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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

¿El reto del transporte sostenible dañará a la industria del motor?

El sector está listo, pero las marcas deben decidir si quieren ser fabricantes o también actores relevantes del área de movilidad

CINCO DÍAS

A nadie le sorprende escuchar que el sector de la automoción no pasa por uno de sus mejores momentos. Al impuesto de matriculación, que afecta principalmente a los coches de combustión, se une la crisis de los microchips, que está suponiendo un frenazo en las ventas de vehículos, y las exigencias de la Ley de Cambio Climático y Transición Energética, que están obligando a crear zonas de bajas emisiones en municipios de más de 50.000 habitantes antes de que comience 2023. Esto se suma a la descontrolada subida de los precios de la energía, agudizada por las consecuencias de la devastadora guerra de Ucrania, y a la decisión de la UE de prohibir los coches de gasolina y diésel en 2035. Según el informe anual de Anfac, la principal patronal del sector, las fábricas españolas producen ahora más de 700.000 vehículos menos que antes de la pandemia. Además, estiman que la tendencia de este año seguirá a la baja y que habrá que esperar a 2023 para ver algún atisbo de normalización.

¿Hasta qué punto es justo situar a un sector tan clave en la economía española y mundial en esta tesitura a costa de imponer una agenda climática que está dañando tanto las economías de muchos países? ¿Está la falta de semiconductores trastocando las aspiraciones de producción y ventas de los fabricantes? ¿Son realistas los plazos impuestos por la Unión Europea para lograr la descarbonización del transporte?

Estas son las preguntas del millón y, desgraciadamente, no tienen respuesta clara. Lo que es un hecho es que estos desafíos han obligado a las empresas de automoción a reorientar sus prioridades. Una gran mayoría se está centrando en la reducción global de las emisiones en toda la cadena de valor, desde el abastecimiento hasta los procesos de fin de vida útil, demostrando el trabajo de optimización de huella en la industria que muchas compañías están realizando ante la intensa presión que sufren, por todas las partes involucradas, para ser más sostenibles.

Incluso, algunos fabricantes de automóviles están adoptando una perspectiva holística de la cadena de valor, con especial protagonismo de la inteligencia artificial como colaborador potencia. Esto pone de relieve los cambios en las prioridades de los clientes, que ahora exigen que el vehículo se convierta en un nodo hiperconectado, totalmente integrado en un ecosistema digital ampliado, que interactúe tanto a través de sus interfaces incorporadas (pantalla, voz y otros sensores) como mediante dispositivos inteligentes. El IoT, la IA y el edge computing, así como la conectividad 5G, serán cada vez más críticos para permitir esto.

La demanda en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, junto con las expectativas sociales y la legislación asociada, ha empujado aún más a las organizaciones automovilísticas a centrar sus esfuerzos en los vehículos eléctricos, aunque el aumento de los costes de la red energética y los complicados métodos de recarga están frenando su progreso y adopción. Para impulsar este impacto a lo largo de la vida útil de estos automóviles, es esencial que los fabricantes de equipos originales (OEM) garanticen la circularidad de la producción y consideren el proceso de fin de vida útil de las baterías de los vehículos eléctricos en toda la cadena de valor.

A medida que los problemas y la escasez de la cadena de suministro continúan, el foco de atención está cambiando y muchos analizan la fragilidad, la linealidad y la sostenibilidad de la red, tanto en términos de fiabilidad como de huella de carbono. Las perspectivas en este sentido no son muy halagüeñas y algunos de los principales fabricantes de semiconductores ya advierten que la crisis por la falta de microchips podría alargarse más de lo previsto, llegando incluso hasta el 2024. Por ende, no sorprende que un número creciente de nuevos fabricantes de automóviles, movidos por la demanda del mercado para introducir nuevos productos y servicios, y a gran velocidad, estén empezando a remodelar la industria.

Los fabricantes de equipos originales están invirtiendo para recuperar el control del software integrado y superar las limitaciones de las aplicaciones tradicionales totalmente integradas, que han tenido dificultades para adaptarse a los requisitos siempre cambiantes. Para ello, será clave el nivel de agilidad, que permitirá, en mayor o menor medida, aprovechar la multitud de abstracciones de software actuales e implementar con éxito los microservicios, la arquitectura nativa del Cloud, los controladores de vista de modelos y los diseños impulsados por modelos.

Todos estos condicionantes externos han potenciado la fortaleza adquirida por el renting como catalizador de la movilidad sostenible, digital, flexible y personalizada. Además de ser responsable con el medioambiente, una de sus prioridades es ofrecer una flota a la vanguardia tecnológica, lo que permite una mejora del servicio al cliente.

Como vemos, el vehículo tiende a convertirse cada vez más en parte de un ecosistema más amplio y complejo y, como tal, las amenazas de ciberseguridad se multiplicarán. Por tanto, las empresas de automoción tendrán que asegurarse de que están bien equipadas para hacer frente a este mayor riesgo, protegiendo a los clientes, los vehículos y los datos por igual.

No es demasiado aventurado decir que el sector de la automoción está preparado para entrar en una década crucial para su futuro. Obligado, por un lado, a reinventarse, como consecuencia de las disposiciones que, tanto administraciones como la sociedad en general, demandan en pos de la tan ansiada movilidad sostenible; y, por otro lado, la inestabilidad que trae consigo la falta de suministro de componentes y la guerra de precios de la energía.

Si bien las organizaciones líderes ya están cambiando su cartera de productos, pasando de vehículos de combustión interna a los eléctricos, ahora es clave que avancen hasta el siguiente escalón porque es vital para su supervivencia: han de decidir si quedarse como fabricante de vehículo o ser un actor relevante de la movilidad. Nadie duda de que la movilidad del futuro será conectada, autónoma, compartida y eléctrica (CASE en inglés). Y en este nuevo paradigma, es crucial que cada fabricante tenga claro cuál es su estrategia y su meta. De las que escojan, dependerá cómo se moverá el ecosistema entre OEM, tiers1, software company y new incomers. En este mundo nadie espera a nadie y, si dejas un vaso vacío, alguien lo rellenará por ti.

Yoann Groleau es Head of Manufacturing, Automotive, Aerospace & Life Sciences de Capgemini España

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