Sentido homenaje al economista al que no le gustaba la "bisutería"
Políticos, empresarios y compañeros destacan de Emilio Ontiveros su conocimiento económico y su labor divulgadora
Era extraordinariamente atractivo. Así de rotunda y certera recordó la periodista Montserrat Domínguez a su pareja, el economista Emilio Ontiveros, fallecido el pasado 1 de agosto a los 74 años. "Y lo era como compañero, amigo, profesor y analista", prosiguió su compañera, que alabó su inteligencia y socarronería, a la vez que recordó los principales paisajes que conformaron su ADN: sus raíces manchegas (nació en Ciudad Real), Madrid, donde comenzó su carrera como profesor de contabilidad en una academia de secretarias de la calle Claudio Coello, o en los verdes prados de Pechón, en Cantabria. "Tenía una genuina curiosidad por el mundo que le tocó vivir, un estímulo para una mente inquieta, alérgica al postureo y a la bisutería, como decía él", añadió Domínguez, directora de contenidos de la Cadena SER.
El fundador de Analistas Financieros Internacionales (AFI) y catedrático emérito de Economía de la Empresa de la Universidad Autónoma de Madrid, recibió este lunes un cálido y sentido homenaje personal y profesional en el auditorio de Mutua Madrileña, compañía de la que fue consejero. Hasta allí acudieron varias ministras, la titular de Economía y vicepresidenta primera, Nadia Calviño, de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, y la de Hacienda, María Jesús Montero, el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, el presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, la presidenta de Redeia, Beatriz Corredor, la presidenta de Unespa, Pilar González de Frutos, el secretario de Estado de Economía, Gonzalo García, el empresario Juan Abelló, o el presidente de Mutua Madrileña, Ignacio Garralda, entre otros.
Fue este último quien alabó la valentía y capacidad de análisis de Ontiveros para afrontar y aconsejar inversiones de la aseguradora, incluso cuando el viento no soplaba a favor en la economía, como en la crisis de 2011 y la más reciente, en plena pandemia. "En momentos de máxima incertidumbre estaba seguro de las inversiones porque estaban asentadas en el rigor del análisis", rememoró Garralda.
También el vicepresidente de AFI, Ángel Berges, destacó por videoconferencia su obsesión por sentar los cimientos de una institución para que perdurara desde el primer día, cuando recorría España en los años 80 buscando apoyos para la organización, "viajando por la España profunda para que nos compraran nuestros servicios". Su memoria y legado seguirá, más allá de los recuerdos y anécdotas que guardan aquellos que bien le conocían: a partir de ahora, habrá una institución que lleve su nombre, la Fundación AFI Emilio Ontiveros.
A él recurría, así lo contó sobre el escenario, en numerosas ocasiones Hernández de Cos, "era un economista sabio, hablaba de lo que vivía como empresario y ciudadano". El gobernador del Banco de España calificó a Ontiveros como un 'economista ingeniero, por su afán en resolver problemas prácticos, en su esfuerzo por explicar y por contar la economía a los ciudadanos", además de un analista que formó parte de las transformaciones de la economía española en los últimos 35 años. .
También Nadia Calviño -Ontiveros fue miembro del Consejo Asesor de Asuntos Económicos del Ministerio de Economía- resumió emocionada su marcha. "Se ha ido alguien que representa lo mejor de nosotros mismos. Un referente. Pocas personas conocían mejor la realidad de España". Y añadió: "como vicepresidenta hubiera deseado que su voz me siguiera acompañando durante muchos años. Se ha ido de manera inesperada y ha dejado un silencio ensordecedor. Sabía de todo y de todo opinaba muy bien y todavía espero escucharle cuando pongo la radio”, dijo antes de entregarle a los dos hijos de Ontiveros, Ignacio y Emilio, la condecoración Al Mérito Civil, un reconocimiento a título póstumo que lamentó no haberle concedido en vida.
Para terminar, Ignacio Ontiveros recordó a su padre con la sencillez y cercanía que solo un hijo puede transmitir: “Desde que éramos pequeños, mi hermano y yo hemos visto a gente que le reconocía por la calle, y le decía que estaba de acuerdo con lo que decía en la radio. O que simplemente saludaban a su economista de cabecera”. Además de recordar cómo sentían a AFI como su segunda casa -conocieron bien todas las sedes de la consultora-, añadió: “Compartimos la tristeza de no tenerle cerca, pero también la alegría de haber vivido con él y de haber aprendido y disfrutado con él”.