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La proliferación de algas juega una mala pasada a la industria de los cruceros

Los problemas de un buque en Australia a comienzo de año hace visible los desafíos de la industria frente a los efectos de la contaminación

El buque Viking Orion en un puerto de Noruega en 2018
El buque Viking Orion en un puerto de Noruega en 2018Getty
CINCO DÍAS

Comenzar el año frente al plan parecía un gran plan para cientos de tripulantes del crucero Viking Orion, que esperaban comenzar 2023 observando los festejos en la costa australiana. Sin embargo, unos pequeños hongos y algas se interpusieron en el camino de 930 pasajeros, que vieron sus planes cancelados después de que las autoridades de Nueva Zelanda obligará al buque a salir de su territorio marítimo.

El departamento de Agricultura, Pesca y Silvicultura de Australia (DAFF) confirmó el pasado 28 de diciembre que el buque proveniente de Auckland contenía “pequeñas cantidades de contaminación biológica” en su casco, por lo que era necesario proceder a una limpieza antes de permitir su ingreso a cualquier puerto australiano. “Para proteger los ecosistemas marinos dentro de aguas australianas, se requiere que la embarcación se someta a una limpieza para eliminar la bioincrustación y evitar que la embarcación transporte organismos marinos potencialmente dañinos”, afirmó la autoridad en un comunicado.

La operadora de la travesía, Viking Cruises, una empresa con sede en Suiza fundada en 1997, confirmó que, una vez solucionado el inconveniente por la contaminación, pudo terminar su travesía con paradas en Melbourne y Sidney. La firma ha intentado resaltar que se trata de un buque moderno de lujo, con menos de cuatro años de operación, que opera la travesía de 15 días entre Auckland y la capital australiana. Los billetes más baratos para este recorrido comienzan en 6.000 dólares (5.600 euros)

Viking no es una firma desconocida en los puertos españoles. El operador destaca sus conexiones mediterráneas desde Barcelona, desde donde también realiza viajes a destinos más alejados como Miami o Buenos Aires.

Los pasajeros, quienes no pudieron hacer las paradas previstas a lo largo de la costa australiana, recibirán una compensación por las molestias ocasionadas. Una de las clientas ha resumido toda la situación como “sumamente decepcionante”, según recoge la agencia de noticias Reuters.

La noticia, que se hizo rápidamente viral en redes, llega en un momento de fuerte recuperación del sector. Las grandes compañías que operan cruceros en España se han visto beneficiadas del fin de las restricciones derivadas de la crisis del coronavirus y de la demanda contenida tras dos años de pandemia. Las tres grandes firmas consultadas en septiembre por Cinco Días (Costa Cruceros, MSC y Royal Caribbean) constatan que la recuperación de los viajes ha superado incluso sus expectativas y que los niveles de actividad se han situado por encima de los niveles precrisis. La industria de los cruceros alcanzó en España una facturación cercana a los 6.000 millones de euros antes de la crisis del coronavirus, según la Asociación Internacional de Líneas de Cruceros de España (CLIA)

A la vez que regresa la demanda al sector, las organizaciones en defensa del medio ambiente elevan sus preocupaciones por el impacto ambiental del sector. Por ejemplo, señalan que el mar Báltico sufre el impacto ambiental de estos buques, que aumenta la concentración de minerales como el nitrógeno y el fósforo. Estos son los principales responsables de la proliferación de algas que luego afectan los recorridos, como en el caso del Viking Orion. Además, la agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos ha precisado que un crucero promedio emite por día más óxido de azufre que 13 millones de coches.

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