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Hacer la guerra con inteligencia artificial, última parada de Peter Thiel tras Paypal, Hulk Hogan, Trump y Facebook

La perspectiva de llevar la IA al cerebro del campo de batalla catapulta más de un 80% en lo que va de año el valor de Palantir, la firma estadounidense creada por el polémico magnate

Fernando Belinchón
Peter Thiel
Peter Thiel, presidente y cofundador de Palantir, durante su aparición en la convención republicana de 2016.Carolyn Kaster (AP)

La fiebre por la inteligencia artificial iniciada por Chat GPT se propaga como la pólvora pese a las dudas éticas que esta tecnología abre y a las advertencias de autoridades como la Organización Mundial de la Salud sobre su potencial efecto dañino si se usa de forma indebida. Incluso, Sam Altman, CEO de Open AI, la propia firma creadora de Chat GPT, admitió la semana pasada en el Senado de EE UU que es una tecnología “que puede acabar realmente mal”. De entre los distintos sectores en los que la IA está ganando influencia, destaca uno especialmente sensible: el de la guerra. Con la misión de hacer más eficiente la lucha en el campo de batalla, Gobiernos y empresas se afanan en explorar formas de sacar partido a la tecnología. Precisamente, a esto se dedica Peter Thiel, un hombre que, a juzgar por la reacción de los inversores, tiene visos de lograrlo.

Thiel es un empresario e inversor estadounidense cuya fortuna Bloomberg estimaba a finales de marzo en unos 8.000 millones de dólares. Él fue uno de los fundadores de PayPal. Demostrando un extraordinario don de la oportunidad, con la parte que obtuvo de los 1.500 millones de dólares (1.390 millones de euros) que dejó la operación, Thiel se convirtió en 2004 en el principal inversor de una entonces incipiente compañía llamada Facebook. En ella, ocupó durante años un puesto en el consejo de administración, cargo que abandonó en 2022 para apoyar al trumpismo en las elecciones legislativas, una corriente política de la que también se convirtió en 2016 en uno de los primeros en patrocinar.

Dentro del ya de por sí peculiar universo de Silicon Valley, Thiel ha estado rodeado de un especial halo de polémica por su forma de proceder. En el pasado, orquestó una campaña para hundir Gawker, un portal de noticias que en 2007 publicó informaciones sobre su orientación sexual. Tal y como recapitula Forbes, aunque perdió su demanda original, durante años Thiel financió las denuncias que otros iban dirigiendo contra el citado portal.

Una de estas demandas contra Gawker que Thiel patrocinó, concretamente con 10 millones de dólares en abogados, fue la que interpuso el luchador estadounidense Hulk Hogan por haber publicado un vídeo suyo de contenido sexual. Hogan ganó el juicio. La justicia condenó a Gawker a compensar a Hogan con 140 millones de dólares, una suma que llevó a la quiebra y al cierre del sitio web. En una entrevista con el New York Times, Thiel describió su “cruzada” contra Gawker como “uno de mis mayores actos de filantropía”, ayudar a aquellos que han sido atacados por un “singular y terrible matón”. Pertinaz y persistente, el peculiar magnate, dentro de su curriculum, tiene otra anotación clave. El haber cofundado Palantir.

Esta empresa alumbrada por Thiel en 2004 creció al calor de contratos con agencias gubernamentales. Especializada en gestionar bases de datos sensibles, sus productos se centran en ofrecer una mejor comprensión de los mismos y en ejecutar análisis o predicciones basados en ellos, según explican en su página web, sin terminar de levantar el halo de misterio que rodea a su actividad. En sus inicios, la empresa percibió financiación de la CIA, agencia de inteligencia para la que posteriormente ha continuado trabajando de forma recurrente. A base de ser contratista bajo siglas como las anteriormente mencionadas, el FBI y otras ramas de la Administración entre las que destaca el Pentágono o el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos, Palantir se fue convirtiendo en un aliado de gran importancia para el Gobierno estadounidense.

La gran apuesta

A comienzos de mes, Palantir presentó sus resultados correspondientes al primer trimestre. Ese día, sus acciones subieron un 23,39%, hasta elevar el valor de mercado total de la firma por encima los 20.000 millones de dólares. Además de informar de que por primera vez en un trimestre la empresa había conseguido beneficios y de prever que esta dinámica seguirá así todo este año, el otro fundador principal de la empresa junto con Thiel, el CEO Alex Karp, habló sobre Artificial Intelligence Platform, el nombre por el que se conoce a la iniciativa de Palantir de llevar la IA a la guerra.

Concebido como un sistema que asiste en la toma de decisiones en el escenario de combate, según se desprende de lo que la compañía ha compartido hasta el momento sobre Artificial Intelligence Platform, el software no se parece a nada que se haya hecho antes. Aunque ya hay precedentes de uso de inteligencia artificial en la guerra, por ejemplo, en drones como los de la empresa turca Baykar o en torretas “automáticas” de la surcoreana Dodaam, no hay precedentes conocidos sobre una herramienta para gestionar de forma integral lo que sucede en el campo de batalla gracias a la IA.

La plataforma, que todavía está en fase de despliegue, es capaz de reconocer al enemigo, organizar respuestas automáticas con la autorización pertinente y de sugerir vías de actuación calculando las variables de cada una, tal y como se puede comprobar en un vídeo promocional que la propia Palantir cuelga en su página web. En el encuentro que mantuvo con los analistas con motivo de la presentación de resultados, Karp detalló que la demanda para su plataforma “había superado todas las expectativas”, mencionó el término IA o algún sinónimo del mismo más de 50 veces y adelantó cuál es la estrategia de Palantir en este campo: “Tomar el control de todo el mercado”, en palabras literales del CEO. Desde que anunció la plataforma, sus acciones no han hecho más que subir y en lo que va de año ya acumulan una revalorización superior al 80%.

Los analistas de Mizuho Securities, en un informe sobre la compañía, afirman que el software de Palantir es único y capaz de crear ventajas operacionales a sus usuarios. “Esperamos que próximas disrupciones ayuden a catalizar una mayor adopción del software de Palantir. No obstante, el ritmo de crecimiento de ingresos tanto en la parte que procede del Gobierno como en la que tiene origen en el sector privado se ha ralentizado en el último trimestre. Un incierto entorno macroeconómico y una mayor cautela en las inversiones por las alzas de tipos hacen más complicado el desempeño de la empresa en el corto plazo”, observan.

En sus últimos resultados, de los 525,2 millones de dólares que ingresó Palantir en el trimestre, 282 millones procedían del Gobierno de Estados Unidos.

“Un nuevo mundo”

La inteligencia artificial tiene un innegable potencial en el campo de batalla. En un documento elaborado por el Centro Conjunto de Desarrollo de Conceptos, organismo que forma parte del Estado Mayor del Conjunto de la Defensa, los expertos llegaron a la conclusión de que se abre un “nuevo mundo de posibilidades” con el uso de la inteligencia artificial en el ámbito militar.

“La información de la que se puede disponer es inmensa y puede ayudar a la toma de decisiones. Es posible incrementar la seguridad de los soldados, mejorar la ayuda humanitaria en cuanto al rastreo de zonas catastróficas, la búsqueda y rescate de personas en peligro, y el estudio del enemigo para mitigar los ataques, entre otras muchas posibilidades. Aunque, por otro lado, es un arma de doble filo, con estos sistemas inteligentes es posible desarrollar armas con capacidad de destrucción sin límites”, advirtieron. “No en mucho tiempo, los nuevos sistemas serán autónomos, es decir, serán capaces de tomar sus propias decisiones, siempre y cuando la ética lo permita”, escribieron los expertos.

Justamente, las implicaciones éticas de llevar a la guerra esta tecnología levanta suspicacias entre los expertos del uno y del otro ámbito. El Instituto para la Paz de Estocolmo (SIPRI por sus siglas en inglés) ha creado un apartado específico en su web dedicado a la IA. En él, la institución se compromete a investigar sobre oportunidades y riesgos, el impacto que tiene su llegada desde el punto de vista de la legislación y los efectos que puede tener en los combates tradicionales, en la guerra cibernética y en el control de las fuerzas nucleares (una función en la que los expertos prevén que también se aplicará, para intranquilidad de todo aquel que haya visto Terminator). Pero además del riesgo implícito que trae de por sí aportar una nueva innovación a la guerra, está el de quién es el que ejecuta la maniobra.

Lucía Ortiz de Zárate, investigadora en Ética y Gobernanza de la IA en la Universidad Autónoma de Madrid, refiere que, por ejemplo, son bien conocidos los esfuerzos del Gobierno chino al respecto de la inteligencia artificial. En el caso de Estados Unidos y Occidente, la iniciativa está reposando en manos privadas. El hecho de que sean empresas las que lo desarrollan también tiene consecuencias propias. Marta Galcerán, investigadora principal de CIDOB, apunta que esto acorta los tiempos de desarrollo, pero a costa de menores periodos de prueba y una menor transparencia.

¿Hacia un aumento de la crueldad de la guerra?

Ortiz de Zárate advierte sobre que el uso de inteligencia artificial en la guerra tiene serias potenciales repercusiones. Si ya de por sí la guerra difícilmente gestionable desde el punto de vista ético, la IA introduce nuevos dilemas morales.

La experta enumera algunos de ellos. “Problemas de rendición de cuentas, quién se hace responsable de esos sistemas, tanto si funcionan bien como si no. Problemas de privacidad: pensemos que para que estos sistemas funcionen de manera precisa necesitan de una gran cantidad de datos. Los conflictos bélicos son escenarios en los que la vulneración de los derechos humanos es muy alta porque son contextos muy caóticos e inestables. Por tanto, en ese tipo de escenarios la probabilidad de que se recopilen y usen datos personales que violen la privacidad de los civiles es muy alta. Problemas de sesgos siguen estando presentes: Nadie te asegura que la IA no vaya a confundir a un civil con un soldado, etc. También hay problemas de deshumanización importantes. La IA no siente empatía y, aunque parezca mentira, puede conllevar un incremento de la violencia si no hay nadie que supervise todas y cada una de sus acciones”, analiza Ortiz.

“Muy relacionado con este último punto está el aumento de la crueldad y frecuencia de los conflictos bélicos. Empezar a usar IA en el campo de batalla sería dar el visto bueno para el comienzo de una posible carrera armamentística que, probablemente, ya está teniendo lugar porque en la guerra de Ucrania ya se especula sobre la posibilidad de que China le dejase armas que usan IA a Rusia”, afirma. Preguntada sobre si el mundo se está abocando a una irremediable carrera armamentística, Ortiz responde lo siguiente: “Yo creo que esa carrera ya ha comenzado hace tiempo. Sabemos que, al menos, China y Estados Unidos llevan tiempo desarrollando tecnologías de IA para la defensa y la guerra. Lo que no está claro es que este tipo de armas hayan entrado ya en combate, pero que se está trabajando en ello es una realidad conocida”.

Más cautelosa se muestra al respecto Galcerán, que indica que una buena forma de ver si se está produciendo efectivamente esta carrera está en el análisis de los flujos de inversión. “Cuando se mira lo que se está invirtiendo en IA para usos militares entre los gobiernos las cantidades no son tan elevadas. A veces focalizamos la atención sobre los robots y ese tipo de cosas, pero muchas veces son herramientas con aplicaciones más generales basadas en IA que pueden usarse en el ámbito militar”.

Analizando los flujos de inversión a los que alude Galcerán. Precedence Research estima que en 2023 el mercado mundial de IA de uso militar moverá 8.810 millones de dólares. En 2025, 10.860 millones de dólares. Para 2032, esa cifra habrá crecido hasta 22.620 millones de dólares. Los cálculos van en línea con los que maneja MarketsAndMarkets. En 2025, según esta otra firma de inteligencia de mercado, la IA militar moverá 11.600 millones de dólares al año. Unas cifras que, si se toman al pie de la letra las consideraciones del CEO, Palantir aspira a controlar en su totalidad.

La pasada semana, en su intervención en la Feria Internacional de Defensa de Madrid, Karp, resumía perfectamente el espíritu que impulsa el desarrollo de la IA militar. Aunque admitió que efectivamente es “potencialmente muy peligrosa” y que se debe de proceder con extremada cautela a cada paso, con las mismas sostuvo que no desarrollarla sería un lujo que Occidente y Estados Unidos no puede permitirse. “China y Rusia tienen una ventaja elevada en cuestión de IA. Ahora lo normal sería que yo os dijera que os tenéis que preocupar. Pero no es eso. En realidad, de lo que hay que preocuparse es de que no nos preocupamos de nuestra propia crisis. Porque solo una porción mínima de nuestros ingresos se invierten en IA, un sector de un valor incalculable”, comentó antes de añadir que si no se invierte en esto “perderemos la ventaja”.

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Fernando Belinchón
Madrid. 1994. Máster en periodismo económico por la Universidad Rey Juan Carlos. Redactor de la Mesa Web de CincoDías. En el periódico desde 2016.

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