Yermo, director general de Farmaindustria. “En España solo está disponible el 58% de los nuevos tratamientos aprobados en la UE; mientras que Alemania cuenta con un 88% de disponibilidad”.
Para Juan Yermo, los desafíos clave que afronta el sector farmacéutico pasan por potenciar el rol de España como plataforma mundial de producción de medicamentos, atrayendo inversión: “Evaluando reformas en el Plan Profarma para el fomento de la competitividad, revisando el sistema de precios de referencia y reconociendo el valor de las llamadas innovaciones incrementales, que mejoran la efectividad y adherencia de medicamentos existentes; especialidad de muchas empresas radicadas en España”.
La autonomía estratégica en el contexto europeo implica la capacidad de la UE de actuar de manera independiente y resiliente en la escena global en ciertos sectores. Para los directores de grado de UNIE Universidad José Fernández Tamames y Carlos González García, el hidrógeno, en particular el verde, es vital para la transición energética de Europa. “Su desarrollo y adopción pueden reducir la dependencia de los combustibles fósiles y facilitar un futuro más sostenible. Las baterías ecológicas son cruciales para el sector del transporte por su papel vital almacenando energía renovable”.
La ciberseguridad y la computación cuántica representan el futuro del procesamiento de datos y la seguridad en internet. En una era donde los datos son el nuevo oro, “tener una infraestructura y capacidad de ciberseguridad sólidas es esencial para proteger los intereses económicos, políticos y de seguridad de Europa”, concluyen ambos docentes.
Cuatro patas para una mayor firmeza
Para el experto de Accenture Julio Juan Prieto existen cuatro sectores industriales en los que la autonomía resulta, si cabe, más estratégica:
• Energético, incluyendo generación y almacenamiento.
• Industria farmacéutica, por su relevancia social.
• Defensa, como industria tractora de innovación y relevante para la estrategia europea.
• Tecnológica, incluyendo semiconductores y software crítico para el futuro.
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