'Air': el contrato entre Nike y Michael Jordan
La película es sumamente interesante porque nos introduce en cómo por primera vez en la historia del baloncesto se empiezan a pagar royalties
Air es la quinta película dirigida por Ben Affleck. En ella narra la historia de cómo la compañía Nike consiguió contratar para su división de baloncesto a Michael Jordan, por entonces estrella del baloncesto universitario, en camino de ser uno de los primeros números del draft de la NBA ese año. Con el fichaje de la joven estrella, Nike se convertiría no solo en un referente en las zapatillas de ese deporte, hasta entonces poco explotado por la firma, sino que cambiaría para siempre las reglas de juego de los contratos de patrocinio entre marcas deportivas y jugadores.
La película incide en la visión de Sonny Vaccaro, interpretado magníficamente por Matt Damon, y su empeño por revitalizar la división de baloncesto de la empresa a través de la firma con el jugador novato más prometedor de la NBA. La decisión arriesgada de apostar todo el presupuesto de la empresa a un solo jugador sin experiencia en un solo partido oficial de la liga más importante del mundo, y la fe ciega en el éxito del joven Jordan, harán que insista a su agente y a su familia para que tomen la decisión de inclinarse por Nike frente a las todopoderosas Converse y Adidas, que en ese momento lideraban los patrocinios en el deporte de la canasta.
El individualismo de Vaccaro, que actúa siguiendo su instinto, al margen de la política de la empresa, de las instrucciones del presidente Phil Knight, interpretado por el propio Affleck, y de la propia práctica profesional, saltándose al agente del jugador para conseguir una reunión con él y su familia, se potencian en la película. Su actitud se justifica en el “sueño americano” de que ambos, Nike y Michael Jordan, podrán construir, como así fue, una relación de leyenda empresarial y deportiva juntos.
El ritmo de la película es muy ágil, los diálogos son brillantes y las interpretaciones muy creíbles, con especial mención a Damon y a Viola Davis, en el papel de Deloris Jordan, como madre de la futura estrella del baloncesto. Aunque en ocasiones parece un anuncio promocional de Nike, en su versión del ideal americano, es de reconocer el esfuerzo por recrear los años 80 y, en particular, el entorno empresarial y deportivo de aquel momento. El proceso de diseño de la zapatilla, la famosa “Air Jordan”, así como la reunión en la sala de juntas de Nike entre los directivos y la familia para conseguir ser los elegidos por el jugador, son escenas memorables que desprenden buen cine.
Desde el punto de vista del derecho, la película es sumamente interesante porque nos introduce en los vericuetos del contrato firmado entre Nike y Jordan, y en cómo por primera vez en la historia del deporte del baloncesto no solo se retribuye desde la empresa con una cantidad fija a un jugador, sino que se le hace partícipe de los beneficios de las ventas de los productos que llevan su nombre, abriendo una nueva etapa para las estrellas del deporte que comienzan a cobrar royalties por los productos con su nombre e imagen y, con ello, a tener no solo unos mayores ingresos, sino un mayor poder de decisión sobre los mismos. Los jugadores pasan con este modelo contractual a ser tan o más beneficiados que los socios de una compañía.
El diseño de las zapatillas, con incumplimiento de las reglas de la NBA, sanción incluida, así como el papel de los agentes deportivos o la propia lucha de ofertas entre empresas competidoras, son algunos aspectos también muy interesantes de una película básicamente entretenida y bien realizada, cuyo visionado nos produce cierta nostalgia a los que vivimos aquella época admirando la NBA y a Michael Jordan, quien, por cierto, no aparece en ningún momento en la cinta. ¿Será por derechos de imagen?
Jose Luis Luceño Oliva, profesor de Loyola Másteres