El consumo consciente se quedará en la estantería
Las firmas que se han subido a la ola sostenible se preparan para un tiempo de vacas flacas
En los últimos años ha aumentado el número de compradores de alimentos ecológicos y vegetales. Pero la persistente inflación y el descenso de los ingresos, unidos a los elevados costes de los insumos, harán que este año sea difícil para los consumidores conscientes y las empresas que les sirven.
Véanse los sustitutos de la carne vegetal. Producen un 30%-90% menos de emisiones que sus homólogos de origen animal, pero cuesta a los compradores el doble, según el Good Food Institute. Numerator calcula que el 29,8% de los hogares de EE UU compraron alternativas cárnicas vegetales hasta el 30 de septiembre, 1,1 puntos que en los 12 meses anteriores. Kantar encuestó a casi 100.000 consumidores de 24 mercados sobre su actitud ante el plástico. La proporción de compradores “muy preocupados” por los residuos y que actuaron en consecuencia bajaba 4 puntos respecto a un año antes, hasta el 18%. El 44%, 7 puntos más que hacía un año, se mostraba desinteresado y no tomó ninguna medida.
Las firmas que se han subido a la ola sostenible se preparan para las vacas flacas. Beyond Meat, de hamburguesas vegetales, anunció en octubre el despido del 19% de su plantilla y su objetivo de tener un flujo de caja operativo positivo en el segundo semestre de 2023. Pero la débil demanda lastrará sus resultados, y los altos costes de los insumos presionarán los márgenes. El precio del aislado de proteína de guisante de EE UU –ingrediente clave en muchos sustitutos de la carne– subió un 10% entre abril-21 y noviembre-22, según Mintec Benchmark Prices. El consenso prevé que los ingresos de Beyond Meat bajen casi un 1% en 2023, y que su flujo de caja operativo siga en negativo en el segundo semestre. Las ventas de Oatly, de sustitutos de la leche a partir de avena, crecerán un 25%, pero es posible que aún tenga que ampliar capital.
Hay signos de esperanza para los consumidores éticos. UBS señala que un alza significativa del precio de los cereales, usados en la alimentación animal, podría hacer subir el coste de la carne convencional más que el de las alternativas. Pero mientras, 2023 parece que dejará un sabor amargo.