De camino a las rebajas de tipos de interés
Nuestra previsión central de crecimiento del PIB mundial en 2024 es 2,8 % frente a 3 % en 2023, sobre todo atribuible a las economías emergentes. En economías desarrolladas los principales indicadores apuntan a leve recesión en EE.UU. y estancamiento en Europa el primer semestre, seguido de repuntes la segunda mitad del año.
En EE.UU. prevemos que el PIB en 2024 crezca 0,8 %, frente a 2,4 % estimado este 2023. De hecho, con el rápido ritmo de subidas de tipos de interés desde principios de 2022 la inflación en EE.UU. en noviembre fue 3,1%, aunque la subyacente (excluyendo alimentos no elaborados y energía) se mantuvo en 4 %. En este estado de cosas la Reserva Federal ha sorprendido al indicar que ha empezado a debatir una rebaja de tipos de interés. Los miembros de la Reserva Federal han revisado a la baja sus previsiones de inflación este año y en 2024 y los mercados apuestan por una primera rebaja de tipos en marzo. Pero nuestro escenario central es que comience a recortar tipos en junio en un total de 1,25%, hasta dejarlos en 4 a 4,25% para finales de 2024.
Por su parte en la euro zona la inflación media en 2024 puede ser 2,4 %, muy por debajo de 5,5 % en 2023 y nuestro escenario base es que el BCE empiece a reducir la tasa de descuento bancario en junio de 2024, en un total de 1%, hasta dejarla en 3 % a finales de 2024. Si se acumulasen los riesgos económicos y en función de lo que haga la Reserva Federal, cabe la posibilidad de que adelante el comienzo de los recortes a abril. En total el PIB en la Euro Zona puede aumentar ligeramente en 2024 hasta 0,6 % desde 0,5 % en 2023.
Por su parte el Banco Central de Japón actuará con cautela al poner fin a su control de la curva de rentabilidades a vencimiento de la deuda y tipos de interés negativos. Su PIB puede crecer 1,1 % en 2024 frente a 1,8 % en 2023.
En cuanto a China, la producción industrial aumentó 6,6 % en noviembre respecto al año anterior y las ventas minoristas 10,1 %, si bien con efectos de base relacionados con la pandemia. En todo caso la inversión en activos fijos aumentó 2,9 % los primeros once meses de 2023. Ahora los indicadores apuntan a crecimiento apoyado por medidas gubernamentales. Incluso el Banco Central de China ha inyectado una cantidad récord de liquidez en el sistema bancario. De todas formas, su economía sigue batallando con la deflación por el colapso de su mercado inmobiliario. Su PIB puede crecer 4,7 % en 2024 frente a 5,2 % previsto en 2023.
Deuda de calidad
En este estado de cosas la rentabilidad a vencimiento de los bonos del Tesoro de EE. UU. a diez años ha llegado a situarse por debajo de 4 % y los mercados de futuros descuentan 1,4% de recortes de tipos de la Reserva Federal en 2024, por encima de las propias estimaciones de la institución monetaria, así que se justifica cierta cautela. Estimamos que la rentabilidad a vencimiento de los bonos del Tesoro de EE.UU. a diez años se reduzca la primera mitad de 2024, para posteriormente subir hasta 4,3 % ante una mayor oferta de deuda y dado el déficit fiscal. En todo caso, se justifica mayor exposición a variaciones de tipos de interés. Por su parte la rentabilidad de los bonos alemanes a diez años puede bajar hasta 2 % el primer semestre de 2024, para repuntar hasta 2,3% hasta finales de año.
Con todo, sobre ponderamos deuda soberana a largo plazo de EE.UU. y de la Euro Zona.
Además, nos gusta la deuda de calidad empresarial grado de inversión de EE.UU., con duraciones hasta cinco años. Ahora bien, ha habido reducción de diferenciales de rentabilidad a vencimiento de la deuda empresarial de EE.UU. por debajo de la mediana a largo plazo, lo que sugiere mayor potencial en crédito europeo y nos gusta la deuda empresarial grado de inversión en euros, con duraciones hasta siete años. Sin embargo, los inversores no están siendo compensados por el riesgo de la deuda empresarial de alta rentabilidad.
Por otra parte, los bonos de mercados emergentes son una fuente atractiva de cupón y diversificación.
Renta variable: mayor potencial fuera de EE.UU.
Es previsible que la mayor parte de la rentabilidad total de la renta variable en 2024 provenga de dividendos y recompra de acciones. En conjunto la rentabilidad de la renta variable de mercados desarrollados en 2024 puede ser de un solo dígito medio y la europea proporcionar mayor rentabilidad por dividendo que la estadounidense. De hecho, las valoraciones son más ajustadas en EE.UU.
Por su parte la renta variable de mercados emergentes puede ponerse a prueba en un contexto mundial débil el primer semestre, aunque puede aumentar su atractivo a medida que se reduce la rentabilidad a vencimiento de la deuda de EE.UU. y el dólar se debilita con la economía estadounidense y recortes de tipos de interés. Nuestra preferencia es Asia, sobre todo Corea del Sur e India -donde el ciclo de semiconductores puede estimular el crecimiento- e India -donde el crecimiento puede desacelerarse, pero seguirá robusto-.
Energía y salud
En conjunto, preferimos empresas en las que predomina el crédito a tipo fijo frente a variable. Por sectores, nos gustan las acciones de energía y de salud a ambos lados del Atlántico. Además, el consumo básico en EE.UU. puede estar en un punto óptimo.
A ello se añaden fundamentales sólidos en algunas grandes tecnológicas suficientemente sólidas para pagar deudas vinculadas a crecimiento estructural a largo plazo, como la descarbonización y la digitalización. La inteligencia artificial generativa seguirá avanzando, con avances palpables en sectores como la salud. Eso sí, la volatilidad de la renta variable puede repuntar a medida que avanza 2024, en parte con la reducción de la brecha de buen comportamiento entre acciones del índice Nasdaq relacionadas con tecnología y el resto. Además, puede contribuir al aumento de la volatilidad la contienda electoral en EE.UU., las cuestiones fiscales y la deuda, de lo que será posible aprovecharse mediante opciones y divisas.
En inversiones alternativas favorecemos estrategias multi gestor en hedge funds y capital riesgo. Además, consideramos estrategias temáticas de capital y crédito privados, incluyendo préstamos directos y deuda en dificultades. Por otra parte, el oro se beneficia de la menor rentabilidad a vencimiento de la deuda de EE.UU., aunque a corto plazo es posible que su demanda no mejore mucho.