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INTELIGENCIA ARTIFICIAL
Tribuna
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La moda de la IA

Los algoritmos se utilizan para analizar tendencias creativas y preferencias del consumidor

EFE

El impacto de la inteligencia artificial (IA) en la industria de la moda es ya una realidad. Una realidad impactante. Y no solo nos referimos a aspectos creativos como el diseño de patrones o la selección de colores, sino a un cambio profundo y sistémico que está afectando al corazón del negocio. Una revolución silenciosa que trasciende lo estético y lo comercial para adentrarse en los ámbitos legales y éticos.

Actualmente, los algoritmos de IA se utilizan para analizar tendencias de moda, preferencias del consumidor y hasta condiciones climáticas con el objetivo de diseñar ropa que sea tanto estética como funcional. No sería sorprendente que, en un futuro cercano, un algoritmo pudiera predecir la próxima gran tendencia antes de que los expertos y diseñadores humanos lo hagan. Es como tener un Karl Lagerfeld digital, aunque sin gafas de sol.

Y es aquí donde surgen los debates. En primer lugar, si un algoritmo crea un diseño con o sin aportación relevante del humano, ¿quién posee los derechos de autor? ¿La IA, el programador o el humano que ha interactuado con el sistema de IA? Este es un terreno legal aún por explorar y con múltiples derivadas. Nos encontramos en una zona gris; la normativa sobre propiedad intelectual únicamente atribuye la autoría a las personas naturales, los "autores", pero ahora la IA, con o sin aportación humana relevante, puede “crear”. Y, además, puede crear diseños muy parecidos para diferentes usuarios. El conflicto está servido.

Por otro lado, si todos utilizan los mismos algoritmos para diseñar y crear moda, ¿corremos el riesgo de que la moda se vuelva monótona y homogénea? Algo así opina Chomsky. La aburrida monotonía de la IA. Ahora bien, no seamos derrotistas. La IA es una herramienta, y con la debida y experta aportación o prompt, un usuario sí puede producir creaciones de valor, diferenciales.

Esto es, la pequeña aportación del diseñador humano, su toque único y personal, podría ser crucial. Pequeñas aportaciones decimales que podrían suponer dotar al diseño de suficiente singularidad y diferenciarlas del resto. Pero, ¿sería suficiente como para considerarse original y evitar conflictos y demandas de plagios entre diseños razonablemente similares?

La IA no dejará sin trabajo a los diseñadores. Más bien, serán los diseñadores que dominen la IA y sepan sacarle el máximo partido los que tendrán una ventaja competitiva sobre el resto de los diseñadores y empresas. La IA es una herramienta, muy potente, pero una herramienta al servicio del intelecto de un profesional (humano).

Asimismo, esta revolución plantea nuevas reglas. Las empresas de moda necesitarán establecer políticas claras sobre cómo utilizar la IA en su cadena valor, en su publicidad o en la relación con sus clientes, abordando tanto cuestiones éticas como legales. La falta de directrices podría provocar problemas legales y de reputación más difíciles de manejar que un desfile de moda en medio de una tormenta. En este sentido, es importante evitar que la IA incida y multiplique sesgos y discriminaciones inaceptables legal y éticamente.

Además, la IA también ofrece oportunidades para la personalización en masa. Se vislumbra un mundo donde la ropa se adapte perfectamente a las medidas y preferencias de los usuarios, todo gracias a un algoritmo que aprenda de tus elecciones anteriores y ajuste los diseños correspondientemente.

En resumen, la IA es ya una realidad irreversible para la industria de la moda, pero conlleva su propio conjunto de desafíos y oportunidades que necesitan ser gestionados escrupulosamente. La clave será encontrar un equilibrio entre la innovación tecnológica y el toque humano que siempre ha definido la moda.

Carlos Rivadulla, abogado y manager de TMT de Ecija.

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