La distribución ve margen para aplicar a los precios las primeras caídas de costes
Piensos, cereales o energía dan tregua mientras el campo alerta del impacto de la sequía
La evolución de algunos de los principales costes que soporta la cadena alimentaria, a la baja desde que se inició el año, abre la puerta a un cambio de tendencia en los precios de los alimentos, tras un año de fuertes subidas en los lineales. En marzo, el IPC alimentario arrojó otro fuerte incremento anual, del 16,5%, aunque el precio en origen de algunos productos e insumos empieza a reflejar cierto alivio para su traslado a precio final.
Mercadona, líder de la distribución alimentaria en España, puso de manifiesto la semana pasada que los costes de producción, aunque lentamente, han comenzado a bajar, al menos lo suficiente para rebajar el precio a 500 de sus referencias.
Las últimas estadísticas publicadas por el Ministerio de Agricultura ponen de manifiesto un alivio, cuando no una caída, en algunas partidas de costes desde que comenzó el año, aunque siguen muy por encima de los niveles que tenían hace dos años. Por ejemplo, una decena de tipologías de piensos: los utilizados para alimentar a gallinas ponedoras o pollos de engorde han caído un 9% y un 13%, respectivamente, desde el inicio del año. A cierre de marzo, su precio era en torno a un 17% inferior a los de la misma fecha de 2022, ubicándose en precios pre guerra, aunque todavía altos si se compara con toda la serie histórica.
Misma evolución se observa en los piensos para el cebo de cerdos, terneros o vacuno lechero, en este último con un ritmo de caída inferior, del 5% respecto al inicio del año. Cereales como el trigo blando panificable, trigo duro, cebadas para piensos o maíz en grano recolectados en España también siguen una tendencia similar, con caídas de más del 20% respecto a hace un año, y de entre el 5% y el 15% desde que empezó 2023, de nuevo, según datos de Agricultura.
Los fertilizantes, a falta de datos actualizados, iniciaron una senda de caídas en el último trimestre de 2022, aunque con precios que todavía doblaban los de 2020, mientras que el litro de gasóleo cerró marzo en 1,569 euros el litro, un 18% menos que hace un año. El precio de la luz está lejos de los picos vistos tras estallar la guerra.
“Se empieza a observar una ligera tendencia a la baja desde inicios de año que, progresivamente, debe acabar trasladándose al precio de los alimentos”, dice José María Bonmatí, director general de la patronal del gran consumo Aecoc. El ministro de Agricultura, Luis Planas, dio esa consigna en febrero en una reunión con toda la cadena alimentaria.
Gabriel Trenzado, director general de Cooperativas Agroalimentarias, comparte que, desde enero, “se han ido suavizando los costes de producción”. Eso sí, avisa que esas caídas tardarán en trasladarse, ya que en la formación de los precios de alimentos que se venden ahora entran en juego, por ejemplo, el coste que tenían piensos o cereales comprados hace meses, cuando estaban en su pico más alto, o la vigencia de contratos de suministro firmados previamente.
Además, alerta del impacto que la sequía puede tener en los costes durante los próximos meses. “Hay mermas importantes en algunas producciones y cosechas. Los costes de producción han entrado en una fase de disciplina, pero la sequía va a ser un factor importante”, añade Trenzado. Un ejemplo es el del aceite de oliva, con una campaña que prevé una producción al 50% frente a la anterior, lo que le mantendrá en precios muy elevados.
La industria, en cambio, no comparte diagnóstico. “En mayor o menor medida, se ha producido o se sigue produciendo un encarecimiento de casi todo lo necesario para elaborar un producto alimentario y ponerlo a disposición de los consumidores” explican fuentes de FIAB, que también señalan a las nuevas cargas fiscales al plástico como otro lastre.
Lo cierto es que algunos alimentos empiezan a abaratarse en origen, principalmente semillas, algunos cereales, frutas y verduras. Según la estadística de precios medios nacionales de Agricultura, a 10 de abril, 100 kilos de calabacín costaban un 85% menos que hace un año; el plátano un 71%; el aceite de girasol, tan tensionado al inicio de la guerra en Ucrania, un 53%; la berenjena, un 50%, o el suero de leche en polvo, utilizado en la industria, un 50. A esa fecha, 33 productos del centenar que Agricultura sigue de forma semanal tenían un precio inferior al de 2022. La cifra se eleva a 55 si el análisis se acota al último mes y medio.
“La cadena agroalimentaria es la primera interesada en que los precios de los alimentos no suban”, resume Bonmatí.
La leche y la carne sigue encareciéndose
Tensión. Algunos productos clave de la cesta de la compra siguen mostrando importantes repuntes. Uno es la leche. Según el último informe de entregas de leche cruda a primeros compradores, con datos de febrero y publicado por el MInisterio de Agricultura, el precio medio declarado del litro llegó en ese mes a 0,60 euros, un nuevo récord. Comparado con el mismo mes del año anterior, el litro de leche en origen se ha encarecido un 58%, y un 78% respecto a hace dos. “La situación de precios tan bajos era irreal, destruía al sector”, explica Gabriel Trenzado, de Cooperativas Agroalimentarias. La estadística sí parece mostrar una ralentización en esos incrementos: entre noviembre y febrero el crecimiento fue de 1,5 céntimos. Entre agosto y noviembre el encarecimiento fue de 11. Otro producto que sube son los huevos. La docena de clase M y de jaula se pagaba hace dos semanas a 1,76 euros, casi un 50% más que hace un año. La gripe aviar desatada en Francia desvió las compras de ese país a España, disparando los precios. La carne de vaca, cerdo, cordero o pollo sigue estando, en origen, más cara que un año atrás.
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