España, el hidrógeno verde y los biocombustibles: su gran oportunidad
El país está en ventaja para tener un rol energético de primer nivel
La transición energética ha dejado de ser una opción o una mera intención, para convertirse en una necesidad imperante de gobiernos, empresas, organizaciones y la sociedad en su conjunto. No cabe duda de que en este momento nos encontramos inmersos en un proceso relevante para hacer frente al cambio climático y reducir nuestra dependencia energética; y es en este contexto donde la evolución del paradigma energético que trae consigo la búsqueda de nuevos vectores respetuosos con el medioambiente capaces de dar respuesta a las demandas de la sociedad se postula como exigencia clave.
El actual contexto internacional no ha hecho sino acelerar esta necesidad de evolucionar hacia una generación y uso de energía más sostenibles. El Consejo Mundial de la Energía ha definido la sostenibilidad energética como el equilibrio entre tres dimensiones, que es lo que se ha venido a llamar el trilema energético. A saber: garantía de suministro, equidad –entendida desde el punto de vista de la accesibilidad y de la asequibilidad– y sostenibilidad, centrada especialmente en reducir o evitar el impacto sobre el medioambiente.
Para dar respuesta a este trilema de forma eficiente y sostenible, además del apoyo institucional, resulta imprescindible que existan empresas tractoras que impulsen y avancen en la búsqueda de soluciones en un marco de neutralidad tecnológica.
En este escenario, los biocombustibles avanzados y el hidrógeno verde se erigen como vectores energéticos alternativos que permiten descarbonizar sectores en los que la electrificación es inviable y cuya sostenibilidad es clave para alcanzar el objetivo de cero emisiones netas en 2050.
Nos referimos a sectores como la industria pesada –intensiva en el uso de la energía– o el transporte pesado y de larga distancia, como barcos, aviones o camiones. Los biocombustibles avanzados presentan la virtud de dar una segunda vida a residuos orgánicos que ahora se desechan, impulsar proyectos industriales que tanta falta nos hacen en la España rural, explotar mejor la potente industria del refino español y garantizar el suministro de combustibles sostenibles aprovechando gran parte de las infraestructuras logísticas y vehículos ya existentes para así minimizar el impacto económico de la transición a nivel país.
Asimismo, en un futuro no muy lejano, los excedentes de energía limpia procedentes de fuentes de energías renovables se pueden destinar a producir hidrógeno verde, que podría ser almacenado o utilizado según convenga, cerrando el círculo de una manera sostenible y eficiente.
Existe interés por parte de empresas e inversores privados en desarrollar una industria y unas infraestructuras capaces de albergar proyectos relacionados con estos vectores energéticos. En este sentido, debemos tener en cuenta que España está ante una oportunidad única de convertirse en el principal nodo a nivel europeo en producción, almacenamiento y distribución de estas fuentes de energía, ya que dispone de un sólido tejido de infraestructuras destinadas a este fin, además de una elevada capacidad de producción de energía renovable con la que producir, a través de electrólisis, el hidrógeno sostenible.
No en vano, en 2022 el 20% de todos los proyectos mundiales de esta fuente de energía se están desarrollando en nuestro país y existe un fuerte apetito inversor para llevar a cabo nuevas instalaciones renovables en España.
Sin embargo, para que España consolide su rol como uno de los principales centros de producción y distribución de la energía del futuro, es necesaria una estrecha colaboración público-privada que facilite la puesta en marcha de proyectos piloto por parte de empresas tractoras, imprescindibles para impulsar y testear nuevos proyectos y mejoras para las energías sostenibles.
Asimismo, deben agilizarse los procesos de tramitación de los permisos administrativos para el desarrollo y construcción de nuevos proyectos. Solo así conseguiremos cumplir con los objetivos de reducción de emisiones acordados a nivel europeo para 2030 y 2050.
Por último, es importante asegurar la neutralidad tecnológica en la transición energética. Resulta de vital importancia que las diferentes tecnologías propuestas por la Unión Europea (electricidad, hidrógeno y combustibles sintéticos) tengan las mismas oportunidades de desarrollo.
Esta es la clave para poder ofrecer las mejores soluciones de descarbonización a los distintos sectores económicos, de manera que estos últimos puedan elegir las opciones que mejor se adapten a sus necesidades conforme a criterios coste-eficiencia en la eliminación de gases de efecto invernadero, el verdadero objetivo de la transición energética.
Es evidente que el hidrógeno verde y los combustibles sostenibles están adquiriendo un protagonismo cada vez mayor en todo el sector, y que los distintos actores que sean capaces de ver su potencial y transformar su modelo de negocio podrán acceder a grandes oportunidades.
Nuestro país está situado en una condición ventajosa para tener un rol energético de primer nivel. ¿Seremos capaces de aprovechar esta oportunidad?
Jorge Lanza Perea es CEO de Exolum